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> en uno el botiquín. Después de encontrarla, regresó. Se > sentó frente al monitor y comenzó a herir sus > tetillas, Ella empezó a masturbarse mientras > miraba la sangre correr por el pecho de su > esclavo virtual. > > Bella dice: > Ahora, hiere tu verga. > Sus ojos se desorbitaron al leer la orden de su ama. Se > levantó abruptamente de su asiento. Regresó al > baño. En una mano la navaja, en la otra, su miembro. > Volvió frente al monitor. Experimentaba esa sensación > entre miedo y placer que caracteriza a los de su condición. > Sabía que tenía que cumplir. > > Bella dice: > Si te parezco muy ruda debe ser porque eres > un pobre diablo > Solitario dice: > No es fácil, ama. > Bella dice: > Vete a la chingada wey. > Bella cerró su Webcams y salió del Messenger. > > Todas las noches la buscaba en la red. Su obsesión lo > llevó a dejar el trabajo y encerrarse en casa para > acecharla en línea. Un tarde, despertó frente a la > computadora, descubrió que su ama había entrado al > Messenger. > > Bella dice: > Hola, perro viejo. > Solitario dice: > Ama, no he dejado de pensar en usted. > Bella dice > Prende tu cam. > Solitario dice. > Si le parece mejor, ama, prefiero que nos veamos en > persona > > Bella dice: > Aún no se si sea buena idea, dejas mucho > que desear, resultaste ser un cobarde. > Solitario dice: > No lo soy, pero sería mejor que usted me mutile. > Al terminar esa frase, abrió su webcam y dirigió > una mirada retadora a Bella > > Bella dice: > Dame tu dirección. > Solitario dice: > Donceles 34, departamento 5, en el centro ¿Viene > ahora, ama? > Bella en realidad no deseaba asistir a la cita, > pero tampoco quería dejar la relación que había > conseguido con Solitario; su interés estaba > solo en dominarlo en línea. Manipularlo y obligarlo a > que se mutilara era lo que verdaderamente la excitaba. > > Bella dice: > Quiero verte sangrar. > Solitario sacó su navaja y mostró cómo se > abría la piel del pecho. La hoja de acero terminó > su viaje en la ingle. Con la punta del arma se provocó una > herida en el glande. Ella lo recompensó enseñándole su > vagina recién depilada. Le aseguró que se verían el fin > de semana. Luego, su ama salió de línea. > > Solitario dejó su auto a unas cuadras del metro, sitio > que ella eligió para verse. Debido al tráfico, llegó un > poco más tarde al lugar de reunión. Los nervios se lo > comían, seguramente su ama se enojaría con él. Pero se > tranquilizó al descubrir que aún no estaba Bella en la > entrada del subterráneo. Prendió un cigarro y lo > fumó pacientemente. Pasaron quince minutos y > ella no aparecía, la inseguridad y miedo > hicieron que se maldijera al no tener forma de > localizarla. Entró al metro, esperando verla entre > los pasajeros que salían de la estación. Tras una hora > de espera, comenzó a llover. No le importó > mojarse. Cruzaba una y otra vez la avenida para > cerciorarse que ella no estuviera esperándolo en la otra > entrada. La calle se inundó. Treinta minutos después > le pareció reconocerla en una mujer que se acercaba. No > estaba seguro, pues la lluvia había cubierto los espejos de > sus lentes. > > - Hola ¿Eres Bella Uganda? > -No señor – la mujer entro a un auto que la > aguardaba. > - ¡Puta! – gritó para expulsar sus demonios. > Un muchacho corpulento salió del vehículo, traía > un bate y lo utilizó para tirar un par de tiros de línea > contra la cabeza de Solitario. > > - ¡Puta la que te parió, pendejo! > Pero los golpes no dolían. El sentimiento de sentirse > engañado, plantado por Bella era lo que hería. Lastimado, > caminó hasta su auto. Condujo en círculos por si veía a > su ama. Finalmente se dio por vencido y regresó a casa. > Entró al baño. Examinó su rostro: negros hematomas > rodeaban sus ojos, su boca estaba destrozada y el bate le > había tirado un par de dientes. Tomó un analgésico e > intentó dormir. Pero necesitaba hablar con Bella. Así que > fue frente a la computadora y la encendió. Acceso al > Messenger. Su ama estaba en línea. > > Bella dice: > Hola, perro viejo. Abre tu cam. > Solitario obedeció. Mostró su rostro amoratado. > Bella dice: > ¿Qué te pasó? > Solitario dice: > Le dije puta a una chica que me dijo no > ser tú, ella si llegó a su cita. El > hombre que la esperaba me golpeó. > > Bella dice: > ¿Me estás reclamando algo, pendejo? > Solitario dice: > No, sólo respondo a lo que me preguntó, ama. Necesito > verla. > Bella dice: > No puedo ahora. > Solitario dice: > Tiene que ser ahora o buscaré a otra ama. > > Bella dice: > Las reglas las pongo yo, no tú. > Solitario dice: > ¿No le intereso, ama? Venga a cortarme la verga y > obligarme a comerla. Obedeceré en todo. Si lo desea, mi > boca será su baño. > Bella nunca había llegado tan lejos. Es decir, era una > dominatrix virtual. Su placer se encontraba en la distancia, > en el morbo. Solitario era un esclavo dispuesto a todo. Eso > era lo excitante. > > Bella dice: > Esta bien, iré a lastimarte y herirte > personalmente la verga y tu podrás cogerme, > pero quiero que vuelvas a cortarte la verga. Quiero > ver cómo fluye tu sangre. > Mentía, lo sabía bien. Pensó en bloquearla, pero su > condición lo orillaba a obedecer. Pero incluso un esclavo > puede revelarse y complacer. Se levantó. Regresó con un > par de enormes tijeras. > > Solitario dice: > Esto es para usted, ama. > Amputó un par de dedos de su mano izquierda. Bella nunca > había visto tanta sangre derramada. Comenzó a acariciarse > la vagina. Explotó en un orgasmo único. Una inusual > euforia la invadió. > > Solitario dice: > Siempre tendremos este Infierno particular para > encontrarnos, ama. |
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![]() | «Acércate a un tío que te ponga y habla con él», le había dicho Holly antes de desaparecer entre el gentío. «Déjale claro que quieres... | ![]() | «él». A punto de moverse, contempló la larga y bonita pierna y se quedó quieto. La testosterona dominó al sentido común |
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![]() | «Vaya con cuidado porque son locos de remate». Llego a las doce en punto. Se abrió paso con su andar ligero por entre las mesas de... | ![]() | |
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