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Día 17A veces me canso de ser joven de que esperen en mí anhelos los que ya se saben muertos. A veces me agoto de ser un alma vieja en cuerpo juvenil sabiendo que aquello por venir no podrá ser bueno. Viendo el tiempo y la distancia cada vez más pequeños casi tan mínimos como yo sintiéndome rodeado de misterios tan ignorante de mí mismo. A veces veo a los que se están yendo y envidio su suerte porque realmente llegaron a vivir antes de venir calladamente su muerte. Desearía haber sido uno de ellos seguro, crédulo, burgués, esperanzado. Sabiéndome innecesario un código dentro de una base de datos un pedazo de papel colorido un teléfono al cual llamar insistentemente un conjunto de variables predecibles capaces de ser agrupadas simplificadas, replicadas, anuladas. Viendo la Odisea sin héroes de los nuevos gigantes incapaces de crear algo humano rodeados de sus máquinas sus cuentas, sus bravuconadas, despidiendo a muchos, contratando a pocos turnándose en el juego del sexo y el poder nunca cansados de al pobre joder. Día 18Ahora sí es un hecho y está confirmado. Empezó la REDEFINICIÓN ESTRATÉGICA de la compañía. Está confirmado que el Centro de Atención Telefónica al Cliente operará desde Costa Rica y Filipinas, donde se habla buen español, existe personal calificado y se paga 15% de lo que se paga aquí. Me dio pena inmediata con aquel glorioso anuncio hecho en la Intranet. Recordé los tiempos en que entrenábamos a los muchachos de ese Call Center. Les entregábamos aquellos scripts interminables, aquellos guiones para representación, con cada uno de los posibles argumentos y dudas del cliente. Formábamos a aquellos muchachos, entre quienes siempre había jovencitas suculentas dispuestas a la inmolación del lecho. Eran estudiantes, la mayoría del turno nocturno, algunos ya eran padres, los menos estaban simplemente ansiosos de independencia y otros soñaban con la vida de sus padres, con el empleo seguro para toda una vida, la casa a intereses bajos y el auto que pudiesen renovar cada 3 años. Ahora esas 1.000 almas se iban a la calle, al paro y a depender del Gobierno que debe mantener sus cuentas equilibradas. O a pedirle prestado a algún familiar. ¿Quién sabe? Imaginé el raciocinio de aquellos nuevos desempleados: BIENVENIDO A LA TELESEGUROS Disque 1 si tiene esperanza de recibir una buena liquidación 2 si tiene certeza de que le van a pagar dos centavos 3 si sabe que está a prueba y no le van a pagar nada “2” dice la máquina Si usted tiene esperanzas de conseguir un nuevo trabajo, disque 1 Si usted sabe que no hay oportunidad ninguna de trabajo, disque 2 Si usted no tiene idea de qué hacer, disque 3 “3” dice la máquina Si usted tiene padres con dinero, disque la opción 1 Si usted no tiene padres con dinero y además tiene hijos, disque la opción 2 Si usted está viviendo lejos de su familia, disque la opción 3 Si usted simplemente es huérfano y sin familia, disque la opción 4 Y en el desespero se presiona todo al mismo tiempo, 1, 2, 3 y 4 Para llegar finalmente al mensaje final, al cual se llega desde cualquier punto del árbol de opciones, USTED ESTÁ JODIDO USTED ESTÁ JODIDO USTED ESTÁ JODIDO Día 19La inseguridad laboral me ha venido como anillo al dedo para torear a Artemis hoy durante la cena. Fui a su casa, estuve con sus padres, intuí el ambiente de “Cuándo se van a casar” y dejé escapar toda una perorata sobre lo inestable que estaba el empleo en la Teleseguros ahora que estaba en marcha el proceso de Redefinición Estratégica; no dejé de insistir en que me estaba sintiendo amenazado por estos cambios; luego lancé un heroico comentario respecto a las nuevas búsquedas que iba a emprender para obtener un empleo más estable, aún sabiendo lo demorado que está conseguir trabajo hoy. También desarrollé con elocuencia la necesidad, hoy más que nunca, de esperar a que Artemis termine su carrera para, entre ambos, poder establecernos... Hubo miradas solidarias, quizás hasta un poco de emoción en Artemis, un asentimiento satisfecho. Entretanto miraba a la hermanita de Artemis, que está poniéndose cada vez más pulposita y deliciosa, pensar que sólo tiene 15 años; estaba visitándola un chico con el que anda saliendo, quien usa un piercing en la nariz que recuerda a un buey de granja y un arete con forma de flecha traspasando un corazón. Y me pregunté si su flecha ya habría penetrado en aquella niña hecha mujer y por un rato mi mente se perdió en esas fantasías. Después, en la sobremesa, dio para conversar sobre la Guerra, sobre las Elecciones, sobre todos esos temas importantes y se apagó el otro, mucho menos relevante si a ver vamos, de un casamiento entre Artemis y yo, hecho que ninguna significación tiene ante asuntos de tanta relevancia. Por un instante detuve mi mirada en los padres. Y contemplé la casa. No se necesitaba ser muy perceptivo para darse cuenta de que aquella familia, otrora importante y estable, transitaba ahora un declive sostenido, ciertamente con una inclinación moderada, mas declive al fin. El padre que antes hablaba de ayudar a las hijas y comprarles casa, ahora apenas si se sentía realizado al darles un auto usado. El venerable patriarca que fumaba habanos de la mejor calidad y tomaba siempre un buen brandy, convidando a gozar estas delicias con él, se conformaba con un cigarro y con una copa de jerez interminable. Con buena parte de sus ahorros y con la liquidación generosa que le había otorgado aquella empresa automotriz para la cual trabajó – o vegetó – 30 años, el hombre tuvo el mal tino de asociarse con el hermano para abrir una concesionaria de autos. Al poco tiempo, aquel hermano conoció a una carajita, justo en el momento en que se le iniciaba la crisis senil de la bragueta, viviendo a partir de allí, con el aliciente de la erección químicamente inducida, una vergonzosa secuencia de robos a la caja, trampas en las cuentas y finalmente sustracción del capital depositado en una cuenta, todo para halagar a su joven amante. Dejando embaucados a los proveedores, a los clientes y al pobre hermano, aquel Caín contemporáneo se marchó al Caribe y, por lo que se sabe, vive ahora en la República Dominicana. El Abel de la historia, el padre de Artemis, tuvo entonces que vérselas con todos los embaucados y hasta tuvo que ayudar a la cuñada y las sobrinas. La hermana mayor de Artemis, la abogada Natacha, fue entonces quien ayudó un poco al padre, mas estaba claro que ella – siempre acompañada de un mal olor extraño, misterioso y a quien nunca realmente llegué a ver recién duchada en ninguna visita a aquella casa – rodeada de sus legajos, carpetas y documentos, siempre-dispuesta-a-demandar-a-quien-fuera, aquella gran legalista, bueno, sólo logró empeorar todo, dejando al pobre viejo quizás peor que antes y hasta pretendiendo cobrarle honorarios. Por todo esto, me resultó elocuente y hasta me conmovió un poco, cuando el noble viejo exclamó, con una voz pausada y llena de dramatismo: ¿Qué se puede esperar de un mundo en que ya no hay ni hermanos ni hijos? |