La educación intercultural: la diferencia como valor




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LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL: LA DIFERENCIA COMO VALOR



 

Miguel López Melero

 

 

 

      "...el costo del desarrollo de un misil balístico transcontinental podría alimentar a 50 millones de niñas-os, construir 160.000 escuelas y abrir 340.000 centros de salud.

     El costo de un submarino nuclear es igual al presupuesto anual de educación de 23 naciones en desarrollo, en un mundo donde 120 millones de niñas-os carecen de escolaridad y 11 millones de infantes mueren antes de cumplir un año..."

(Ruth SIVARD. Gastos Militares y Sociales en el Mundo)

  

     Nos recuerda el prof. Maturana que:

     "... desde el punto de vista biológico no tiene errores, no hay minusvalía, no hay disfunciones... En biología no existen minusvalías..."

(H. MATURANA. El Sentido de lo Humano)

  

     Sin embargo, sigue siendo cierto aquello de que

     "...lo esencial es invisible para los ojos; sólo se ve con el corazón."

(Antoine de Saint-Exupery. El Principito)  

  

   0. Telón de Fondo

  

     Mi agradecimiento más sincero y mi felicitación a los organizadores de estas IX Jornadas de Educación y Formación del Profesorado. Agradecimiento por invitarme ya que ello me ofrece una nueva oportunidad para plantear, analizar y reflexionar entre colegas sobre el discurso de la Diversidad y la Educación Intercultural en una Sociedad Multicultural como la que estamos viviendo a finales de siglo. Felicitación por la nobleza de esta actividad educativa y por la finalidad de la misma así como por la elección de sus ponentes.  
     Al aceptar la invitación a participar en estas Jornadas me comprometo a decir algunas palabras sobre la necesidad de la escuela pública, democrática, participativa, solidaria y respetuosa con las diferencias. Además, considero que es una ocasión para echar los cimientos de futuros encuentros, al adquirir el compromiso de buscar alternativas concretas para llenar de contenido el título de Escuela Pública y Atención a la Diversidad.  
     Por todo ello mi gratitud a los organizadores por esta oportunidad.  

  

     Mi deseo es compartir en estas Jornadas con todas-os vosotras-os mis inquietudes sobre cómo se está desarrollando la cultura de la diversidad frente a la cultura del handicap a finales de siglo en los paises desarrollados de Europa, para ello voy a hacer una presentación de mi pensamiento como una invitación a la reflexión para la mejora de nuestra práctica docente e investigadora y como una invitación al diálogo para la construcción de un discurso compartido de las-os presentes que propicie un cambio profundo en nuestro pensamiento y en nuestra acción (pensamiento y acción compartida = ciencia) de la actual cultura del handicap y nos emocione hacia la construcción de la cultura de la diversidad.  

  

     Al plantear la emoción como la base del conocimiento, desde un punto de vista general y, como base del conocimiento de la cultura de la diversidad en particular, lo hago como un medio que nos permita comprender las dos grandes crísis en las que nos encontramos a finales de siglo para que, desde esa concienciación iniciemos proyectos de cambio para la reconstrucción de la crisis de la civilización y de la crísis ecológica. Crisis de civilización y crísis de la Naturaleza en la que nos hemos visto envuelto por un lado, por el desarrollo desenfrenado de la Ciencia Física de los siglos XIX y XX y, por otro, por los intereses científicos-técnicos y económicos de finales de siglo.  
     Mi hipótesis en este ámbito es que se está creando una relación biunívoca muy peligrosa entre la ciencia y la tecnología. De tal manera que se le otorga a la ciencia el papel de proponer objetivos de aplicación de su producto y a la tecnología el papel de aplicar los principios de la ciencia y en esta dependencia mutua, a mi juicio, se cierra un modo de entender la ciencia. O mejor dicho el cientifismo. Este cientifismo es la ideología más peligrosa y más poderosa de la sociedad postmoderna -aunque generalmente no haya sido reconocida como una ideología peligrosa en sí misma-, porque no se crea nada nuevo ni se produce un desarrollo de la imaginación del ser humano, tan sólo nos mantiene en el "limbo" científico permanentemente. Y ya sabemos que el estado límbico es el más cercano al conservadurismo y se nos quiere hacer olvidar (algunas y algunos caen en ese éxtasis deslumbrante casi mesíanico del limbo) que bajo esa sociedad de "cartón piedra" postmodernista hay una dominanción de la clase hegemónica y poderosa. Este cientifismo es la nueva religión intelectual para que permanezcamos en ese estado límbico. Y lo que es peor aún, los científicos se convierten en los instrumentos de esa clase dominante.  
     ¿La ciencia de la ideología o la ideología de la ciencia ?. La ideología reinante en la sociedad postmoderna (neoliberal) considerada como sistema de ideas propio de la clase dominante (cientifismo) sólo puede desaparecer si el científico sabe superar esa relación de dependencia entre la ciencia y la tecnología evitando, con este comportamiento, ser un esclavo del poder.  
     El ejemplo más claro de este científico lo tenemos en la Universidad (ejemplo por excelencia de comunidad científica) donde el conocimiento intelectual adquiere el rango de virtud (objetivo, independiente, desinteresado, apolítico,...) y el profesorado (docente e investigador) es un hombre o una mujer de ciencia (asexuado, dócil, sin mancha, impoluto) ejemplo "in vitro" de la ciencia postmoderna.  
     Tenemos que estar muy alertas para no caer en ese nuevo poder de la ciencia al servicio del neoliberalismo que convierte el hacer científico en una mera mercancía. Hemos de evitar que la ciencia sea la sirvienta del poder (conocimiento capitalizado=fetichismo) y, por tanto, la alienación del pensamiento humano. La ciencia del capitalismo es la seudograndeza de los mediocres.  
     Mi pensamiento es que la ciencia es incapaz de proporcionarnos respuestas duraderas e imperecederas. No existe una unidad de los conocimientos con carácter absoluto y ahistórico ni objetividad exenta de error. El aprendizaje y la ciencia es algo evolutivo. Lo más importante en el ser humano es que no te castren tu sentimiento de cambio... Aprendemos a ser científicos y a hacer ciencia.  
     La ciencia ha de entenderse como algo por hacer y no como algo acabado, la ciencia es algo estimulante y no el epitafio del hombre Y el hombre como sujeto activo de su propio pensamiento y de su acción, cargados de emoción (el pensamiento en acción) ha de evitar verse atrapado, como un ser paciente en este mundo cosificado (determinismo) y ha de elevarse (el hombre) como ser pensante y no como mero intendente. Pienso que hemos de asumir el componente ideológico y social que condiciona nuestro trabajo científico. El científico como cualquiera de nosotras y de nosotros no se puede liberar de su propio contexto cultural que condiciona su metodología y sus resultados. Hay que ver el mundo como es y no como nos gustaría que fuese.  
     Me gusta criticar el mito de la objetividad de la ciencia considerada y aceptada como una obra bien hecha, como algo de robótica programada, acabada, destinada a recoger información objetiva,...etc.; pero esta charla no es para eso. Sin embargo sólo diré que yo entiendo la ciencia como pensamiento y acción preñado de emoción (compartido); o sea, como una actividad humana, como un fenómeno social y humano que se inserta en la vida misma, pero la ciencia no escapa a su propia dialéctica, muy a pesar de estar inserta en la vida social, la ciencia es un poderoso factor para poner en entredicho a la propia ciencia o las premisas en la que se sustenta. Eso es lo que quería decir.  
     La primera cuestión que voy a plantear nace precisamente de ese "callejón sin salida" que la ciencia y la tecnología nos está llevando a finales de siglo. Me refiero, concretamente, a que si se acepta como cierto que en la sociedad actual la dinámica viene impuesta por los intereses científicos-técnicos por un lado y económicos por otro, ¿cómo se puede reconciliar la humanidad para superar la doble crisis ecológica y de civilización?.  
     Mi respuesta es muy sencilla y debido a esta sencillez se puede pensar que es ingénua y poco relevante, pero a mi juicio sólo se logrará dicha reconciliación si se olvida el poder de la Ciencia Física, si se reconduce el papel de la Economía, de la Tecnología y de la Robótica y se mira como Ciencias del Futuro a la Biología, para superar la crisis de la civilización y a la Pedagogía para superar la crisis de la Naturaleza y en esta superación encontraremos el sentido de lo humano.  
     Cuando afirmo que el sentido de lo humano radica en esa superación de los intereses científicos-técnicos y económicos estoy refiriéndome, además, a que debemos volver la mirada hacia nosotros mismos ya que las personas disponemos de un maravilloso y excepcional instrumento que es la mente humana y, por lo tanto, si sabemos adentrarnos en nuestro propio pensamiento seguro que encontraremos los medios necesarios para imaginar y crear un mundo mejor. ¿Es tan difícil imaginarnos un mundo mejor?. ¿Por qué?. Sólo depende de nosotras y de nosotros y de que empecemos a hacerlo.  
     Ciertamente que el cambio a ese nuevo mundo requiere de cambios psicológicos y sociales aún muy difíciles de predecir o de imaginar. Sabemos que en la actualidad los cambios en la biología del ser humano (fecundación in vitro, la elección de una hija o de un hijo sin necesidad del reconocimiento del padre o de la madre), los movimientos homosexuales, los nuevos papeles de la mujer en el mundo económico y social, los movimientos migratorios, el mestizaje,... son manifestaciones valiosas (valores) de la actual socialización de nuestras-os propias-os hijas-os en un nuevo modelo cultural.  
     Modelo cultural que les va a permitir otra dimensión en la libertad sexual, otro modo de relacionarse entre las distinta etnias, una nueva reconceptualización de la familia y de la sociedad en general. Sociedad competitiva e insolidaria dominada hasta ahora por lo masculino que ha de dar paso a una sociedad más solidaria y respetuosa con las diferencias donde el hombre y la mujer, la mujer y el hombre descubran unidos en qué consiste el ser humano. No consiste en cambiar una sociedad dominada por el hombre a otra dominada por la mujer, sino en el descubrimiento del hombre y de la mujer en el vivir cotidiano. "En la convivencia de la biología del amor y el convivir centrado en la dignidad y el respeto por el otro y por si mismo, en la colaboración, en la armonización estética con el mundo natural al que se respeta y no se explota, y en la valoración de la sensualidad y el intelecto" (H. MATURANA, 1994). Más aún, nos dice R. EISLER, que todo ello sólo se logrará "a través de la cultura de la solidaridad y que ésta es el fundamento de una cultura no enajenada (...) en un mundo donde sea más importante la calidad de la vida que la cantidad de ella"( R.EISLER, 1996).  
     Esta es la respuesta a la primera cuestión que planteaba el saber utilizar la racionalidad para hacer razonable a la propia razón y que este raciocinio nos impida caer en la trampa tendida por el pensamiento neoliberal que nos quiere confundir Estado de Bienestar con Calidad de Vida, cuando el primero está inmerso en un pensamiento económico, individualista y egoista y el segundo en un pensamiento bañado por la calidad de las relaciones humanas. Y, acaso, en este sentimiento de cambio y de calidad de vida consista el sentido de lo humano.  
     Las personas si sabemos incorporar estas nuevas formas de pensar y de actuar, de sentir y de convivir y abrimos nuestro pensamiento hacia ese futuro inmediato incorporando nuevos valores no sólo cambiaremos a la escuela y a la sociedad sino que nos cambiaremos a nosotros mismos. Este sentido del cambio es muy potente, pero hay que creérselo y hay que construirlo. Este es el discurso de la cultura de la diversidad, donde ser diferente no es un defecto sino algo valioso.  
     Por todo lo expresado hasta aquí, desde este momento me gustaría dejar claro algunos principios que justifican mi pensamiento en torno al discurso de la cultura de la diversidad frente al discurso del handicap. Más tarde, asimismo, expresaré qué entiendo por escuela pública. Me refiero concretamente a los siguientes:  

 
a) que sea el respeto, la tolerancia y la libertad de pensamiento el principio que nos permita construir la cultura de la diversidad frente a la cultura del handicap. Me explico: pienso que ha de ser la racionalidad la que haga más razonable a la propia razón cuando hablemos de la cultura de la diversidad, sencillamente porque no se entiende bien qué significa y qué exige esta nueva cultura. Cuando hablamos de racionalidad nos referimos a tener un "pensamiento claro" que mejore nuestra comprensión sobre la cultura de la diversidad. Yo llamaría "racionalidad" a que si en estos días de reflexión se oye cómo se ha de cambiar la escuela y la sociedad, inmediatamente ha de nacer en los presentes el compromiso de cambiar nuestras actitudes y nuestra práctica educativa y social. Estamos en el camino de proyectar otro modo de ser persona.  
b) cuando hablo de diversidad No me refiero a las personas, socialmente reconocidas como "deficientes", sino que lo hago desde un pensamiento amplio e incluye al género, a la enfermedad, al handicap, a la etnia, ...; o sea a los colectivos y culturas minoritarias que durante tanto tiempo han tenido que soportar -y aún soportan- los criterios de las culturas mayoritarias. No podemos olvidar, como he apuntado, anteriormente que el conocimiento, la información y la toma de decisiones nos viene impuesta por la clase dominante. Hemos de construir nuevas estrategia para zafarnos de las peligrosas y tentadoras redes neoliberales.  
c) en este sentido deseo aclarar qué entiendo por diversidad, qué por diferencia y qué por desigualdad. La diversidad hace referencia a la identificación de la persona por la que cada cual es como es y no como nos gustaría que fuera (Identidad). Este reconocimiento es precisamente lo que configura la dignidad humana. Esto es algo evidente y por tanto, objetivo. La diferencia es la valoración (por tanto subjetivo) de la diversidad y es precisamente en esta valoración donde hay varias manifestaciones ya sean de rechazo (antipatía, xenofobia, racismo, intolerancia,...) como de comprensión (simpatía, xenofilia, tolerancia,...). Es la consideración de la diversidad como valor. No sólo es el paradigma de la igualdad sino que es el paradigma de la libertad. Y la desigualdad es el establecer jerarquía entre las personas por criterios de poder social, político, económico, étnico,... o por cualquier otra razón. Es precisamente lo contrario de la igualdad.  
     Al hilo de estas aclaraciones corresponde en este momento diferenciar, al menos yo encuentro diferencias para ello, entre multiculturalismo, pluriculturalismo e interculturalismo. Entiendo por multiculturalismo el reconocimiento de que existen varias culturas en un mismo territorio en un momento determinado. El pluriculturalismo es un modelo de intervención que pone el énfasis en el mantenimiento de la identidad de cada cultura y el Interculturalismo es una forma de intervención que subraya el valor de las relaciones e interacciones y de la convivencia de las culturas (el mestizaje) en un mismo espacio social. Es el paradigma de la cooperación y la solidaridad.  
     Planteados los principios que me mueven a participar en estas Jornadas de Formación y aclarados algunos conceptos relacionados con la cultura de la diversidad, mi primera intervención, en este encuentro entre colegas y profesionales de la enseñanza que están haciendo posible aquel principio de la escuela para todas-os, propio de la década de los ochenta es, como decía al principio, una invitación a la reflexión desde las citas que encabezan esta ponencia para que a través de su análisis nos introduzcamos en el discurso de la diversidad y lo que ello compromete a los profesionales de la escuela pública, como paso previo para preparar la escuela del futuro. Cuando hablo de profesionales incluyo tanto al profesorado de infantil como al de universidad.  
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