Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario




descargar 1.43 Mb.
títuloExperiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario
página1/34
fecha de publicación22.08.2016
tamaño1.43 Mb.
tipoDocumentos
med.se-todo.com > Biología > Documentos
  1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   34

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario





PRÓLOGO

Prepárese para leer una de las aventuras más fascinantes que pueda imaginar el ser humano, que sin embargo no es producto de la imaginación. Es la vida del "Avatara de Acuario", pero no una vida, sino "La Gran vida", porque en estas páginas usted encontrará prácticamente toda la "Gran existencia" de esa Gran Alma que es Samael Aun Weor, hasta su última reencarnación, que es cuando se manifiesta con todo su esplendor y grandeza.
Ciertamente, desde la antigüedad han existido esoteristas muy serios, versados y excelentes investigadores de "lo interno". Sin embargo, la mayoría de esoteristas, sobre todo los contemporáneos, se han ocupado de compaginar, "codificar", analizar y estudiar a los antiguos, sin haber experimentado absolutamente nada.
"Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario", es un libro que llevará al lector inquieto a un "cosquilleo" especial en lo más profundo de su psiquis, motivándolo a seguir el sendero de la perfección hacia su propia autorrealización y buscará profundizar sus conocimientos para alcanzar aquello que solamente se puede lograr a través de la experiencia directa.
Samael Aun Weor es el nombre Sagrado, o nombre de su Mónada, o como dirían los esoterístas en su lengua aún tradicional, es el nombre de su Super Yo, o de su Yo Superior o de su Yo Soy.
En su última encarnación se llamó Víctor Manuel Gómez Rodríguez y nació en la ciudad de Bogotá, Colombia, Sudamérica. Sus discípulos lo reconocemos como el Avatara de Acuario, o el Kalki Avatara, el Buddha Esperado o Budha Maitreya, aquel que se lo espera en Oriente y en Occidente, anunciado tanto por los esoteristas serios del Occidente, como por las tradiciones y libros sagrados del Oriente. Sin embargo, muy pocos han sido los que verdaderamente lo han reconocido.
Personalmente damos testimonio de la magnificencia del Avatara de Acuario, igual que creo todos los que lo conocieron personalmente. Mas no queremos dar nuestro testimonio vivido; nos interesa que el propio Avatara relate sus experiencias internas y algunas anécdotas. Prácticamente todo el libro contiene dichas experiencias, las cuales se han recapitulado de sus libros, folletos y conferencias.
La última parte del libro contiene relatos de algunos de sus discípulos que escribieron sobre él, en el siguiente orden: Julio Medina Vizcaíno (V. M. Gargha Kuichines), Efraín Villegas Quintero, Fernando Salazar Bañol y Oscar Uzcátegui.
De manera que si usted prefiere remitirse a la mayor parte de originales que citamos, recurra a la bibliografía que acompaña este trabajo y allí encontrará la mayoría de las narraciones que hacemos.
Aquellas personas que no cuentan con la enseñanza gnóstica, y después de leer este libro quieren profundizar en la misma mediante desdoblamientos a dimensiones internas, desarrollo de facultades internas, alta teurgia, taumaturgia, etc., deberán estudiar las obras del maestro Samael, de las cuales daremos informes con el mayor gusto, dirigiéndose al autor de este libro a anfare36@latinmail.com
Con la lectura de los libros usted podrá experimentar y comprobar por sí mismo las realidades del mundo y los mundos internos.
Si usted es estudiante de la Gnosis, con este libro despejará muchas dudas y afianzará, con toda seguridad, su voluntad para caminar hacia el Padre que mora en Secreto, aquel que está atado a la dura roca de la materia, cual Prometeo, esperando el Hércules que le libere y pueda al fin retornar victorioso hacia su propio Padre Zeus.

Antonio Fagalde Revilla

CAPÍTULO I



1. Teniendo por escenario el anfiteatro cósmico, quiero verter en estas páginas algunos recuerdos.
Mucho antes de que surgiera de entre el caos esa cadena lunar de la cual hablaran tantos insignes escritores teosofistas, existió cierto universo del cual sólo quedan ahora sus huellas entre los registros íntimos de la naturaleza. Fue en un mundo de esos donde acaeció lo que a continuación relato, con el evidente propósito de aclarar la Doctrina de la Transmigración de las Almas.
De acuerdo con los desideratos cósmicos, en tal planeta evolucionaron e involucionaron siete razas humanas muy semejantes a las de nuestro mundo. Por la época de su Quinta Raza Raíz, demasiado parecida a la nuestra, existió la abominable civilización de Kali Yuga o Edad de Hierro, tal como en estos momentos la tenemos nosotros aquí en la Tierra.
Entonces yo, que sólo era un pobre "animal intelectual" condenado a la pena de vivir, había venido de mal en peor, reincorporándome incesantemente en organismos masculinos o femeninos según el debe y el haber del karma. Confieso sin ambages que inútilmente trabajaba mi Madre Naturaleza creándome cuerpos; yo siempre los destruía con mis vicios y pasiones.
Cual si fuera una maldición insoportable, cada una de mis existencias se repetía dentro de la línea espiraloide en curvas más o menos bajas. Obviamente me había precipitado por el camino involutivo, descendente. Me revolcaba como el cerdo en el lodo abyecto de todos los vicios, y ni remotamente me interesaban los temas espirituales. Es incuestionable que me había tornado un cínico irredento; resulta palmario y manifiesto que cualquier tipo de castigo, por grave que éste fuera, estaba de hecho condenado al fracaso.
Dicen que ciento ocho cuentas tiene el collar del Buddha, y esto nos indica el número de vidas que se le asignan a toda alma. Debo hacer cierto énfasis al decir que la última de esas ciento ocho existencias fue para mí algo definitivo... entonces ingresé en la Involución del Reino Mineral Sumergido. La última de esas personalidades fue de sexo femenino, y es evidente que después de revolcarse en el lecho de Procusto me sirvió de pasaporte para el infierno.
Entre el vientre mineral de aquel mundo blasfemaba, maldecía, hería, insultaba, fornicaba espantosamente y me degeneraba más y más sin dar muestras jamás de arrepentimiento.
Me sentía cayendo en la remota lejanía del pasado; la forma humana me disgustaba; prefería asumir entre esos abismos figuras de bestias, después parecía yo planta, sombra que se deslizaba aquí, allá, acullá; por último sentí que me fosilizaba... ¿Convertirme en piedra? ¡Qué horror! Empero, como quiera que ya estaba tan degenerado, ni esto me importaba.
Ver cual leproso de la ciudad de los muertos vivientes caer dedos, orejas, nariz, brazos y piernas, ciertamente no es nada agradable; sin embargo, ni esto me conmovía. Fornicaba incesantemente en el lecho de Procusto con cuanta larva se me acercara y sentía que me extinguía como vela, candela o cirio.
La vida entre las entrañas minerales de tal planeta, obviamente se me hacía demasiado aburridora, y por ello, como queriendo matar el tiempo tan largo y tedioso, me revolcaba como un cerdo entre la inmundicia. Me debilitaba espantosamente todo hecho pedazos y moría penosamente; me desintegraba con una lentitud horrenda.
Ya ni siquiera tenía fuerzas para pensar -mejor estuvo así-. Por fin llegó la "Muerte Segunda" de la cual habla el Apocalipsis de San Juan; exhalé el postrer aliento y luego...

la esencia quedó libre; me vi convertido en un hermoso niño; ciertos Devas después de examinarme detenidamente me permitieron entrar por las atómicas puertas que lo conducen a uno de regreso a la superficie planetaria, a la luz del sol.
Ostensiblemente había muerto el ego, el Mí mismo, el Yo, mi alma libre asumía ahora la bella forma de un tierno infante... ¡Qué dicha, Dios mío! ¡Cuán grande es la misericordia de Dios! La Esencia liberada del ego es íntegramente inocente y pura; el yo aquel se convirtió dentro de las entrañas de ese mundo en polvareda cósmica.
¿Cuánto tiempo viví en los mundos infiernos?, no lo sé, posiblemente unos ocho mil a diez mil años.
Ahora, desprovisto de ego retorné a la senda de tipo evolutivo; ingresé al reino de los Gnomos o Pigmeos, seres que trabajan con el limo de la tierra, elementales inocentes del mineral.
Más tarde ingresé a los paraísos elementales del reino vegetal; reincorporándome constantemente en plantas, árboles y flores. ¡Cuán dichoso me sentía en los templos del Edén recibiendo enseñanzas a los pies de los Devas.
La dicha de los paraísos "jinas" es inconcebible para el humano razonamiento.
Cada familia en esos edenes tiene sus templos y sus instructores, uno se llena de éxtasis al entrar en el santuario de los naranjales o en la capilla de la familia elemental de la yerbabuena, de la menta o en la iglesia de los eucaliptos.
Tratando de procesos evolutivos debemos hacer el siguiente enunciado: "Natura non facit saltus". La Naturaleza no hace saltos. Es pues evidente que los estados más avanzados del reino vegetal me permitieron el paso al estado animal. Comencé reincorporándome en organismos muy simples, y después de haber tenido millones de cuerpos concluí retornado en organismos cada vez más y más complejos.
Como sobresaliente nota de estos párrafos, debo aseverar que aún conservo remembranzas muy interesantes de una de esas tantas existencias a la orilla de un hermoso río de aguas cantarinas que alegre se precipitaba siempre entre su lecho de rocas milenarias. Era entonces una humilde criatura, un "espécimen" muy particular del género de los "Batracios"; me movía dando saltitos aquí, allá, acullá, entre el boscaje. Es evidente que tenía plena conciencia de mí mismo, sabía que otrora había pertenecido al peligroso reino de los animales intelectuales... mis mejores amigos eran elementales de esos vegetales que tenían sus raíces a orillas del río, con ellos platicaba en el lenguaje universal. Moraba deliciosamente en la umbría, muy lejos de los humanoides racionales; cuando presentía algún peligro de inmediato me refugiaba entre las aguas cristalinas.
Muchas veces continué retornando en variados organismos, antes de que tuviera la dicha de reincorporarme en un "espécimen" de cierta clase de anfibios muy inteligentes, que alegres salían de entre las procelosas aguas del ponto para recibir los rayos solares en la arena de la playa.
Cuando llegó la terrible Parca soberana que a todos los mortales hace estremecer de miedo, di el último adiós a los tres reinos inferiores y regresé en un organismo humanoide; así reconquisté trabajosamente el estado de animal racional que otrora perdiera.
En ese mi nuevo estado de "bípedo tricerebrado o tricentrado", rememoraba, evocaba insólitos sucesos abismales; ni remotamente deseaba volver al mundo soterrado; anhelaba aprovechar sabiamente el nuevo ciclo de ciento ocho vidas que ahora se me asignaban para mi "Autorrealización Íntima". La experiencia pretérita había dejado dolorosas cicatrices en el fondo de mi alma; en modo alguno estaba dispuesto a repetir los procesos involutivos de los Mundos-Infiernos.
Por esa época la civilización de dicho planeta había llegado a su cúspide; los habitantes de aquel mundo tenían naves marítimas y gigantescas ciudades ultramodernas, poderosas industrias y comercio, universidades de todo tipo, etc., etc., etc.; desafortunadamente no se coordinaba en modo alguno tal orden de cosas con las inquietudes del espíritu.
En una cualquiera de mis nuevas existencias humanoides, con la conciencia inquieta, como sintiendo un extraño terror, resolví inquirir, indagar, buscar el camino secreto.
Dice un proverbio de la sabiduría antigua: "Cuando el discípulo está preparado, el maestro aparece". El gurú, el guía apareció para sacarme de las tinieblas a la luz; él me enseñó los misterios de la vida y la muerte; él me indicó la Senda del Filo de la Navaja.
Así devino el Misterio del Áureo Florecer; yo comprendía a fondo mi propia situación; sabía que tan solo era un pobre homúnculo racional, mas anhelaba convertirme en un "Hombre verdadero" y es obvio que lo logré en aquel gran día cósmico, en aquel anteayer sideral, muchísimo antes del Mahanvantara de Padma de Loto de Oro.
Desgraciadamente por aquellos tiempos tan remotos, cuando apenas iniciaba mis estudios esotéricos a los pies del maestro, no gozaba de fortuna alguna; mi familia -habitantes de aquel mundo- vivía en la pobreza; una hermana que velaba por la casa ganaba míseros centavos en el mercado público vendiendo frutas y verduras; yo solía acompañarle.
En alguna ocasión me encerraron en una horrenda prisión sin motivo de ninguna especie. Mucho tiempo anduve tras las rejas crueles de aquella cárcel; empero -y esto es curioso- nadie me acusaba; no existía delito que perseguir; se trataba de un caso muy especial, y para colmo ni siquiera figuraba mi nombre en la lista de presos; obviamente existía cierto tipo de persecución secreta contra los iniciados; así lo vine a comprender.
Pacientemente, en espera de alguna oportunidad, acechaba cualquier instante venturoso con el propósito de escapar... Varias veces lo intenté en vano; mas al fin, un día de esos tantos, los guardas sin saber cómo ni porqué se olvidaron de una puerta dejándola abierta; es incuestionable que de ninguna manera estaba dispuesto a perder la tan anhelada oportunidad; en cuestión de segundos salí de aquella prisión dando después ciertos rodeos a una plaza de mercado con el deseo de despertar a algunos policías que me alcanzaron a ver y que me seguían; de todas manera triunfé en el intento y me alejé de aquella ciudad para siempre.
Concluiré diciendo que sólo trabajando en la Fragua Encendida de Vulcano logré entonces convertirme en Hombre Auténtico.

2. En nombre de la verdad he de decir que a mí como iniciado o boddhisattwa me tocó trabajar en pasados mahanvantaras y conocí la antigua Tierra-Luna. Entonces aquel satélite era aún un mundo como el nuestro: tenía minerales, rica vida vegetal, animal y humana; mares tempestuosos y volcanes en erupción, etc.
Todos los satélites de nuestro sistema solar formaron parte del pasado sistema solar que en esoterismo se le denomina "Cadena Lunar".
Cualquier sistema solar nace, crece, envejece y muere, así fue la cadena lunar, incluyendo a la Luna que nos ilumina la noche, que era un mundo de varios mundos de la Cadena Lunar.
Al tiempo de actividad se le denomina en esoterismo Mahanvantara; a la noche cósmica se le denomina Pralaya.
Así pues, la Luna tuvo vida y es la madre de la Tierra, esto hay que comprenderlo.

3. Yo conocí a Ushanas o Uriel en el continente Polar durante la primera raza; escribió un precioso libro con caracteres rúnicos.
Shucra, o sea el Regente el planeta Venus, encarnó en la Tierra como Ushanas, en hebreo Uriel, y dio a los habitantes de este mundo leyes perfectas que desgraciadamente fueron violadas en los siglos posteriores.

4. En los tiempos arcaicos, allá en la Lemuría, conseguí el Elixir de la Larga Vida, éste se fundamenta en la substancia primordial que puede hacer reverdecer la vida, éste es el "Néctar de los Dioses", lo que Paracelso llama Ens Seminis donde se encuentra el ens virtutis.
En el continente "Mu" o Lemuria, que estaba situado en el gigantesco Océano Pacífico, la Blanca Hermandad me concedió el elixir maravilloso, el “Regalo de Cupido" con el cual uno puede conservar el cuerpo durante millones de años. Pude conservar el cuerpo físico durante millones de años en la Atlántida; fui un inmortal. Comenzando la primera subraza aria me pasó lo que al conde Zanoni, que por haberse enamorado de una corista de Nápoles le quitaron su cuerpo inmortal. Fue así como quedé reencarnado en distintos cuerpos, hasta ahora que he vuelto para arriba.
Afortunadamente ya estoy de pie a pesar de haber reincidido en el mismo delito.
Mi Divina Madre Kundalini me llevó posteriormente al interior de una caverna en la profundidad de la montaña y entonces vi lluvias, lágrimas y torrentes de agua turbia, amarguras y lodo, miseria, etc., etc. ¡Ved el porvenir que os aguarda!, exclamó mi Madre... ¡Inútiles fueron mis súplicas! no merecía el perdón; era un reincidente en el delito; al fin la vi encerrarse dentro del chacra muladhara en el hueso coxigeo, y entonces ¡Ay de mí! ¡Ay! ¡Ay!

5. Recuerdo por allá en los tiempos en que la América del Sur estaba unida a los sumergidos continentes de la Lemuria y la Atlántida, un caso muy interesante:
Una joven india, prometida de un galán de la misma tribu, sufría horriblemente a consecuencia de rencillas que amenazaban frustrar el convenido matrimonio. Como médico mago de la tribu que era, fui consultado por la amargada mujer a quien prometí ayudar, y operé en seguida con el elemental del Gualanday en la siguiente forma:
A la salida del sol, con el rostro hacia el Oriente, la cabeza cubierta con un manto, acerquéme al Gualanday. Hecho el conocido ritual cogí dos de sus ramas simbolizando a los novios; con una rama en cada mano y de frente hacia el sitio donde moraba el novio, pronuncie por tres veces el mantram del Gualanday: “Tisando, Tisando, Tisando”. Ordené al elemental trasladarse a la residencia de los novios, concluir las rencillas y armonizar a la pareja y no separarse del trabajo hasta que no se cumpliera el mandato.
Realizada esta operación, coloqué las ramas del Gualanday sobre dos troncos de palo, en el suelo; azoté las ramas contra los troncos hasta desprender las hojas; entregué éstas a la novia para que fueran cocinadas con los alimentos del novio. La pareja se desposó al poco tiempo y fueron felices. Nada más eficaz para destruir las rencillas de los casados que el ritual del Gualanday.

6. En aquellas épocas primitivas de la América del Sur, cuando la Lemuria y la Atlántida aún no se habían sumergido, recuerdo algo muy interesante. Una señora fue abandonada por su marido, quedando en una situación verdaderamente lamentable. Yo entonces, condolido de la pobre mujer, realicé un trabajo de magia elemental con el árbol del guayabo.
Encendí una cera grande, sobre una pieza de ropa usada por el hombre. Arranqué unas ramas del árbol del Guayabo y las puse junto a la cera, ordenándole imperiosamente al elemental del guayabo traer a la casa al marido ausente.
Este trabajo resultó sorprendente, el resultado fue maravilloso: El hombre volvió arrepentido a su casa.

7. En épocas de la Lemuria, un Gran Señor de la Luz, un mago blanco, quiso extraviarse por real camino negro, yo le amonesté con mis consejos para detenerlo, más él insistía en sus propósitos. Me vi obligado a operar con el elemental del fique, poseedor de grandes poderes, para impedirle tan funesta decisión.
Ritualicé de la forma ya conocida. Corté una de sus hojas, la puse entre las palmas de mis manos y pronuncié varias veces los tres mantrams del elemental del fique: “Libib, Leoninas, Lenonón”. Ordené imperiosamente al elemental viajar hacia el lugar donde moraba el mago blanco que corría el peligro de extraviarse por el camino negro. El elemental tomó la forma de un cabrito y se sumergió en la atmósfera del mago, cumpliendo exactamente las órdenes que le di: desintegrar los malos pensamientos y fortificar los buenos.

8. Yo conocí la raza Lemúrica hermafrodita. Me viene en estos instantes a la memoria aquellos terribles volcanes en erupción constante. ¡Qué tiempos! Todos nosotros los Iniciados usábamos normalmente cierta vestidura sacerdotal muy común; aquellas túnicas sacras veneradas resaltan espléndidas con los colores blanco y negro que simbolizan la lucha tremenda entre el espíritu y la materia. Era digno de admirarse y verse aquellos gigantes lemures con sus nobles vestiduras y aquellas sandalias que ostentaban grandes borlas.
En el entrecejo de aquellos colosos resaltaba la Glándula Pituitaria, el Sexto Sentido, porta-luz y paje de la Glándula Pineal. Entonces la vida de cualquier individuo tenía un promedio de doce a quince siglos.
Y se levantaron gigantescas ciudades protegidas con enormes piedras formadas con lava de volcanes. Conocí también los últimos tiempos de la Tercera Raza y viví en aquella época citada por el Génesis, esa antigua edad en que Adán y Eva fueron arrojados del Edén. Por esos tiempos ya la humanidad se había dividido en sexos opuestos; el acto sexual fue entonces un sacramento que sólo se podía realizar dentro de los templos.
En determinadas épocas lunares, las tribus lemures realizaban largos viajes, salían en peregrinaciones rumbo a los santos lugares con el propósito de multiplicar la especie (recordemos los viajes de Luna de Miel).
Los lemures éramos todos hijos de la Voluntad y el Yoga; en la cópula sólo se usaba el Maithuna; nadie cometía el error de eyacular la Entidad del Semen.
Yo vivía en el campo con mi tribu, lejos de las amuralladas ciudades ciclópeas, morábamos en una gran choza, rancho o cabaña. Cerca a nuestra redondeada residencia con techo de palma, recuerdo con entera claridad que había un cuartel; los guerreros de la tribu se reunían allí.
Sucedió que cierta noche, todos nosotros fascinados por un extraño poder luciférico resolvimos realizar el acto sexual fuera del templo; cada pareja se entregó a la lujuria. Muy de mañana y como si nada hubiera sucedido, tuvimos el descaro, la desvergüenza, la insolencia, el atrevimiento de presentarnos como siempre en el templo. Entonces sucedió algo insólito, algo terrible. Vimos todos a un Dios de Justicia, a un gran maestro vestido con albas e inmaculadas vestiduras sacerdotales, que amenazándonos con una espada encendida que se revolvía por todos lados, nos dijo: "¡Fuera, indignos!". Es claro que huimos aterrorizados.
Es obvio que este acontecimiento se repitió en todos los rincones del enorme continente Mu. Así fue como la humanidad, Adan-Eva, fue sacada del Huerto del Edén.

9. Ha mucho tiempo, en la noche profunda de los siglos, allá en el continente Mu o Lemuria, conocí a Jahvé, aquel ángel caído del cual habla Saturnino de Antioquía.
Ciertamente Jahvé era un venerable maestro de la Blanca Hermandad, un ángel glorioso de precedentes mahanvantaras.
Le conocí, le vi, fue un sacerdote y guerrero entre las gentes de la Lemuria; todos le amaban, adoraban y veneraban.
Los hierofantes de la raza purpúrea le concedieron el alto honor de usar cimera, casco, escudo y espada de oro puro. Resplandecía aquel sacerdote guerrero como llama de oro bajo la selva espesa del sol. En su simbólico escudo, Vulcano había grabado muchas profecías y terribles advertencias.
¡Ay!, ¡Ay!, ¡Ay!, este hombre cometió el error de traicionar a los Misterios de Vulcano.
Los luciferes de aquella edad que flotaban en la atmósfera del viejo continente Mu le enseñaron Tantrismo Negro, Maithuna con eyaculación del Ens seminis. Lo más grave fue que ese hombre tan amado y venerado por todo el mundo, se dejó convencer y practicó ese tipo pernicioso de Magia Sexual con distintas mujeres.
Entonces, es claro, descendió por el canal medular la serpiente ígnea de nuestros mágicos poderes y se proyectó hacia abajo desde el coxis, formando y desarrollando en el cuerpo astral de Jahvé el abominable órgano Kundartiguador.
Así cayó aquel ángel, se convirtió a través de todas las edades en un demonio terriblemente perverso.
En los Mundos Superiores hemos encontrado muchas veces a la esposa sacerdotisa de Jahvé; es un ángel inefable. Inútiles fueron los esfuerzos de ese hombre por convencer a su esposa; ella jamás aceptó el Tantrismo Negro de los tenebrosos y prefirió el divorcio antes que meterse por el camino negro.
Jahvé es aquel demonio que tentó a Jesús el Cristo en el desierto durante el ayuno.

10. Yo fui testigo presencial de todas las catástrofes volcánicas que acabaron con el continente Mu.
Es evidente que a través de más de diez mil años de incesantes terremotos y de pavorosos maremotos, aquella tierra antigua se sumergió entre las procelosas aguas del océano Pacífico.
Es algo patético, claro y definitivo, que conforme aquel viejo continente se fue sumergiendo lentamente entre las olas embravecidas del borrascoso océano, la Atlántida aquella de Platón surgió paulatinamente de entre las profundas aguas del Atlántico.
Incuestionablemente yo viví también con mi cuerpo lemur en "El País de las Lomas de Barro", conocí sus poderosas civilizaciones, muy superiores a la actual, y le vi sumergirse entre las furiosas olas del océano que lleva su nombre.
Antes de que la Estrella Bal cayera en el lugar donde ahora hay sólo mar y cielo, antes de que las siete ciudades con sus puertas de oro y templos transparentes temblaran y se estremecieran como las hojas de un árbol movidas por la tormenta, yo salí de allí rumbo a la meseta central del Asia, a ese lugar donde hoy está el Tíbet. En esa zona de la tierra se mezclaron los sobrevivientes atlantes con los nórdicos, así se formó la Primera Subraza de nuestra actual Raza Aria.
El guía salvador de los atlantes elegidos, aquel que los sacara del “País de las Lomas de Barro", fue el Noé bíblico, el Manú Vaivasvata, el fundador de la Raza Aria.
Aún recuerdo allende el tiempo y la distancia, aquellos festivales cósmicos que entonces se celebraban en nuestro monasterio.
Por aquellos tiempos era yo siempre recibido allí con mucha veneración; exótico resultaba viviendo con cuerpo lemur en pleno mundo ario.
Volví a mis antiguas andanzas, reincidiendo en el delito me enamoré otra vez de la Eva seductora de la mitología hebraica y me tragué el fruto prohibido. Tal doncella de misteriosos encantos, para mí estaba prohibida; empero debo decir que rendido caí en los pies de la fémina deliciosa.
Mi Divina Madre Kundalini me llevó posteriormente al interior de una caverna, en la profundidad de una montaña, y entonces vi lluvias, lágrimas y torrentes de agua turbia, amarguras y lodo, miseria, etc., etc., etc. ¡Ved el porvenir que os aguarda!, exclamó mi Madre... Inútiles fueron mis súplicas, no merecía el perdón; era un reincidente en el delito; al fin la vi encerrarse dentro del chacra Muladhara en el hueso coxígeo, y entonces ¡Ay de mí! ¡Ay! ¡Ay!

11. La Lemuria, un gigantesco continente, estaba situado allá en el océano Pacífico; tenía un clima sumamente tropical, tremendamente tropical. Los volcanes hacían erupción constantemente.
La vida era muy distinta en aquella época de como lo es ahora. Todo el mundo parlaba en el lenguaje de la Luz. Si queríamos saludar a alguien no decíamos "Good morning" o "Buenos días", sencillamente nos llevábamos la mano al corazón y decíamos "Aibú", y el otro contestaba "Aibú". Hablábamos un lenguaje muy distinto, era más bien cantadito, y un lenguaje superior, y teníamos poder sobre los elementos: el fuego, el aire, el agua, la tierra, yo mismo caminaba por entre esas multitudes lemúricas.
Recuerdo pues los poderes; cómo podía desatar el rayo, las tempestades. Nosotros habíamos venido de otros mahanvantaras; conocíamos la vida. Más tarde cometimos el error de tomar esposas cuando se nos estaba prohibido, entonces nos tocó sufrir mucho, sufrir para volver a levantarnos.
Así pues, conocí la Lemuria en el océano Pacífico; al fin se hundió a través de 10.000 años de incesantes terremotos, por "sol de lluvia de fuego y grandes terremotos", como dicen los aztecas. Todo eso lo conocí entre el fuego y los terremotos, se hundió la Lemuria en el Pacífico a través de 10.000 años.
Hubo sobrevivientes, algunos de esos involucionaron tanto que se volvieron liliputienses.
Hace poco en Bolivia encontraron un grupo de liliputienses; tenían un pueblito; pero esto no es la historia de pulgarcito, eran así como de unos 10 centímetros; los más altos eran gigantes, tenían 20 centímetros, y el pueblito era todo de casitas que parecían de muñecos, un muñequero, y las ollitas, ¿cómo sería donde cocinaban los liliputienses? Todo era chiquito.
Pero de la noche a la mañana las gentes aquellas desaparecieron. ¿Qué se hicieron?, se metieron dentro de la cuarta vertical y se fueron; estos eran lemures ya involucionantes. Sin embargo el pueblito se conserva, y aquella tribu que habita en esa región no permite jamás que un civilizado se acerque a ese pueblito que está custodiado por la tribu. Es un pueblito que parece de muñecos, con varios cerros que lo rodean, elevadísimos; cada cerro es tan alto que cuando mucho puede llegar a tener tres metros, pero para ellos es un gran cerro.
  1   2   3   4   5   6   7   8   9   ...   34

similar:

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconSamael aun weor avatara de acuario quinta edicióN, MÉxico 1969

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconMagia práctica samael aun weor buda maitreya kalki avatara de la nueva era de acuario
«tratado de medicina oculta y magia práctica», ha sido entregada como «Mensaje de Navidad 1977-1978»

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconExperiencias del priv en extensión agropecuaria

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconExperiencias de alumnos en Preescolar a través del contacto inicial con la Geometría

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconLo mejor para el acuario natural y de arrecife

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconDli (acuario): Masculino, Aire, Fijo

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconLa historia de la medicina está repleta de anécdotas históricas referidas...

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconMagia practica samael aun weor buda maitreya kalki avatara

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconLa Rama Secular del Instituto religioso de los Sagrados Corazones...
«tercera rama» del árbol congregacional. En éste, que es el último número de Com-Union del sexenio, hemos podido reunir las experiencias...

Experiencias y Anécdotas del Avatara de Acuario iconProblemas con las algas en el acuario, verdes, marrones, hilos blancos, etc


Medicina



Todos los derechos reservados. Copyright © 2015
contactos
med.se-todo.com