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Deficientes visuales. Una aproximación general. 0. Introducción: El por que de este trabajo. 1. Características de la ceguera y de las deficiencias visuales. 1.1. Terminología Histórica. Terminología común. 1.2. Datos estadísticos. 1.3. Visión general de la evaluación de la visión. 1.4. El aprovechamiento de los restos visuales. 2. Los otros sentidos y su importancia para la persona deficiente visual. 2.1. Aprendizaje y desarrollo auditivo. 2.2. Desarrollo cognitivo. 2.3. Aprendizaje y desarrollo visual. 2.4. Desarrollo perceptivo visual. 3. Ceguera y desarrollo psicológico. 3.1. 1ª infancia. 3.2. Representación, interacción y función simbólica: Comunicación, lenguaje y juego de ficción. 3.3. La etapa escolar. 3.4. La adolescencia. 4. Legislación en educación especial. 4.1. Marco legal de la educación especial en España. 4.2. Ley de integración social de minusválidos. 4.3. Real decreto de ordenación de la educación especial. 4.4. Circular que establece los criterios de actuación en el campo de la educación especial. 4.5. Centro Nacional de Recursos para la educación especial. 4.6. Disposiciones legales que regulan la educación especial en los diferentes niveles educativos por parte de la comunidad autónoma correspondiente. 4.7. Disposiciones por las cuales se establecen y regulan las ayudas a los deficientes, en desarrollo de la ley de integración de los minusválidos por parte de las diferentes comunidades autónomas. 5. Educación. Aspectos a tener en cuenta en las diferentes etapas evolutivas. 5.1. Atención temprana. 5.2. El bebe ciego o deficiente visual grave. 5.3. Necesidades del bebe ciego o del bebe que padece una enfermedad visual grave. 5.4. Necesidades de los padres. Como trabajar con ellos. 5.5. Propuesta de intervención educativa con alumnos de 0 - 3 años. 6. Estimulación visual. 6.1. Aprender a ver. 6.2. Programas de estimulación visual. 6.3. Consideraciones con respecto a la aplicación de los programas de estimulación visual en la escuela. 7. El sistema Braille. 7.1 Antecedentes históricos. 7.2. Características del sistema. 7.3. La lectura en Braille. 7.4. La escritura del Braille. 7.5. La enseñanza del Braille. 7.6. Actividades de iniciación a la lecto escritura en Braille en caso de ceguera congénita o prenatal. 7.7. La enseñanza del Braille a alumnos que han perdido la visión y poseen la técnica de lecto escritura en tinta. 8. Orientación y movilidad (OyM) y habilidades de la vida diaria (HVD). 8.1. Orientación y movilidad. 8.2 Habilidades de la vida diaria. 9. Tiflotecnología. 9.1. Introducción. 9.2. Adaptaciones tiflotécnicas. 9.3. La tiflotecnología como una parte de la rehabilitación integral. 9.4. Factores que influyen en el desarrollo de la instrucción. 9.5. Conclusiones. 10. La integración de alumnos/as deficientes visuales. 10.1. En el centro ordinario. 10.2. El alumno con deficiencia visual en el aula ordinaria. 10.3. Los diferentes profesionales que trabajan con alumnos deficientes visuales. 10.4. El curriculum específico. 10.5. Las adaptaciones del material del aula. 10.6. Materiales específicos para alumnos con una deficiencia visual grave. 11. Entrevista con Mª Angels Ramis 12. Valoración personal y conclusiones. 13. Referencias Bibliográficas. 14. Anexos. 15. Índice. 1. CARACTERÍSTICAS DE LA CEGUERA Y DE LAS DEFICIENCIAS VISUALES 1.1. TERMINOLOGÍA HISTÓRICA Desde principios del S. XIX existe una falta de precisión en el empleo de términos referidos a personas con impedimentos visuales o ciegas. La inconsistencia en el uso de términos por médicos, psicólogos y educadores puede ser característica de actitudes profesionales o culturales, de diferentes conceptos entre las varias disciplinas y también de los roles divergentes que se asigna a cada disciplina. Estos roles y actitudes divergentes reflejan la confusión que resulta de la falta de acuerdo, aun al referirse a las personas con problemas visuales. La lista de palabras que se incluye ilustra la variedad de términos utilizados durante los últimos ciento cincuenta años para describir la disminución visual: ceguera médica disminuido visual ceguera económica vidente parcial ceguera educacional defectuoso parcial ceguera funcional incapacitado visual ceguera congénita impedido visual ciego adventicio baja visión ciego legal visión residual ciego parcial limitado visual ciego vocacional visión subnormal Quizá esta falta multitud de palabras referidas a niños con problemas visuales es lo que ha limitado la creación de programas más apropiados, ya que la confusión de términos puede haber sido un impedimento para reunir la información precisa que se logra a través de la investigación. Terminología común Parece que en los últimos años existe una tendencia entre médicos, especialistas y educadores a unificar la terminología empleada con el fin de minimizar posibles errores y confusiones. Las palabras disminuido visual se usan ampliamente en la actualidad para identificar a la persona que tiene una alteración en la estructura o funcionamiento de la visión - el ojo - cualquiera que sea la naturaleza o extensión de la misma. Este término a tenido éxito porque la alteración crea una limitación que dificulta el aprendizaje que se puede lograr a través de la vista. Además algunos términos más específicos pueden ser de utilidad para el educador, aunque algunos de los que siguen pueden no ser aceptados por todos. Ciego. Niños que tienen sólo percepción de luz sin proyección, o aquellos que carecen totalmente de visión (Faye, 1970). Desde el punto de vista educacional el niño ciego es el que aprende mediante el sistema Braille y no puede utilizar su visión para adquirir ningún conocimiento, aunque la percepción de la luz pueda ayudarle para sus movimientos y orientación. Baja visión. Los niños limitados en su visión de distancia, pero que pueden ver objetos a pocos centímetros constituyen otro sub-grupo. La mayoría de estos niños podrán utilizar su visión para muchas actividades escolares, algunos pocos para leer y otros deberán complementar su aprendizaje visual con el táctil. Bajo ningún concepto se los debe llamar "ciegos". Limitado visual. El término se refiere a los niños que de alguna manera están limitados en el uso de su visión. Pueden tener dificultad para ver materiales comunes para el aprendizaje sin contar con una iluminación especial o pueden no ver objetos a cierta distancia a menos que estén en movimiento. Puede ser también que deban usar lentes o lupas especiales para poder utilizar la visión que poseen. Los niños limitados visuales deben ser considerados como niños videntes para los fines educativos. Las palabras que siguen a continuación serán útiles al lector para mejor comprender el texto: Agudeza visual. "Agudeza" se refiere a la medida clínica de la habilidad para discriminar claramente detalles finos en objetos o símbolos a una distancia determinada. Impedimento visual. La palabra denota cualquier desviación clínica en la estructura o funcionamiento de los tejidos o partes del ojo. El impedimento puede ser en la parte central del ojo, la lente o el área que rodea a la mácula, en cuyo caso la persona podrá tener una muy buena visión periférica, pero tendrá dificultad para ver detalles finos. Por el contrario el impedimento puede localizarse en la estructura o células del área periférica causando lo que comúnmente se conoce como "visión tubular". La persona puede tener una visión central muy clara al enfocar en un punto determinado, pero no puede ver fuera de la zona central. Percepción visual. Habilidad para interpretar lo que se ve; es decir, la habilidad para comprender y procesar toda la información recibida a través del sentido de la vista. La información que llega al ojo debe ser recibida en el cerebro, codificada y asociada con otras informaciones. Aun en casos de impedimentos o cuando la agudeza es pobre, el cerebro recibe impresiones visuales y puede interpretarlas con relativa exactitud. La percepción visual es un proceso decisivo que se relaciona más con la capacidad de aprendizaje del niño que con su condición visual. 1.2. Datos estadísticos Aquí vamos a examinar la incidencia de las deficiencias visuales en la población, fijándonos en algunos indicadores para su distribución. Resulta difícil esclarecer tanto el número absoluto de deficientes visuales que existen en España como su tasa de prevalencia en la población. En el caso español, la afiliación a la Organización Nacional de Ciegos (O.N.C.E.) puede ser un buen indicador del número de invidentes, pues la adscripción a esta organización representa un conjunto de ventajas (educación, trabajo, ingresos, etc.) que la hacen muy atractiva. Para poder afiliarse a la O.N.C.E. hay que cumplir los requisitos que manda la ley, es decir, "hay que tener una agudeza visual máxima inferior a 1/20 de la normal en ambos ojos con carácter permanente e incurable" (Alvira, 88). El número de afiliados a lo largo de los años conduce a pensar que el número real de invidentes que existen en España supera estas cifras. Aunque no existe un censo exhaustivo de minusválidos en España, el Instituto Nacional de Servicios Sociales ( INSERSO ) ofrece algunas estimaciones (anexo 1). Por lo que se refiere a la distribución de la ceguera por edades el anexo 2 recoge datos de diversas instituciones. El anexo 3 recoge la edad de aparición de dificultades de la visión entre los afiliados de la O.N.C.E. clasificados en diferentes grupos de edad. Por otra parte, un 23% de los afiliados presentan antecedentes familiares con problemas oculares. El anexo 4 recoge la distribución de estos antecedentes familiares por tipos de afectación. El anexo 5 recoge la distribución de porcentajes de las cegueras legales en la población norteamericana clasificadas por sus diversas etiologías. Como puede observarse un 39% de los casos de ceguera legal en los EE.UU. se debe a accidentes. En el anexo 6 se recogen algunos datos sobre la población norteamericana de sujetos entre 3 y 21 años acogidos a educación especial y a servicios con ella relacionados durante el año académico 83-84, haciendo referencia a algunos tipos de deficiencia que aquí son de interés. La existencia de plurideficiencias en la ceguera lleva a que estos sujetos estén clasificados dentro de otras categorías y eso dificulta aún más conocer el número de deficientes visuales. El trabajo de Graham (66, citado en Scholl, 86) ofrece los únicos datos que conocemos sobre la distribución de estas deficiencias dentro de la población de invidentes (anexo 7). La extrapolación de estos datos a la población española resulta problemática, toda vez que las fechas de los distintos trabajos y las tasas de prevalencia que ofrecen las distintas fuentes son discordantes. Sin embargo, estas cifras que hemos manejado permitirán hacerse una idea de la dimensión de la incidencia de la deficiencia visual y de su coaparición con otros problemas. 1.3. Visión general de la evaluación de la visión ¿Quién hace la evaluación de la visión? El sistema visual es un aparato altamente complejo que ofrece una información de extremada importancia para el contacto del sujeto con su entorno. Por ello es aconsejable la prevención de trastornos visuales a través de revisiones oftalmológicas periódicas. En cualquier caso resulta imprescindible acudir inmediatamente al especialista cuando exista la mínima sospecha de alguna alteración de la capacidad visual. Hay tres profesionales relacionados directamente con el cuidado de los ojos, aunque con funciones claramente delimitadas: los oftalmólogos, los optometristas y los ópticos. Un oftalmólogo es un médico con formación especializada de postgrado en el diagnóstico y tratamiento de problemas oculares de cualquier tipo, incluyendo la prescripción de lentes correctoras. Un optometrista es un especialista en el examen ocular y en la prescripción y confección de lentes, no es un médico y en la mayoría de los países no está autorizado para prescribir medicamentos. Si en el transcurso del examen del ojo observa alguna enfermedad ocular debe enviar su paciente al oftalmólogo. Por último, el óptico es un profesional capacitado para la confección de lentes correctoras. Es importante que el profesor disponga de un informe oftalmológico sobre la eficacia visual de los alumnos con alguna afectación importante de la visión, pues sobre esta base podrá decidir adaptar los materiales que considere precisos, usar las ayudas técnicas que sean pertinentes y, en su caso, desarrollar los programas de desarrollo y aprovechamiento de la visión funcional que estén indicados. En ocasiones, el psicólogo o profesional de la educación, pueden utilizar pruebas de percepción visual diseñadas con el propósito de hacer una primera detección de problemas visuales, descubrir problemas que afecten específicamente la actividad en el aula, o ayudar al desarrollo de programas de rehabilitación visual. El examen ocular El primer paso es la elaboración de una historia clínica en la que se recogen datos de muy diverso tipo que pueden ser reveladores para la adecuada orientación del examen posterior, para el diagnóstico y tratamiento subsiguiente. Cuestiones como la edad, la ocupación, enfermedades que se padecen o la evolución anterior de la visión subjetiva, son aquí relevantes. Otros aspectos de interés, previos al examen ocular propiamente dicho, son la información sobre dolores o molestias oculares, diplopía o vértigos, así como la posible presencia de cambios en el aspecto de los ojos, en la secreción lacrimal o sobre la posible presencia de exudados. La medida de la agudeza visual resulta la parte más familiar del examen ocular. Consiste en que el sujeto reconozca letras de diferente tamaño presentadas con cada ojo por separado. En los casos de alteraciones importantes de la transparencia de la córnea o del cristalino y cuando se está considerando la posibilidad de un trasplante o una operación de cataratas, puede estimarse por medios sofisticados cuál es la agudeza potencial del ojo afectado. La evaluación de la refracción es una exploración complementaria de la anterior. Consiste fundamentalmente en una exploración de cómo la luz alcanza a la retina a través de la pupila, sin y con lentes correctoras. La perimetría estima el estado de los campos visuales por cada uno de los ojos. El campo visual se mide por grados de arco y no se ve afectado por la distancia. Un método rudimentario para explorarlo es mover un objeto por diferentes zonas del campo visual; en caso necesario se pueden utilizar aparatos sofisticados a través de los cuales se presentan luces en el interior de una esfera hueca de cuya presencia el sujeto debe informar. La tonometría es una prueba para estimar la presión intraocular y, por tanto, se hace imprescindible para los casos de glaucoma. En estos casos también está indicada la gonioscopia para medir el ángulo de la cámara anterior. La visión de los colores puede estimarse mediante el uso de láminas policromáticas, en la que aparecen figuras que sólo se percibirán si la visión del color es correcta. La oftalmoscopia es el método para el examen de la retina. La observación del color y el aspecto de esta estructura, así como de su vascularización, son de gran importancia diagnóstica. Como ya hemos indicado más arriba este breve repaso en absoluto es exhaustivo, pues junto a los tipos de exámenes más usuales que hemos aquí recogido existen otras muchas pruebas que pueden estar indicadas en casos específicos. |