Más Platón y menos Prozac




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su infancia, de sus fantasías sexuales, de sus sueños

ni de su complejo de Edipo, como tampoco de recetarle un medicamento que mejorara su estado de

ánimo. Moraleja: la psicología y la psiquiatría no

tienen nada que decir acerca de la injusticia. Si lo

que usted quiere es resolver un problema filosófico, solicite ayuda filosófica.
SEA SU PROPIO CONSEJERO FILOSÓFICO
Practicar la filosofía significa explorar el mundo interior. Usted es el más cualificado para emprender este viaje de descubrimiento personal,

aunque a veces sacará buen provecho de la orientación de los filósofos que ya han abierto caminos

similares. Los filósofos casi siempre trabajan solos

en el sentido de que los humanos suelen pensar

con más claridad sin compañía. Sin embargo, los

filósofos casi nunca trabajan solos en el sentido de

que nuestros pensamientos están informados por

revelaciones trascendentes fruto de dos mil quinientos años de tradiciones filosóficas diversas.

Los consejeros filosóficos somos como las celestinas: ayudamos a nuestros clientes a encontrar una

interpretación filosófica de sí mismos y de las situaciones que enfrentan que les permita prosperar

durante toda la vida.
Usted puede ayudarse filosóficamente aunque

no sepa distinguir a Aristóteles del Zen. Siga los pasos del proceso PEACE. Adopte lo que le parezca significativo del próximo capítulo y de las distintas ideas filosóficas que figuran en la Segunda

parte y que se subrayan en el apéndice A (Grandes

éxitos de los filósofos). Los casos reales que aparecen a lo largo del libro proporcionan ejemplos de

cómo aclarar los asuntos que le preocupan valiéndose de la sabiduría de todos los tiempos. Con tales armas, será capaz de alcanzar el equilibrio por

su cuenta en un notable número de situaciones.

Recuerde que no todos los problemas tienen una

solución inmediata. Las grandes exploraciones

suelen requerir mucho tiempo y esfuerzo.
Si no logra superar un paso determinado del

proceso, tal vez necesite ayuda para pasar al siguiente. Hay personas que se atascan en el primer

paso, puesto que son incapaces de identificar con

facilidad la naturaleza del problema al que se enfrentan. Es más frecuente atascarse en la etapa

emocional, haciendo cosas con la intención de cal-

mar las emociones que lo único que consiguen es

enardecerlas más (como los que beben para eludir

sus problemas, cuando su problema básico es que

beben demasiado). También es comprensible que

uno se atasque en el tercer paso, analizando interminablemente una situación que no puede cambiarse sólo con el análisis. Para quienes logran dar

los tres primeros pasos, la contemplación puede

constituir un auténtico desafío. Hallar y adoptar la

disposición correcta puede llevar minutos o meses,

y, en ocasiones, incluso años. Sin embargo, cuando

ésta le proporcione el equilibrio, el esfuerzo habrá

valido la pena.
Si se queda atascado y no consigue avanzar, quizá deba consultar con un consejero filosófico (véase

el directorio en el apéndice C). También puede intentar trabajar con un profano que tenga inclinaciones filosóficas. Use a uno o al otro como una

caja de resonancia para esclarecer su perspectiva filosófica. En ocasiones alguien tiene que ayudarle

un poco para que usted pueda ayudarse mucho.


Lo que olvidó de las clases

de filosofía del colegio

y que ahora puede serle útil
La filosofía antigua proponía a la

humanidad un arte de vivir. En cambio,

la filosofía moderna se muestra sobre

todo como la construcción de una

jerigonza reservada a los especialistas.
FIERRE HADOT
Si acaso existe algo en la filosofía que

pueda considerarse enseñanza, sólo

puede ser el enseñar a pensar por uno

mismo.
LEONARD NELSON
Alfred North Whitehead escribió: «La descripción general más acertada de la tradición filosófica

europea es que consiste en una serie de notas al pie

de los textos de Platón.» A decir verdad, son muchos los árboles que han dado su vida para que las

partes interesadas pudieran leer las respuestas a

las tesis de Platón, o las respuestas a las respuestas

a las tesis de Platón, o las respuestas a las respuestas a las respuestas... Bueno, creo que ya se habrá

hecho una idea. Con el mismo espíritu de la declaración de Whitehead, pero proponiendo unos

cuantos más hilos con los que tejer, este capítulo

presenta unos conceptos muy breves sobre algunas

ideas filosóficas importantes, las de las escuelas y

pensadores que utilizo con más frecuencia en las

sesiones de asesoramiento filosófico. Confío en

que así comience a ver cómo algunas ideas filosóficas tienen una aplicación directa en la vida cotidiana, tanto si es capaz de deletrear Maimónides y de

pronunciar Nietzsche como si no. La filosofía, pese a su reputación de ser oscura y dificultosa, ofrece resultados prácticos a casi todo el mundo.
Con el propósito de facilitar una visión general,

he ubicado a los filósofos que presento en categorías. Esta no es ni mucho menos la única forma de

organizaría; así pues, no se sorprenda si los ve etiquetados de otra manera en otro lugar. Si hay algo

que los filósofos adoran son los argumentos, especialmente sobre categorías. Incluso los períodos de

tiempo que asocio a las categorías son genéricos, y

algunos de los principales pensadores de cada tradición son anteriores o posteriores. Quede claro

que este capítulo no es una revisión definitiva de la

historia de la filosofía o de todos los filósofos importantes. Tan sólo pretendo proporcionarle unas

nociones sobre el tema, de modo que cuente con

algún contexto para la aplicación de estas ideas

cuando surjan en la Segunda parte.
Ahora ya está advertido, por lo que no me demande si suspende el examen trimestral de filoso-

fía y ha confiado en este capítulo como única fuente de información. Considérelo más bien como

una chuleta para una recepción. Si de momento no

tiene interés en hacerse una idea general sobre el

tema ni tiene previsto en su agenda acudir a una

recepción con intelectuales, siga adelante y salte

hasta la Segunda parte, o hasta cualquiera de los

capítulos de la Segunda parte que le parezca más

interesante. Siempre podrá regresar a este capítulo

más tarde si siente la curiosidad. Si lo que desea es

información más completa, hay infinidad de libros

dedicados a la filosofía y su práctica, algunos de los

cuales se enumeran en el apéndice D.
Me ha parecido imprescindible ampliar mis conocimientos más allá de la filosofía occidental, pero lo cierto es que suelo limitarme a un reducido

grupo de ideas sobre las que vuelvo una y otra vez.

Tres importantes ramas de la filosofía surgieron

más o menos en el mismo período de la antigüe-

dad, hacia el 600-400 a.C. La responsable de la

imagen del filósofo que acude a la mente de la mayor parte de la gente (un hombre barbudo vestido con toga y sandalias) es la escuela ateniense, re-

presentada por Sócrates, Platón y Aristóteles. Su

labor se fundamentaba en algunos presocráticos

importantes (como los cínicos y los primeros estoicos), pero para nuestros propósitos mejor nos

quedamos con la artillería pesada. En la misma

época, en otra parte del planeta, los santones de la

India, entre los cuales el más famoso era Siddhartha Gautama (Buda), estaban ampliando la visión

hindú del mundo. En otro punto del globo, Confucio y Laozi estaban desarrollando el confücianismo y el taoísmo, los cuales, junto con el Yijing, que

es más antiguo, forman el corazón de la filosofía

china. Dicho período, crucial para estas antiguas

civilizaciones, vio nacer la historia de la filosofía.
Con mis clientes, utilizo estas tres tradiciones

en proporciones muy semejantes, adecuando la

elección de una u otra a cada individuo, como es

natural. En el pensamiento occidental, encuentro

corrientes útiles entre los filósofos antiguos, los

contemporáneos y los de todas las épocas intermedias. Mi conocimiento de la filosofía oriental se

centra fundamentalmente en los textos antiguos,

cuyas teoría y práctica son muy conocidas y estudiadas en Occidente, como el Bhagavad Gita y las enseñanzas de Buda. Los gurús contemporáneos

de la sabiduría oriental tienden a ganarse a sus

adeptos no tanto mediante el establecimiento de

nuevas líneas de pensamiento como viviendo en

armonía con la sabiduría de los antiguos. Inspiran

mediante el ejemplo y la explicación más que por

ampliación. En cualquier caso, son prolíficos escritores y la mayoría de sus obras no está traducida. Algunos de los textos hinduistas y budistas que

utilizo son sagrados para sus fieles (aunque yo los

empleo como una mente de sabiduría seglar) y,

por consiguiente, menos susceptibles de ser cuestionados y reformulados. Las fuentes judeocristianas, desde el Libro del Eclesiastés hasta las bienaventuranzas, también contienen revelaciones

filosóficas útiles. Asimismo, pueden encontrarse

en las obras de numerosos poetas, dramaturgos y

novelistas, y en ocasiones, incluso en las declaraciones de Casey Stengel. Los filósofos no tienen

que ser esnobs; deberíamos estar agradecidos de

encontrar sabiduría allí donde podamos.
ORIENTE
Las filosofías indias (el hinduismo y, sobre todo,

una de sus dos ramas heterodoxas, el budismo) hacen hincapié en la naturaleza cíclica de la existencia, en la no permanencia de las cosas, en los efectos

intoxicadores del deseo y en la importancia del desapego. El apego, tanto a uno mismo como a los

demás o a las cosas, es la principal causa de sufrimiento. Así pues, una forma de disminuir el sufrimiento será desprenderse de los apegos. La filoso-

fía india en general (tanto hinduista como budista)

sostiene que 'deberíamos obrar siempre de todo

corazón, con vocación de servicio, y no sólo para

cosechar los frutos que nuestra labor pueda dar.
El budismo defiende la igualdad moral de las

personas pero aboga por la responsabilidad individual, así como por la compasión hacia el prójimo.

Nos enseña que una mente pensativa, un ego codicioso y las ansias sensuales interfieren de forma

continuada en la consecución de la serenidad lúcida (la naturaleza de Buda), y propone varias prácticas que poco a poco van reduciendo el ruido mental, rompen los grilletes del deseo y permiten que

uno permanezca completa y claramente en paz.

Una de las metas del budismo es vivir sin preocupaciones.
Buda estableció Cuatro Nobles Verdades (mejor dicho, lo hicieron sus escribas y estudiantes,

pues Buda no dejó ningún manuscrito original).

Constituyen una medicina filosófica muy potente,

de modo que no suelo hablar de ellas con mis clientes a menos que hayan sufrido lo bastante como

para prestar atención. Sin embargo, estas Verdades

proponen un camino importante para superar las

pruebas más duras de la vida y, por consiguiente,

pueden resultar provechosas para las personas su-

midas en circunstancias en extremo difíciles. La

primera Verdad es que el sufrimiento forma parte

de la vida. La segunda, que el sufrimiento tiene una

causa; no ocurre por accidente. En tercer lugar, podemos descubrir la causa y romper así la cadena de

causalidad para evitar el sufrimiento. Si se elimina

la causa, se elimina el efecto. La cuarta y más importante, es que debemos ejercitarnos para alcanzar el fin expuesto en el tercer punto.
En el pensamiento budista, todo lo que hacemos

acarrea consecuencias, incluso nuestra conducta

moral, aunque no podamos decir cuánto tiempo

tardará en manifestarse una consecuencia ni de qué

forma lo hará llegado el momento. Puede que no

nos sea posible elegir el encontrarnos en una situación determinada, pero disponemos de unas opciones sobre lo que hacemos ante dicha situación.

Escogemos entre el bien y el mal, y si elegimos

opciones buenas, sucederán cosas buenas. Por el

contrario, si elegimos opciones malas, sucederán

cosas malas. Este planteamiento cede una parte de

responsabilidad y control a las personas.

En cambio, el hinduismo puede conducir a la

pasividad debido a la creencia en la reencarnación.

Si esta vida, en su totalidad, es la que le corresponde como recompensa o castigo por su vida anterior, ¿cómo van a cambiarla sus actos?
El budismo contempla la existencia como una

serie de instantes (y no una serie de vidas como ha-

ce el hinduismo), y lo que ocurre en cada instante

influye sobre lo que ocurre en el siguiente. Esta

postura más optimista es la que yo prefiero, puesto

que exige una mayor responsabilidad personal. En

cualquier caso, la idea clave es el desarrollo moral

en oposición a la fijación occidental con el progreso científico por encima de todo.
Os revelaré este conocimiento y también el

modo de alcanzarlo; una vez conseguido, no

queda nada más que valga la pena poseer en esta vida.
BHAGAVAD GITA
La filosofía china gira en torno al dogma fundamental de que todo cambia. No debemos contar

con un estado permanente de cosas en ningún aspecto de la vida, y para evitar el desconcierto ante

la situación completamente nueva que cada cambio nos trae, debemos esforzarnos en comprender

la naturaleza del cambio. En la medida en que en-

tendamos cómo y por qué cambian las cosas, el

cambio nos parecerá más natural y seremos capaces de anticiparnos y obrar correctamente en los

momentos de cambio. Los filósofos como Laozi
(autor del Daode}ing), Confücio y el autor o auto-

res anónimos del Yijing nos enseñan a sacar el mejor partido de las situaciones que lo permiten, pero

también de aquellas que escapan a nuestro control,

así como de las que consideramos malas. En todos

los casos, somos responsables de nuestras decisiones. A pesar del cambio constante, vemos el mundo como un lugar ordenado. Para comprender

cómo funciona el mundo humano, debemos comprender cómo funciona el mundo natural y darnos

cuenta de las similitudes que existen entre ambos.

La traducción más común de Tao es «el camino»,

término que se refiere a la forma en que las cosas

se revelan. La mejor forma que tienen los seres

humanos de vivir es hacerlo en armonía con las leyes naturales que modelan los procesos sociales y

políticos.
La filosofía china se centra en la búsqueda de la

forma de llevar una buena vida. Si los individuos

llevan una buena vida, la sociedad también será

buena: sin conflictos, decente, productiva. No

considera que sólo el conocimiento sea el camino

hacia la buena vida (como hace gran parte del pensamiento occidental). La calidad de vida se deriva
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