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Técnicas de muestreoSon las técnicas que permiten en la observación directa solucionar los problemas de focalización, a la vez que compensan, en el caso de observación larga, la imposibilidad de registrar el fenómeno de manera exhaustiva. Altmann (1974) es el autor que ha presentado de manera detallada y crítica todas estas técnicas. Las tres más frecuentes son:
2. Muestreo en secuencias: es observado desde el principio al fin y en su complejidad en un encadenamiento de comportamientos. Resulta difícil programar un ritual en los animales o en el comienzo de un conflicto en el patio del recreo. Esta técnica se emplea para la observación de ciertos encadenamientos de gestos deportivos que se repiten frecuentemente en el curso del juego. Se practica sobre el terreno en etología y en documentos filmados. 3. Muestreo instantáneo: mediante un rápido barrido visual, el observador advierte lo que hace un individuo (o todos los individuos) de un grupo. Beaugrand (1984, p. 204) da un ejemplo del trabajo de medición de las distancias entre ocho peces de un acuario cuyas paredes se hallan cuadriculadas para estudiar su relación de dominación. En psicología social y en psicología de la educación se suman otras limitaciones al procedimiento de muestreo de los individuos y los eventos. Se controla, por ejemplo, el momento en que se llevan a cabo las observaciones (durante el día, la semana) e Incluso el momento de la secuencia observada (comienzo o fin). A veces se controla también la naturaleza de la tarea y la presencia de los animadores. Se controla finalmente a los grupos o a las clases que serán tomados en consideración. La calidad del trabajo de muestreo proporciona al investigador unas garantías de poder dar una representación satisfactoria de la realidad global, pero también de sus fluctuaciones en función de los momentos, de los actores o de los contextos. ANALISIS DE LOS RESULTADOS Y PUESTA A PRUEBA DE LAS CUALIDADES METROLOGICAS DE LOS INSTRUMENTOS 1. Todas las técnicas de tratamiento de los datos se aplican a los datos producidos por observación según su naturaleza (cuantitativa o cualitativa) y según las características de los problemas abordados (estudio de los efectos de factores, estudio de la dinámica de los encadenamientos, enfoque de la organización de las conductas). Cuanto más simple o más avanzada sea la teorización inicial, más clara resultará la operacionalización y más podrá contentarse el observador con tratamientos simples: frecuencias, porcentajes, cálculo de índices (Flanders, 1972). 2. La visualización resulta indispensable cuando se pretende dar cuenta de una cronología en la acción (Cornetti, et aL, 1983) o de la dinámica de un proceso de tratamiento como, por ejemplo, el empleado por Savoyant (1971) para describir el proceso de tratamiento de un operador de control en la industria química. 3. La validez es una noción aprehensible de diferentes maneras. Una primera cuestión estriba en saber si los nexos entre categorías reflejan o no los nexos entre las dimensiones del problema estudiado, por lo demás medidas. Nos hemos referido a las condiciones que hay que cumplir para asegurarse del nexo entre indicios y dimensión significada. Pero cabe también tratar de saber si las regularidades determinadas por observación son o no artefactos de método. Puede preguntarse por el grado de representatividad de las medidas con relación al fenómeno estudiado en su extensión real. La medición de esta última o validez externa es larga y costosa. También resulta lógico interesarse por las condiciones de la construcción del dispositivo y de la recogida de los datos: duración de la observación y buena distribución por muestreo. 4. La fiabilidad es una medida de la estabilidad de las codificaciones efectuadas por la misma persona en diferentes momentos. El grado de familiaridad con los instrumentos y la fatiga hacen variar este índice entre el comienzo y el final del trabajo. Pero la fiabilidad comprueba también el grado de acuerdo entre dos observadores que trabajan al mismo tiempo. El cálculo de los coeficientes de correlación puede apreciar el grado de semejanza entre unos procedimientos de medición de dos personas, en un mismo momento, o incluso el conseguido por una persona en momentos diferentes del trabajo. Las más de las veces se estima la fiabilidad por el grado de acuerdo entre dos observadores calculando la relación: número de acuerdos (total de acuerdos + total de desacuerdos). Este índice varía entre O (ausencia de acuerdo) y 1 (acuerdo total). Habitualmente, se pretende obtener una concordancia superior a 0,8. En conjunto, la fiabilidad progresa según Bickman (1977, p. 283) con un adiestramiento suficiente, en el empleo de categorías amplias bien definidas, con una inferencia débil de codificación y con la utilización de un pequeño número de categorías. Sólo queda no confundir fiabilidad o acuerdo de trabajo entre observadores con la objetividad o garantía de verdad. LA OBSERVACION: UN RETO CIENTIFICO Y UN RETO DE FORMACION Confiamos en haber mostrado que la observación cambia progresivamente de status científico. Se constituye como una trayectoria de elaboración de los saberes relativos no sólo a unos objetos, sino también a unas acciones y a unos problemas humanos y sociales no directamente observables. Esta evolución provoca una diversificación de las formas de descripción y restablece en las ciencias humanas y sociales unos nexos hasta entonces relajados entre descripción, explicación y comprensión. La apuesta formativa de la observación sigue estando, por el contrario, insuficientemente explorada desde la tentativa de E. Bick (1964) aplicada a la formación de los pediatras londinenses. La experiencia adquirida durante estos quince últimos años en los campos de la formación inicial y continua nos lleva a sugerir un uso más intenso y más meditado de la observación. Puede contribuir al desarrollo de una actitud de investigación útil a la formación de todos los trabajadores sociales. Puede constituir además el soporte de nuevas estrategias de intervención profesional basadas en un contacto directo con los ambientes laborales. NOTAS ) La prestigiosa revista The Behavioral and Brain Sciences le dedicó un número especial. (3, 1978). 2) Al dar cuenta de una experiencia, nadie está obligado a justificarla con respecto a las conductas naturales o supuestamente tales. Pero la moral más elemental exigirá que se obligue a hacerlo en cuanto que se teorizan los resultados, refiriéndose no ya al contexto experimental, sino al cotidiano. 3) Ha sido Francis Jacques quien me ha llamado la atención sobre este punto. 4) Véase Verbum, 7 pp. 273 (“L’intercolution”); Connexions, 1986, 47 (“L’intersubjetivité”); Psychologie et education, 1986, X, 1 (“Decrire et expliquer en Psichologie”). 5) “Au début était l’observation”. Cahier de psychologie cognitive, 1982, 2, 2, 166-169. 6) “Forma normal” en el sentido de la etnometodología. Para una presentación de esta noción véase P. Bange: “Points de vue sur l’analyse conversiotennelle”, Drlav. 1983, 29, 1-28: la noción de “forma formal” se halla muy próxima a la del “guión de interacción”. Véase R. D. Schank R. P. Abelson , “Scripts, plans and knowledge”, IJACAI, Tifilis, 1975. 7) Desde un punto de vista formal, se trata de un asunto de k-isomorfismo. Véanse THAPENIS, D.: K-ISOMORPHIMS, Theory and Uncertainly. Delphes University, Draft, 1975 THAPENIS, D. y PAPAMALAMIS, R.: “Théorica deil k-Isomorphismi”. Reviste Internazionale delle Matematice Social. 314, 1980, pp. 3-19. 1 Esto no implica que el conjunto de la situación terapéutica no pueda ser considerado |