Introducción: definición de evolución y breve historia




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ANTROPOGÉNESIS. NATURALEZA Y CULTURA


ÍNDICE

  1. Introducción: definición de evolución y breve historia

  2. La teoría de la evolución

  3. La periferia animal o circum-mundo

  4. El origen del hombre

  5. Naturaleza y libertad

  6. La cultura: una continuación de la naturaleza

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1. Introducción: definición de evolución y breve historia

Del latín evolvere, el término evolución significaba originariamente desarrollo, desenvolvimiento o paso de un estado a otro de una forma paulatina o gradual. En este sentido evolución era antónimo de revolución, como cambio brusco de un estado a otro. No obstante, a partir del éxito de la teoría darwinista de la evolución, el concepto de evolución o de evolucionismo pasó a designar a una serie de teorías que intentaban explicar el mundo natural a partir de un progresivo cambio de unas especies a otras.

En términos generales, las teorías evolutivas sostienen que todas las especies vivientes actuales proceden de otras anteriores, que están sometidas a cambio constantes y que hay una continuidad en el mundo biológico. La aparición de estas teorías, sobre todo a partir del siglo XIX, supuso un enorme cambio a la hora de entender el mundo biológico y, dado que el hombre es un ser vivo más, la realidad humana. Y como gran cambio en el pensamiento, el evolucionismo suscitó o reavivó una serie de importantes cuestiones filosóficas que podrían ser agrupadas en cuatro grupos:

1. Validez y veracidad de la propia teoría de la evolución: si bien en un principio ocasionó mucha polémica y fue rechazada por gran parte de la comunidad intelectual, a partir de 1930 la teoría de la evolución es aceptada por la gran mayoría de la comunidad científica. Mientras que anteriormente se acusó al evolucionismo de ser una teoría más a la hora de explicar el mundo natural, ahora se la considera un hecho. No obstante, aún no hay ninguna prueba fuera de laboratorio que haya demostrado el surgimiento de una nueva especie en la naturaleza. Karl Popper afirmó que uno de los principales problemas del evolucionismo es que no era falsable y lo calificó como un gran programa metafísico, si bien, al final de su vida, matizó su opinión.

2. El origen de la vida: ¿Proviene la vida de la creación divina? ¿O procede de una generación espontánea a partir de materia inerte? ¿Cómo surgió? ¿Qué procesos se dieron para que ocurriera? ¿Podríamos crear vida en un laboratorio?

3. El problema de la teleología: ¿Tiene la evolución una finalidad dada o es mero fruto del azar? ¿Y si tuviese finalidad sería a partir de una planificación divina o de otros fines distintos?. Teoría del Diseño Inteligente.

4. El problema del mecanismo evolutivo: cuando Darwin publicó el Origen de las especies en 1859 se ignoraba cuáles eran los mecanismos internos que producían los cambios en los individuos y que acababan por dar a luz a una nueva especie. Con las leyes de la herencia de Mendel y el descubrimiento del ADN por parte de Watson y Crick, parece haberse descubierto la base de tales cambios. Sin embargo, aún no está claro y existen muchas discusiones acerca de cómo es posible que pequeñas mutaciones en la replicación del ADN (cuando la mayoría de ellas son nefastas para el individuo) puedan haber dado lugar a la ingente variabilidad de lo real. Por otro lado, también se discute hoy en día si la selección natural es tan primordial como se pensaba o si otros factores (como el aislamiento) tienen también importancia.

1.1. Antecedentes históricos del evolucionismo

Todas las culturas humanas tienen mitos sobre el origen del mundo, del hombre y de las diferentes criaturas. La tradición judeo-cristiana atribuye el origen de los seres vivos a su creación por parte de un Dios omnipotente. Los filósofos de la Grecia Clásica propusieron algunos mitos sobre la evolución, algunos de ellos con reminiscencias evolucionistas. Anaximandro propuso que los animales pueden ser transformados de un tipo a otro. Empédocles especula con que los animales se forman como un rompecabezas, poniendo juntas partes preexistentes que se ajustan unas con otras en combinaciones funcionales. Anaxágoras cree que en todo hay una parte del todo, partículas homeómeras. Más cercanas a las ideas evolutivas modernas son las nociones propuestas por la Iglesia cristiana primitiva por parte de algunos padres de la misma. San Gregorio Nacianceno (330-390) y San Agustín (354-430), por ejemplo, sostienen que no todas las especies de plantas y animales fueron creadas desde el principio por Dios, sino que algunas se han desarrollado en tiempos más recientes a partir de especies o “semillas” creadas por él. No todas las especies existían ya en la época del arca de Noé, muchas de ellas aparecieron después del diluvio universal (quizá San Agustín o San Gregorio pensaban que era imposible construir una embarcación en aquella época en la que cupiesen una pareja de todos los animales que existían).

En la Edad Media, el interés en materias científicas era prácticamente nulo. Ciertas concepciones transformistas aparecen de forma incidental en las obras de San Alberto Magno (1200-1280) y Santo Tomás de Aquino (1224-1274). Santo Tomás se plantea la cuestión de si es posible que larvas y moscas surjan de forma espontánea en la carne putrefacta y otras materias en descomposición, tal como se creía en su época. Santo Tomás no se decanta por el sí ni por el no, sino que afirma que es una cuestión que solo incumbe a científicos y no a teólogos ni a filósofos.

A partir del Siglo XVIII en la Francia del pensamiento iluminista la idea de progreso cobrará gran fuerza. Pensadores como Diderot (1713-1784) o Condorcet (1743-1794), defenderán la idea de que un mundo guiado por la ciencia y la razón, tenderá a un progreso hacia estadios mejores. Sin embargo, su fe en el progreso no les llevó a concebir o defender una teoría de la evolución. El matemático Pierre Luis Moreau de Maupertius (1698-1759) admite la generación espontánea y la extinción de especies, pero tampoco propone una teoría de la evolución. Va a ser en el siglo siguiente, y a partir del auge de las ciencias naturales aplicadas al estudio de los seres vivos, cuando el evolucionismo vaya tomando realmente forma.

1.2. Linneo

Linneo (1707-1778) va a ser el máximo representante del fijismo: existen tantas especies como formas creó en un principio el Supremo Hacedor. Sobre esta base publica en 1737 su Systema naturae, en donde propone una clasificación de plantas y animales. La novedad de esta obra reside en que hasta entonces, las clasificaciones de las especies vegetales se habían hecho o bien por orden alfabético, o bien siguiendo criterios como su utilidad (ej: plantas medicinales o malas hierbas) o su lugar geográfico; Linneo clasifica las plantas según sus mecanismos de polinización y fructificación, es decir, según características naturales. Sin embargo, no se percató que de esta manera establecía ciertas relaciones de parentesco. Para Linneo una clasificación sistemática de plantas y animales no era más que una exposición del plan del creador.

1.3. Buffon

Buffon, contemporáneo de Linneo, expresó sus ideas acerca de la evolución en su monumental Historia natural (1749-1787). Observando la secuencia de fósiles de plantas y animales llegó a concluir que las especies se iban “relevando” unas a otras. También pensó que la corteza terrestre se había ido formando paulatinamente por la sucesiva acumulación de depósitos sedimentarios; apunta la idea de un origen común de todas las especies, emparentadas en un único ser inicial que daría lugar a todos los demás; subraya la importancia de los factores ecológicos, estructurales y etológicos en contra de los puramente morfológicos o fisiológicos, a la hora de estudiar a los seres vivos (plantea una perspectiva de estudio más global); y, en general, aporta un sistema opuesto al de Linneo, en donde se entiende la naturaleza como un conjunto de procesos llenos de dinamismo y autonomía, en donde ya no cabe la providencia divina, sino las propias leyes de la naturaleza. Quizá su máxima aportación fue la definición de especie: una sucesión de seres que son parecidos y que se reproducen (la importancia de esta definición es que introduce el factor tiempo. Para Buffon un ser eterno no es una especie, ya que ésta se define por su dinamismo, por la sucesión, relevación constante de individuos).

Sin embargo, pronto se vio sometido a una fuerte represión, viéndose obligado a dar explicaciones ante la facultad de Teología de la Sorbona, en la que declaró que sus ideas no eran más que puras especulaciones filosóficas sin ningún valor frente a la Biblia. Además, al final de su Historia natural, reniega de sus ideas transformistas afirmando el fijismo defendido por la teología. ¿Hizo esto por creencia religiosa, para decir lo que pensaba sin tener problemas con la Iglesia o por falta de carácter?

1.4. Lamarck

En 1809 Lamarck publica su Filosofía zoológica. Allí defiende que la naturaleza partió de los seres más simples hacia los más complejos y perfectos. Esta complejidad no se debe a un principio interno dentro de cada especie sino a factores externos. No es la forma de los cuerpos o de sus partes la que configura las costumbres de los animales de cada una de las especies, sino que son las circunstancias, el entorno, las que van configurando a los seres vivos.

Así, Lamarck propuso tres leyes:

  1. La función crea el órgano: el empleo frecuente y continuado de un órgano va fortificando poco a poco dicho órgano, lo desarrolla, aumenta su tamaño y le confiere una potencia proporcionada a la duración de su uso. También es posible que se cree un órgano nuevo si las circunstancias lo hacen necesario. De inverso modo, el desuso de un determinado órgano, hará que este se atrofie, se deteriore, y que acabe por desaparecer.

  2. El uso continuo de un órgano tenderá a desarrollarlo, mientras que el desuso tenderá a atrofiarlo hasta hacerlo desaparecer.

  3. Los caracteres y órganos conseguidos por los individuos a lo largo de su vida se transmiten a sus descendientes.

Lamarck ilustra estas tres leyes con múltiples ejemplos: los reptiles han perdido las patas por la costumbre de arrastrarse sobre la tierra y ocultarse bajo la hierba, y cuyo cuerpo ha adquirido una forma alargada debido a repetidos esfuerzos como pasar por lugares estrechos. Es ya célebre el ejemplo del cuello de las jirafas, que tendrían largos el cuello y las patas debido al continuo esfuerzo de estirarse para poder comer las hojas más altas de los árboles. No obstante, los problemas de esta teoría son evidentes: si bien un individuo puede potenciar ciertos órganos (por ejemplo, un deportista sus músculos), esto no quiere decir que sus descendientes nazcan con esos órganos igualmente desarrollados, es decir, que las mejoras que el entorno haya producido en determinados individuos no son hereditarias. Lamarck pensaba que para obtener ratas que no tuviesen cola bastaría con cortar la cola a varias generaciones de ratas, hasta que sus descendientes no las tuvieran. La experiencia nos demuestra que esto no ocurre así.

Por otro lado, en contra de Darwin, Lamarck pensaba en el progreso de la evolución, es decir, en que ésta producía seres cada vez más perfectos. Se entendía que los seres eran cada vez más complejos, más organizados. Sin embargo, incluso si aceptamos el lamarckismo como válido, la evolución no tiene por qué dar individuos más perfectos, ya que si, por ejemplo, el entorno de una especie cambia y hace más fáciles sus circunstancias de supervivencia, los órganos que antes tenía tan desarrollados para afrontar sus condiciones de vida, ahora tenderán a atrofiarse, y los descendientes serán menos “perfectos” que sus padres. Aunque Lamarck nunca explicó esta tendencia a la perfección, sus seguidores lo intentaron desde una especie de finalismo vitalista, creyendo que la evolución era un proceso unidireccional y que los seres, en virtud a un ímpetu vital, tendían a la perfección.

Aunque la teoría de Lamarck es hoy inviable dado que las evidencias de la biología y la paleontología no dejan lugar a dudas, fue el primero en proponer un mecanismo para la evolución. Ni el propio Darwin, a pesar de que el conjunto de su teoría fuese más acertada, propuso un mecanismo que explicara los cambios en los seres vivos.

1.5. George Cuvier

A pesar de que la teoría de Lamarck era ingeniosa y sencilla, no tuvo mucho éxito. Fue ferozmente combatida, entre otros, por la brillante personalidad de George Cuvier (1769-1832). Fundador de la anatomía comparada y de la paleontología, estudió yacimientos fósiles que contenían diferentes tipos de especies. Las diferentes capas o estratos geológicos daban cuenta de diferentes etapas o épocas históricas de la tierra. Así, si unas especies se encontraban en unos determinados estratos era porque habían vivido en esas épocas y no se encontraban en otros o en la actualidad porque se habían extinguido. ¿Cómo justificar la desaparición masiva de tantas especies? Cuvier propuso la teoría del catastrofismo. A lo largo de la historia natural, se habían producido repetidos cataclismos que provocaron la muerte de la gran mayoría de especies que habitaban en la región afectada. Cuvier, adherido al fijismo de Linneo, afirmaba que las especies han existido inmutables desde la creación, y no aceptaba ningún tipo de evolucionismo. No obstante, existía un problema: ¿Por qué no se encontraban fósiles de las especies que existen en la actualidad? Para resolver esta cuestión sin salirse del fijismo, el catastrofismo se complementó con la teoría del creacionismo: Dios creó en diferentes momentos nuevas especies. No es que unas especies evolucionaran de otras, sino que las que aparecen nuevas (ya que no encontramos sus fósiles), son creadas por Dios en momentos distintos. Un discípulo de Cuvier, D’Orbigny, señaló la existencia de 27 creaciones distintas.

El catastrofismo fue muy aplaudido en su época, debido a la gran personalidad de Cuvier (famoso es su encuentro con el lamarckista Saint-Hilaire, a quien dejó en la más absoluta evidencia) y también a su concordancia con las Sagradas Escrituras (en la Biblia se nos describen grandes catástrofes como la del diluvio universal). Sin embargo, los datos paleontológicos que Cuvier utilizó para justificar su teoría acabaron por volverse en su contra, dando posteriormente, la razón a sus enemigos.

Sus principales aportaciones estuvieron en el campo de la paleontología (desde donde reconstruyó 160 especies extinguidas) con su ley de la correlación de formas (base de la actual paleontología en cuanto a las reconstrucciones se refiere), y en el de la anatomía comparada (con su ley de la subordinación de órganos: cuando una parte del organismo cambia, afecta a todo el organismo).

2. La teoría de la evolución

La teoría de la evolución puede ser resumida, por lo que hace a lo básico, en tres principios: el principio de continuidad, el principio de variación y el principio de ajuste. Aunque los desarrollos que siguen se inspiran fundamentalmente en la doctrina de Darwin, en realidad todas las teorías de la evolución al uso contienen de una u otra manera esos tres principios.

a) El principio de continuidad, o principio genealógico, es una forma particular del principio de causalidad. Se puede enunciar así: lo mismo que los individuos proceden unos de otros por vía de generación, las especies proceden unas de otras por vía de generación. Toda especie es antecedida por otra que la genera. La explicación de las especies actuales radica, por tanto, en el pasado, es decir, en las especies que les precedieron.

Naturalmente, este principio no sólo ordena las especies según una secuencia temporal, sino que establece una continuidad necesaria entre ellas: del mismo modo que entre padres e hijos, o entre causas y efectos, no cabe solución de continuidad, así también entre las especies no cabe salto o interrupción de la cadena genética. Claro que entonces las especies vienen a convertirse en meros casos de un proceso genético único, a saber, del proceso de la vida; y la vida se convierte, por su parte, en el género único y común a todas las especies.

En definitiva, la vida es concebida, de acuerdo con este principio, como un proceso único y homogéneo cuyos momentos o puntos de vertebración son las especies, las cuales se suceden de modo continuo o ininterrumpido y están vinculadas entre sí por relaciones de origen o generación, de manera que las especies anteriores determinan necesariamente a las siguientes. Un principio así es, obviamente, de índole determinista.

b) El principio de variación, o de mediación individual, es el principio que explica la pluralidad de formas o especies de la vida, a diferencia del primero, que establece la unidad de origen y de proceso. Este principio puede ser enunciado como sigue: por su relación con el medio físico, el individuo vivo introduce ciertas variaciones en las características recibidas a través del proceso genético. Sea por adaptación al medio, sea por mutaciones de la dotación genética causadas en él por el medio, el individuo se convierte en el factor de cambio y heterogeneidad en el proceso de la vida.

De esta manera, la combinación de los dos primeros principios da lugar al concepto exacto de evolución como proceso continuo de cambio progresivo. El progreso implícito en la idea de evolución se produce en la forma de un paso gradual, pero continuo, desde una situación de carencia a otra de posesión de una propiedad o característica, o sea, en la forma de un paso necesario desde lo negativo a lo positivo, desde lo menos a lo más, desde lo inferior a lo superior.

Todo ello es posible o pensable gracias a la mediación del individuo viviente como factor de cambio aleatorio en la transmisión genética de los caracteres de la especie. Cuando el azar es incluido dentro de la cadena determinista de las generaciones, surge la interpretación evolucionista de la vida. Queda, pues, claro que este segundo principio es un principio de azar o aleatoriedad que por combinación con el primero, o principio de determinación y necesidad, completa el concepto de evolución.

Por tratarse de una combinación de principios, es posible pensar la evolución de acuerdo con una segunda combinación entre ellos, a saber, una combinación que, en vez de incluir el azar dentro de la serie de las generaciones, incluya la serie de las generaciones dentro del azar. Si se privilegia el azar sobre la transmisión genética, cabe pensar que la primera especie viviente surgió de la no viviente, con lo que del concepto de evolución de la vida se pasa al de evolución general del universo.

c) El principio de ajuste, especificación o selección. La tarea que ha de cumplir este principio es la de justificar cómo, siendo la evolución un proceso de continuo cambio, existen unas especies que son fijas o estables y por qué existen unas y no todas. Se trata, pues, de ajustar la teoría de la evolución con la realidad de la vida orgánica. Darwin pretende realizar dicho ajuste mediante la idea de selección natural, que es, a juicio de él mismo, su aportación más original.

Las especies son explicadas por Darwin como aquellas variedades de individuos mejor adaptadas al medio, es decir, como las variedades con éxito para la supervivencia.

El tercer principio, según lo dicho, es un principio mecánico mediante el cual se elimina el exceso de variaciones o cambios y se ajusta con el número de especies existentes.
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