UNIVERSIDAD CENTRAL “MARTA ABREU” DE LAS VILLAS, CUBA
FACULTAD DE INGENIERÍA INDUSTRIAL Y TURISMO

Maestría Gestión Industrial
Tecnología y productividad
Dra. C. Ing. Yodaira Borroto Pentón -2013-
Objetivo general:
Dominar la base conceptual y los conocimientos que les permitan valorar las ventajas de decidir por mantenimiento ante varias alternativas competitivas después de un período de utilización de sus equipos e instalaciones. Analizar la conveniencia de integrar diferentes sistemas de mantenimiento en un sistema único, flexible, económico, organizado y planeado de acuerdo con la situación de su organización. Sistema de conocimientos: Generalidades sobre mantenimiento, Generalidades sobre tecnología de mantenimiento. Estrategias y políticas gerenciales de mantenimiento. Sistemas estratégicos de mantenimiento: Mantenimiento Productivo Total (TPM), Mantenimiento Centrado en la Confiabilidad (RCM). Análisis de criticidad de los activos fijos. Sistema de habilidades
Identificar los sistemas de mantenimiento en las empresas.
Definir la organización del sistema de mantenimiento de la empresa.
Realizar análisis de criticidad de los activos fijos.
Indicaciones metodológicas:
Las clases se dictarán a través de actividades expositivas y actividades prácticas, empleando métodos interactivos de enseñanza, incluyendo estudios de casos desarrollados mediante el trabajo en grupo de los cursistas. Sistema de evaluación:
Evaluaciones sistemáticas a través de la participación en la solución de estudios de casos discutidos en equipos de trabajo y en el trabajo a presentar en el taller modular de Productividad. Bibliografía
Borroto Pentón, Yodaira [2013]. Memorias del curso Tecnología y productividad.
Moubray, J. M. [1997]. “RCM II. Mantenimiento Centrado en Confiabilidad”. Segunda Edición. Ellmann, Sueiro y Asociados. España. 433 p.
Tavares, L. A. [1999]. “Administración Moderna de Mantenimiento” 1ra Edición. Editorial Novo Polo Publicacao. Brasil. 158 p.
Torres, L. D. [2005]. “Mantenimiento. Su implementación y gestión“. Editorial UNIVERSITAS. 2da Edición. Argentina. 347 p.
1. Los activos fijos
Los activos fijos son aquellos bienes permanentes y derechos que la empresa utiliza en el desarrollo de sus actividades. Según autores como Weston & Brigham [1994], White & James [2000], Gitman [2003] y Office of Financial Management [2004] los activos fijos se clasifican en tangibles e intangibles, teniendo en cuenta el carácter material o inmaterial de los mismos. De ellos, son de especial atención en este curso los activos fijos tangibles, los cuales han recibido varias denominaciones, dadas por diferentes autores. Además de activos fijos tangibles [Kohler, 1990 y FreeAdvice, 2004], algunos los llaman medios básicos productivos [Cruz Pérez, 1985; Marrero, 1986; Portuondo Pichardo, 1990], como bienes de producción [Thuesen et al., 1993] y otros [García, 1999; Baca, 2000; Gómez, 2000; Idárraga, 2003] los llaman activos físicos. Muchas veces se les llama simplemente equipos, equipamiento o instalaciones.
Por su parte, Portuondo Pichardo [1990] ofrece una conceptualización más detallada, al considerar a los activos fijos tangibles como aquellos medios de trabajo que se utilizan para producir bienes, prestar servicios o realizar la actividad comercial y que crean las condiciones necesarias para el funcionamiento ininterrumpido de la actividad dada. Según este autor se incluyen en este concepto, por ejemplo, edificios, construcciones, máquinas y equipos, medios de transporte, etcétera. Se excluyen los utensilios, herramientas y similares, que por su escaso valor o rápido desgaste se consideran como medios de rotación.
No obstante a las diferentes denominaciones, todos coinciden en que:
Son objetos físicos.
Son medios que participan en el proceso de producción más de una vez.
Tienen vida limitada.
Pierden su valor a medida que se desgastan.
Transfieren su valor al producto en cuya elaboración participan.
Existen también varias clasificaciones de activos fijos que no presentan diferencias significativas, una de las utilizadas en Cuba se muestra en la tabla 1.
Tabla 1. Clasificación de los activos fijos en Cuba (Fuente: Ministerio de Finanzas y precios, 2004).
G R U P O
| DENOMINACION
| EJEMPLOS
| 1
| Edificios
| Industriales, de vivienda, para deportes, naves.
| 2
| Otras construcciones
| Cimentaciones, carreteras, tanques, torres de enfriamiento.
| 3
| Máquinas y equipos energéticos
| Compresores, bombas, calderas, motores, transformadores.
| 4
| Máquinas y equipos productivos
| Hornos, máquinas y equipos de industrias específicas.
| 5
| Aparatos y equipos técnicos especiales
| Instrumentos de medición, máquinas de oficina, computadoras.
| 6
| Medios y equipos de transporte
| Camiones, barcos, aviones, ferrocarril.
| 7
| Muebles y otros objetos
| Equipos de iluminación de uso doméstico, muebles, objetos de protección.
| 8
| Animales
| Animales de trabajo.
| 9
| Otros medios básicos
| Plantaciones permanentes agrícolas.
| El peso específico de cada uno de los grupos de la clasificación respecto al total se conoce como estructura de los activos fijos. En la mayoría de las empresas manufactureras existe la tendencia a incrementar la proporción del grupo correspondiente a máquinas y equipos productivos, que constituyen la llamada parte activa de los activos fijos, ya que esto implicaría mayor producción por cada peso invertido de los mismos [Portuondo Pichardo, 1990].
El incremento de la eficiencia en el uso de los activos fijos equivale a la ampliación de la producción sin gastos adicionales por la construcción o adquisición de nuevos activos fijos. Pero, durante su explotación, los activos fijos van perdiendo sus cualidades productivas: los edificios se deterioran, las máquinas pierden ajuste y capacidad, algunas instalaciones se corroen y determinadas partes sufren fatiga. Sobre las edificaciones influyen principalmente fenómenos naturales como los rayos solares, la lluvia, el viento y los movimientos de la corteza terrestre. Sobre las máquinas inciden el desgaste mecánico, la fatiga, el desgaste molecular y la corrosión. Todo esto puede resumirse como desgaste material o físico.
Con relación al desgaste Carlos Marx (en su obra “El Capital”) expresó: “El desgaste material de toda máquina es doble. Uno viene del uso, como en el caso de las monedas, que se desgastan al circular de mano en mano; otro procede de su inacción, como la espada inactiva que se oxida en la vaina. Este segundo desgaste corresponde a la acción corrosiva de los elementos. El primero está más o menos en razón directa con el uso de las máquinas, el segundo hasta cierto punto, opera en razón inversa.”
Es decir, los activos fijos también están sometidos a desgaste moral, el cual se caracteriza por la pérdida de su valor y que se manifiesta aunque estos se mantengan inalterables en su forma material. Las máquinas pierden su valor en la medida en que pueden reproducirse máquinas de la misma construcción a un precio menor o construirse otras que les hagan la competencia.
Las causas del desgaste moral pueden ser:
El desarrollo científico-técnico de la producción que permite adquirir equipos de mayor productividad al mismo costo.
El aumento de la productividad social del trabajo, que permite adquirir equipos del mismo tipo a menor costo.
La combinación de las anteriores causas, que conducen a la producción de equipos del mismo tipo, con rendimientos superiores y por ende, de mayor eficiencia que los existentes.
La identificación del desgaste físico requerirá de información sobre el equipo bajo estudio que se deberá recolectar en el interior de la empresa. Identificar el desgaste moral, por su parte, precisa de mayor esfuerzo en la gestión de información para obtener no sólo información interna a la empresa, sino también mantenerse informado sobre avances tecnológicos que permitan la realización de comparaciones.
Lo anterior, es de gran importancia para las economías subdesarrolladas, como es el caso cubano, que se convierten, la mayoría de las veces, en receptoras de tecnologías de países desarrollados, corriendo el riesgo de adquirir equipos con un grado avanzado de obsolescencia, o ambientalmente insostenible.
Debido al desgaste físico y moral, los activos fijos se ven envueltos en un proceso de pérdida de valor, denominado depreciación [Portuondo Pichardo, 1990]. Otros autores como Peters & Timmerhaus [1968], Kohler [1990] y Thuesen et al. [1993] han abordado este concepto estableciendo las principales causas en el deterioro físico, los avances tecnológicos, los cambios económicos u otros factores, los cuales finalmente conducen al retiro del activo.
Kohler [1990] considera que la depreciación de un activo fijo está en función de su uso o de la falta de este, de su mantenimiento, de un cambio o una restricción en la producción, de una disminución en la demanda, de su obsolescencia o de su insuficiencia para ajustarse a una alteración en el carácter o en la velocidad de la producción.
Thuesen et al. [1993] opinan que una clasificación común de las clases de depreciación incluye: la física, la funcional y la que ocurre por accidente, explicando que la depreciación física tiene como resultado el deterioro físico del activo y sus causas principales son: el deterioro (debido a la acción de los elementos incluyendo la corrosión de tubos, la acción de los insectos sobre la madera, la descomposición química, la acción bacterial, etcétera), que por lo general es independiente del uso, y el daño y destrucción (como consecuencia del uso que somete al activo a la abrasión, golpes, vibraciones, impactos, etcétera) y que la depreciación funcional resulta de un cambio en la demanda por los servicios que el activo presta, y puede deberse a obsolescencia (como consecuencia del descubrimiento de otro activo que es notoriamente superior como para hacer antieconómico continuar usando el activo original) o a insuficiencia o incapacidad para satisfacer la demanda que se le ha impuesto. Un activo fijo se consume en realidad en la producción de bienes y servicios y su depreciación constituye un costo de producción.
Muy relacionado con el concepto de depreciación está el de amortización.
Según Portuondo Pichardo [1990], la amortización es el proceso de traslado de valores de los activos fijos a los valores de las producciones terminadas y Kohler [1990] plantea que es la extinción gradual de cualquier cantidad de dinero durante un período, una reducción del valor en libros de una partida de activo fijo; un término genérico para depreciación, agotamiento, baja en libros o la extinción gradual en libros de una partida o grupo de partidas de activo de vida limitada, coincidiendo con lo que ya habían planteado Peters y Timmerhaus [1968] en cuanto a que los términos amortización y depreciación son usados casi siempre intercambiablemente, solo que la primera está usualmente asociada con un período definido de distribución de costos, mientras que la depreciación usualmente tiene que ver con un período desconocido o estimado sobre el cual los costos del activo fijo son distribuidos.
1.1 Alternativas de decisión frente al desgaste de los activos fijos
De todo lo planteado anteriormente se puede concluir que, en el transcurso del proceso productivo, los activos fijos se desgastan gradualmente, pierden exactitud y potencia y, en última instancia, se rompen. Esas roturas crean interrupciones considerables y pueden llegar a detener el proceso, lo que implica grandes pérdidas económicas.
Los activos fijos seleccionados para instalarlos en una empresa, desde que son adquiridos, se insertan en un proceso que se extiende durante toda su vida útil como se muestra en la Figura 1 y 2 (ciclo de vida de los activos fijos).
Tomar decisiones correctas respecto a los activos fijos implica un análisis técnico y económico basado en la estrategia definida por la organización en este sentido.
Según se aprecia en la figura 1, la decisión puede llevar a una medida que permita, luego de tomada, continuar utilizando el activo fijo, este es el caso de mantenimiento, ampliación y modernización. También puede decidirse el reemplazo o sustitución del mismo si fuera necesario.

Figura 1 Ciclo de vida de los activos fijos. (Fuente: De la Paz Martínez, 1996)

Figura 2 Ciclo de vida de los activos fijos. (Fuente: Mora, 2007)
Asociado al ciclo de vida de los activos fijos está la estructura de los costos del ciclo de vida (lyfe cycle cost- LCC). Según NORMA AFNOR X60-10 1994, el costo global del Ciclo de Vida” es el conjunto de costos generados por un bien durante toda su vida para un uso dado”. En la Figura 3 se muestra esta estructura.

Figura 3 Estructura de costos (Citada por: De la Paz Martínez, 1996)
A continuación se describirán las alternativas de decisión frente al desgaste de los activos fijos, haciendo mayor énfasis en las que se acercan al objetivo del curso.
La ampliación implica erogaciones para la adquisición de nuevos activos fijos, situación típica de empresas en crecimiento, las cuales aunque estén operando a plena capacidad (agotadas todas las otras posibilidades) no son capaces de satisfacer la demanda de sus productos y se ven en la necesidad de adquirir rápidamente nuevos activos [Weston & Brigham, 1994].
La modernización se considera muchas veces como una alternativa al reemplazo y contiene los cambios técnicos en los equipos o instalaciones de forma que sea posible aumentar su campo de empleo. Puede traer consigo reconstrucción, reparación o completamiento de estas. Las medidas de modernización obran contra el desgaste moral y contribuyen al cumplimiento del tiempo de utilización planificado del activo fijo.
Se debe ser cuidadoso al analizar las sugerencias de modernización. Estas deben considerarse a la luz de los costos y beneficios pertinentes; pudiendo resultar incluso que el costo de modernizar activos sea mayor que el de reemplazarlos y en algunos casos, aunque sea menor, puede resultar preferible el reemplazo, ya que produce la recepción de beneficios durante un tiempo más largo [Weston & Brigham, 1994].
Ni la ampliación ni la modernización son medidas que se toman a partir de las roturas o del desgaste material de los activos fijos y sí están en este caso el mantenimiento y el reemplazo, por lo cual, se profundizará más en ellos, comenzando por este último.
El término reemplazo ha sido abordado por diversos autores en cuanto a la forma de realizarlo y el momento idóneo para ello, así como los factores que conllevan a la decisión de reemplazar.
Varios autores, entre ellos Kohler [1990], consideran iguales los términos reemplazo y renovación y los definen como la sustitución de una partida de activo fijo por otra, particularmente de una partida vieja por una nueva o de una parte nueva en vez de una parte vieja.
Sencillamente se puede decir, que el reemplazo no es más que la sustitución de un activo fijo viejo por uno nuevo, pero, para realizarlo, deben estar presentes algunos factores que lo justifiquen económicamente. Un factor importante es la disposición de reemplazar máquinas cuando es rentable hacerlo, en lugar de esperar a que ya no funcionen.
Se consideran razones para decidir por reemplazo las siguientes:
el deterioro físico,
la obsolescencia,
aumento de capacidades,
reducción de costos de mantenimiento a largo plazo,
factores relacionados con el medio ambiente.
Aunque los autores consultados no lo manifiestan directamente, existen dentro de estos motivos no económicos, factores relacionados con el medio ambiente y con la organización, que pueden apoyar e incluso definir el reemplazo de un equipo.
La definición del término mantenimiento ha sido expresada en diferentes libros, revistas y otros documentos con puntos de vista similares y pequeñas diferencias o adaptaciones al caso de la empresa u organización de que se trate.
En la década de los años 50 fue definido el mantenimiento como la realización eficiente de todas las inspecciones, reparaciones, revisiones y construcciones necesarias para establecer y mantener una facilidad o equipo en condiciones para cumplir los requerimientos de operación [Morrow, 1957], planteándose también [Peters & Timmerhaus, 1968], que este término implica la idea de un mantenimiento constante del equipo en buenas condiciones.
Se ha definido el mantenimiento como la “conservación” de bienes en condiciones adecuadas de operación mediante limpieza, lubricación, reparación y ajuste [Kohler, 1990] y también como el conjunto de acciones que permiten mantener o restablecer un bien en un estado específico o en condiciones de asegurar un determinado servicio. [Payement, 1994.]
Existen muchos otros autores que se han referido al concepto y contenido de la actividad de mantenimiento, en particular, Kamenitzer [1985] se refiere a la limpieza y lubricación de los equipos; Encinas Beltrán [1994] reduce su concepto a lograr que las máquinas no solo trabajen, sino que lo hagan con eficiencia, confiablemente y con calidad; Tavares de Carvalho [1994] lo define como la actividad encaminada a incrementar la disponibilidad de los equipos, Dounce Villanueva [1998] refiere que mantenimiento es una de las dos grandes ramas en que se divide la conservación y se encarga de cuidar el servicio que proporcionan los recursos físicos y Sotuyo Blanco [2000] plantea que es una función empresarial por medio de cuyas actividades de control, reparación y revisión, permite garantizar el funcionamiento regular y el buen estado de conservación de las instalaciones.
En definitiva, deberá decidirse cuál de las alternativas de decisión sobre los activos fijos (ampliación, modernización, mantenimiento o reemplazo) es más conveniente después de un período, y esta decisión puede ser tomada bajo riesgo, bajo incertidumbre, bajo conflicto o bajo certeza según las circunstancias existentes. Una buena ayuda en este sentido es el Procedimiento de selección de alternativas de decisión sobre los activos fijos [de la Paz Martínez, 1996] que se presenta en el Anexo 1.
2. Mantenimiento. Base conceptual
El mantenimiento como alternativa de decisión frente al desgaste de los activos fijos se trata con mayor profundidad por constituir el objeto de estudio teórico del presente curso.
2.1 Evolución histórica del mantenimiento
Desde que el hombre inició una actividad artesanal, como la de tallar sus armas primitivas, preparar refugios con pieles de animales, conformar troncos de árboles para construir canoas o preparar sus artes de pesca, aparecen las inevitables tareas de mantenimiento: afilar herramientas y armas para conservarlas en condiciones eficaces, coser y remendar las pieles de las tiendas y vestidos, cuidar la hermeticidad de las piraguas, etcétera.
Con la construcción de las máquinas y su introducción para multiplicar la limitada labor manual, aparece la tarea de repararlas; sin embargo, en la mayoría de los trabajos en los que se contempla la evolución del mantenimiento, con ciertas variaciones en el enunciado, aparece la idea de que el mantenimiento no fue una actividad industrial importante hasta después de la Segunda Guerra Mundial. Algunos autores sitúan el momento histórico del inicio de esta importancia en el período entre guerras y otros plantean que fue algo implícito de la Revolución Industrial, acontecida en Inglaterra durante los siglos XVII y XVIII y que dio cimiento conceptual al mantenimiento empresarial, cuya dinámica se establece en una línea empírica y simplista, ya que solamente se ejecutaban acciones de corrección inmediata; todo ello debido a la simplicidad estructural y funcional de los equipos, aunado igualmente a que la situación económica del momento no exigía ser especialmente competitivos.
La Segunda Guerra Mundial trajo consigo cambios relevantes en el área productiva, pues se introducen tecnologías que propician nuevos conceptos para el logro de la optimización del funcionamiento de los equipos militares, así como en su producción.
Se considera que relegar la importancia del mantenimiento a estos períodos históricos constituye un error conceptual, pues solo se está analizando una parte de la historia del mantenimiento, la cual tiene “…dos partes bien diferenciadas: la historia técnica y la historia económica. El mantenimiento, en su aspecto técnico, nació con la primera herramienta, con la primera piedra afilada, y a partir de aquel momento no ha cesado en su evolución técnica siguiendo una línea de evolución igual a la seguida por la actividad productiva (…). El mantenimiento, en su aspecto económico, nació con el taylorismo. Se introdujo en aquel momento el elemento diferenciador entre la actividad productiva y la actividad de mantenimiento.” [Treserra Amigó, 1995.]
Es un asunto conocido que al separarse ambas actividades también se comenzaron a controlar por separado. A las necesidades económicas de la fabricación se le asignó el nombre de costo y a las de mantenimiento el de gasto, que tiene connotaciones despectivas. Esta separación contable fue ganando terreno en el mundo industrial y de ahí procede el error conceptual de atribuirle al mantenimiento una evolución diferente a la de la actividad productiva.
La planificación del mantenimiento mejoró considerablemente las actuaciones desde la citada fecha hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial y se convirtió en factor de la mayor importancia y necesidad en 1940, cuando los países en conflagración exigían de sus industrias la continuidad de servicio para obtener la máxima producción.
Otro aspecto de la evolución del mantenimiento es la forma de ejecutarlo. En la época de las primeras máquinas la función de mantenimiento, entendida como preventiva de averías, no existía y las intervenciones eran todas de urgencia; es decir, cuando la avería estaba a punto de producirse o ya había tenido lugar. Se encomendaba casi siempre la reparación al propio operador de la máquina al no existir otras personas familiarizadas con sus elementos.
En aquellas circunstancias, cada fábrica o taller solicitaba del servicio de mantenimiento la seguridad de funcionamiento de toda la maquinaria antigua y moderna, de accionamiento manual, semiautomático o completamente automático y al costo que fuese. Esto obligó a estudiar los equipos y máquinas, investigar sus averías, recopilar datos, confeccionar estadísticas, en definitiva, a organizar científicamente el trabajo y “…conformar un cuerpo de doctrina que desde entonces no ha dejado de evolucionar.” [AEM, 1995, p. 14.]
Se ha hecho referencia hasta aquí a la primera generación definida desde 1940 hasta 1950, resumiendo, la maquinaria era robusta, sobredimensionada y simple, las fallas de los equipos se caracterizaba en el desgaste de las piezas, no se previene el fallo.
Al término de la Segunda Guerra Mundial, el concepto de mantener a cualquier precio equipos e instalaciones deja de tener vigencia y el mantenimiento queda íntimamente ligado a los costos. No obstante, el costo por hora de la mano de obra era bajo y el mercado se desenvolvía muy frecuentemente en régimen de monopolios, con escasas intromisiones de unas economías nacionales en otras, lo cual permitió holgados excedentes particularmente en las empresas europeas.
Las investigaciones en técnicas y sistemas de mantenimiento, iniciadas y divulgadas por la gran industria norteamericana [Morrow, 1957], fueron asimiladas por las principales empresas de otros países. Sin embargo, fue comprobándose que los sistemas de mantenimiento preventivo, en forma de planes para el desmontaje y revisión total con sustitución a priori de todos los elementos sujetos a desgaste, corrosión o fatiga, aún siendo un importante avance cualitativo, suponían un gran desperdicio, tanto en recursos humanos como materiales.
La segunda generación se enmarca en el período comprendido entre 1950 a 1970. Aumentó la mecanización de las máquinas y la complejidad de los sistemas, el tiempo improductivo de una máquina se hizo más evidente y fue necesario medir, calcular índices, dando mayor importancia a los tiempos de parada por averías, surgiendo el concepto de mantenimiento programado o preventivo. Como resultado se comenzaron a implantar sistemas de planeación y control.
Desde mediados de los setenta, el proceso de cambio en las empresas tomó velocidades muy altas, caracterizado por equipos de producción altamente mecanizados y automatizados y con la presencia de la electrónica los equipos son más complejos y de menor tamaño. La tercera generación se enmarca desde 1970 hasta la actualidad.
El mantenimiento abarca hoy una amplísima variedad de disciplinas que difícilmente pueden ser cubiertas en su totalidad por una sola entidad u organismo en un país. De ahí surge la necesidad de un forum adecuado en el que los técnicos de mantenimiento de cualquier nivel pudieran intercambiar sus conocimientos y experiencias; con este propósito han sido estructuradas y constituidas numerosas instituciones por países y también a nivel internacional. En el cuadro 1 se resume la evolución del mantenimiento en el siglo XX.
Cuadro 1 Evolución del mantenimiento en el siglo XX

Una definición general de Mantenimiento es la siguiente:
Mantenimiento es la totalidad de las acciones técnicas, organizativas y económicas encaminadas a conservar o restablecer el buen estado de los activos fijos, a partir de la observancia y reducción de su desgaste y con el fin de alargar su vida útil económica, para lograr una mayor disponibilidad y confiabilidad para cumplir con calidad y eficiencia su función productiva y(o) de servicio, conservando el medio ambiente y la seguridad del personal.
Buen estado: estado de un artículo en el cual el mismo satisface todos los requisitos establecidos.
En esta definición de mantenimiento se encuentran reflejados los principios que se consideran básicos en el mantenimiento:
Los objetivos del mantenimiento están subordinados a las exigencias de la producción principal.
Las funciones del mantenimiento tienen que fundamentarse en conocimientos progresivos, tanto técnicos como organizativos y económicos.
La organización del mantenimiento tiene carácter sistémico.
Para cumplir los principios planteados se enunciarán a continuación los objetivos, las funciones y las características de organización que se proponen para el nuevo enfoque del mantenimiento, considerando que su meta debe ser: Contribuir a la competitividad de la organización dando respuesta a las necesidades del proceso de producción (su cliente principal), tanto en cantidad como en calidad, lo cual implica la adaptación rápida a los cambios del entorno (flexibilidad) y la racionalidad en los costos de mantenimiento.
2.2 Objetivos del mantenimiento
Toda organización avanza si sus objetivos han sido definidos, de lo contrario, su éxito llegará a ser un hecho aleatorio [Ríos, 1994]. Según Stoner [1987] un objetivo es una meta, que en términos comparativos se caracteriza por logros específicos susceptibles de ser cuantificados.
Entre los principales objetivos del mantenimiento pueden señalarse:
Garantizar la máxima disponibilidad del equipamiento y las instalaciones, al mínimo costo posible.
Mejorar la fiabilidad del servicio, teniendo en cuenta las horas de funcionamiento del equipamiento, calidad del servicio, seguridad de las personas y mínimo deterioro ambiental.
Prolongar la vida útil económica de los activos fijos.
Contribuir al confort de las instalaciones.
Cuidar la imagen de la institución desde el punto de vista del entorno físico.
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