Catecismo de la iglesia católica año b comisión episcopal de enseñanza y catequesis subcomisión episcopal para la catequesis índice




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DOMINGO II DE ADVIENTO (inizio)



“Esperamos un cielo nuevo y una nueva tierra donde habite la justicia”

* Is 40,1-5.9-11: “Preparadle el camino al Señor”
* Sal 84,9ab-10.11-12.13-14: “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación”

* 2 P 3,8-14: “Esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva”
* Mc 1,1-8: “Allanad los senderos del Señor”

Se observa en Isaías una progresiva espiritualización de las manifestaciones de Dios. Lejos de los viejos signos en el viento, en la tormenta u otras señales meteorológicas, ahora se muestra mediante su Palabra, por sus promesas. Y cuanto más “espirituales” más liberadoras son estas epifanías.
La misma línea de “provisionalidad” de señales nos advierte S. Juan Bautista al indicar que vendrá otro “que os bautizará con el Espíritu Santo”. Pero lo más urgente es la “metanoia”, el cambio de pensamiento y de rumbo vital. Porque Dios “se convierte” (viene) a nosotros, nosotros nos convertimos a Él.
El hombre que no ha perdido la ilusión por el futuro no se arredra ante las dificultades. Es consciente de que los valles han de levantarse y los montes y colinas han de allanarse. Esto se denomina esfuerzo. Y no faltan hoy quienes remueven del camino las piedras u obstáculos para que otros puedan avanzar que es, en definitiva, ir preparando el Reino de Dios. Y cuanto menos selectivo sea el esfuerzo y más universal el afán, más claramente se verá el Reino de Dios.
_ La conversión es condición indispensable para el Reino de Dios:

“Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: ``No he venido a llamar a justos sino a pecadores'' (Mc 2,17). Les invita a la conversión, sin la cual no pueden entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin límites de su Padre hacia ellos y la inmensa ``alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta'' (Lc 15,7). La prueba suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida ``para la remisión de los pecados'' (Mt 26,28)” (545).

La acogida del Evangelio lleva a la conversión: 1229-1233.
_ El Bautismo, lugar principal de la conversión primera:

“Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: ``El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva'' (Mc 1,15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva” (1247).
“Bautizaba Juan y bautizaba Cristo. Se preocuparon los discípulos de Juan, porque las gentes corrían hacia Cristo y corrían hacia Juan, pero mientras Juan enviaba a Cristo los que le venían, Cristo no enviaba sus bautizados a Juan... Los judíos decían que Cristo era mayor y que había que acudir a su bautismo, pero ellos no lo entendían así y defendían el de Juan. Fueron a éste para que resolviera la cuestión. Bien pudo decirles: Tenéis razón. Pero sabía ante quien se humillaba... y entendía que la salvación está en Cristo” (San Agustín, Tract, 13,8).

La conversión es fruto de la gracia que ha llegado por el Reino de Dios, y el Reino de Dios reclama la permanente conversión.


DOMINGO III DE ADVIENTO (inizio)



“Existe desde siempre, está en medio de nosotros y no lo conocemos”


* Is 61,1-2a.10-11: “Desbordo de gozo con el Señor”
* Sal: Lc 1,46-48.49-50.53-54: “Se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”
* 1Ts 5,16-24: “Que vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado hasta la venida del Señor”
* Jn 1,6-8.19-28: “En medio de vosotros hay uno que no conocéis”

La imagen de los desposorios, tan frecuentemente usada en el Antiguo Testamento, es usada una vez más, como reflejo de la Alianza de Dios con su Pueblo. El clima de alegría y de gozo desbordante que recoge el profeta encaja perfectamente en este domingo denominado “Gaudete”.

Consciente de su papel de precursor, Juan “desvía” hábilmente la conversación para que quienes preguntan quién es él, se dirijan hacia la persona de Jesús. O tal vez se trate de una lección más sutil, buscando que sus interlocutores descubran que no pueden comprender la persona de Juan, sin referencia a Jesús. Esto sí es verdaderamente “cristiano”, es decir, nadie que se llame cristiano puede encontrar su identidad al margen de Jesucristo.
Es conocida la famosa tesis de Pirandello: “Yo soy lo que realmente soy; yo soy lo que creo que soy; yo soy lo que los demás creen que soy; yo soy lo que creo que los demás creen que soy”. Aplicada esta frase a las circunstancias del hombre de hoy, descubrimos que tan importante es a veces lo que piensan de uno como lo que uno realmente es. ¿Será por eso por lo que el hombre de hoy cuida tanto la imagen? El riesgo está en que al final puede no saberse dónde está la verdad, si en la imagen o en el hombre que hay detrás.
_ Cristo en el centro de toda catequesis:

“En la catequesis lo que se enseña es a Cristo, el Verbo encarnado e Hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él; el único que enseña es Cristo, y cualquier otro lo hace en la medida en que es portavoz suyo, permitiendo que Cristo enseñe por su boca” (427; cf. 426-429).

_ El bautismo de Juan, distinto del de Cristo:

“En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo: volver a dar al hombre la ``semejanza'' divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento” (720).
_ El Bautismo, compromiso con la fe:

“Los bautizados ``por su nuevo nacimiento como hijos de Dios están obligados a confesar delante de los hombres la fe que recibieron de Dios por medio de la Iglesia'' (LG 11) y a participar en la actividad apostólica y misionera del Pueblo de Dios” (1270).

_ El bautismo, asimilación a Cristo:

“Por el bautismo, el cristiano se asimila sacramentalmente a Jesús que anticipa en su bautismo su muerte y su resurrección; debe entrar en este misterio de rebajamiento humilde y de arrepentimiento, descender al agua con Jesús para subir con Él, renacer del agua y del Espíritu para convertirse, en el Hijo, en hijo amado del Padre y ``vivir una vida nueva'' (Rm 6,4)” (537).
_ “Enterrémonos con Cristo por el Bautismo, para resucitar con Él; descendamos con Él para ser ascendidos con Él, ascendamos con Él para ser glorificados con Él” (San Gregorio Nacianceno, Or 40,9)” (537).

_ “Todo lo que aconteció en Cristo nos enseña que después del baño del agua, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros desde lo alto del cielo y que, adoptados por la voz del Padre, lleguemos a ser hijos de Dios (San Hilario, Mat 2)” (537).
Cuando el cristiano se da cuenta de que no es autor de la luz sino testigo y portador, empieza a preparar los caminos del Señor.

DOMINGO IV DE ADVIENTO (inizio)
“Salve, María, Madre de Dios, por quien vino al mundo el autor de la creación y restaurador de las criaturas”

* 2 S 7,1-5.8b-11.16: “El reino de David durará por siempre en la presencia del Señor”
* Sal 88,2-3.4-5.27 y 29: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor”
* Rm 16,25-27: “El misterio mantenido en secreto durante siglos ahora se ha manifestado”
* Lc 1,26-38: “Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo”

Natán, decidido partidario de su rey, a pesar de haber ejercido como profeta con dureza ante él, sale al paso de las inquietudes de su señor, prometiéndole un reino que durará por siempre. El profeta no es consciente en aquel instante del alcance de sus palabras. La luz del Nuevo Testamento ilumina tal oscuridad. El Reino permanecerá porque el Mesías heredará el “trono de David, su padre”.

Las diversas citas bíblicas, tan hábilmente recogidas y ordenadas por san Lucas, nos muestra un mosaico de acciones salvadoras de Dios, que dan paso a lo más importante: mostrar que lo que acontece en María, la Encarnación del Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, sólo puede venir de Dios.
El hombre de hoy, dominador de casi todo, no se siente sin embargo autor de su propia salvación. No puede serlo y trata de encontrar la salvación en ideologías, sistemas, métodos, etc; cualquier cosa con tal de no reconocer que la salvación viene de fuera, viene de Dios. Aquellos que reconocen la dimensión trascendente del hombre, ya han empezado de alguna manera a creer que la salvación tiene su fuente en Dios.

_ La Anunciación, comienzo de la plenitud de los tiempos:

“La anunciación a María inaugura la plenitud de ``los tiempos'', es decir, el cumplimiento de las promesas y de los preparativos. María es invitada a concebir a aquel en quien habitará ``corporalmente toda la plenitud de la divinidad''. La respuesta divina a su ``¿cómo será esto, pues no conozco varón?'' (Lc 1,34) se dio mediante el poder del Espíritu: ``El Espíritu Santo vendrá sobre ti'' (Lc 1,35)” (484).

_ El Espíritu Santo, enviado para santificar el seno de María:

“La misión del Espíritu Santo está siempre unida y ordenada a la del Hijo. El Espíritu Santo fue enviado para santificar el seno de la Virgen María y fecundarla por obra divina” (485).
_ La aceptación de María, motivo de alabanza para la Iglesia:

“A partir de esta cooperación de María a la acción del Espíritu Santo, las Iglesias han desarrollado la oración a la santa Madre de Dios, centrándola sobre la persona de Cristo manifestada en sus misterios. En los innumerables himnos y antífonas que expresan esta oración, se alternan habitualmente dos movimientos: uno ``engrandece'' al Señor por las ``maravillas'' que ha hecho en su humilde esclava, y por medio de ella en todos los seres humanos; el segundo confía a la Madre de Jesús las súplicas y alabanzas de los hijos de Dios, ya que ella conoce ahora la humanidad que en ella ha sido desposada por el Hijo de Dios” (2675).
_ “!Salve María!,!Salve María!, criatura la más preciosa de la creación, salve, María, purísima paloma; salve, María, antorcha inextinguible; salve, porque de ti nació el Sol de justicia. Salve, María, morada de la inmensidad, que encerraste en tu seno al Dios inmenso, al Verbo unigénito, produciendo sin arado y sin semilla la espiga inmarcesible...” (San Cirilo de Alejandría, Disc. en Conc. de Efeso).
Se ha cumplido en María cuanto se había dicho de parte de Dios, y por eso crece cada día nuestra esperanza.

LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (inizio)

(8 de Diciembre)
“Elegida para Madre del Salvador, María es la primera entre los salvados”

Gn 3,9-15.20: “Establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya”
Sal 97,1.2-3abc-4: “Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas”
Ef 1,3-6.11-12: “Dios nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo”
Lc 1,26-38: “Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo”

El Génesis proclama ante todo que de Dios sólo puede venir el bien y no el mal; el mal es obra del hombre. Una mujer acepta ser la Madre del que venía a traer al mundo la salvación. El hombre aparece así como capaz del mal, pero también susceptible del bien que de Dios llega.

Y todo en nombre de una victoria. Es futura, pero ya es presente en María. Por el triunfo de su Hijo, María no contrae esa mancha del pecado original “que a todos los hombres alcanza” (Liturgia del Viernes Santo). Le ha llegado a Ella precisamente porque va a ser Madre de Dios. Y si la victoria de Cristo es universal y por ello alcanza a su Madre antes que a nadie, ello quiere decir que la victoria de María será también nuestra.
El hombre de hoy cree que “dejar hacer a Dios” es alienante y aun “destructivo” para él. Sin embargo, nunca es más grande el hombre que cuando Dios actúa en él. Dios siempre “pide permiso”. La acción de Dios, nunca “invade” ni manipula al hombre. Nos sorprende por su magnificencia y gratuidad pero cuenta siempre con nosotros.
_ María la “llena de gracia”:

“A lo largo de los siglos, la Iglesia ha tomado conciencia de que María, ``llena de gracia'' por Dios, había sido redimida desde su concepción. Esto es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pío IX: ...la bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano” (491).

_ La “llena de gracia” en la Tradición de la Iglesia:

“Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios ``la Toda Santa'' (``Panagia''), la celebran como ``inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva creatura''. Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida” (493).
_ “María es la llena de gracia porque el Señor está con ella. La gracia de la que está colmada es la presencia de Aquel que es la fuente de toda gracia. ``Alégrate, hija de Jerusalén... el Señor está en medio de ti'' (So 3,14,17a). María, en quien va a habitar el Señor, es en persona la Hija de Sión, el Arca de la Alianza, el lugar donde reside la Gloria del Señor; ella es la ``morada de Dios entre los hombres'' (Ap 21,3). ``Llena de gracia'', se ha dado toda al que viene a habitar en ella y al que ella entregará al mundo” (2676).
_ “Cuando leemos que el mensajero dice a María llena de gracia, el contexto evangélico, en el que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una bendición singular entre todas las ``bendiciones espirituales en Cristo''. En el misterio de Cristo, María está presente ya ``antes de la creación del mundo'' como aquella que el Padre ``ha elegido'' como Madre de su Hijo en la Encarnación, confiándola eternamente el Espíritu de santidad” (Juan Pablo II, Redempt. Mt. 8).
Si la victoria de Cristo ha hecho a María Inmaculada y bendita entre las mujeres, la Iglesia ve en esa victoria el comienzo y el final de su propia santidad.


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