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PROPÓSITOS COMUNICATIVOSObjetivos de la comunicación oral Cuando una persona habla, es decir, cuando se comunica con alguien a través de la palabra, intenta lograr los siguientes propósitos:
Estos cuatro propósitos, que se articulan formando una unidad completa cuando el receptor o destinatario ha captado efectivamente el mensaje, los examinaremos separadamente a continuación. Concreción de la ideaUna cuestión previa para lograr una adecuada comunicación es saber lo que se quiere decir exactamente. En la conversación espontánea y accidental, a medida que hablamos vamos descubriendo lo que queremos decir. Dicho de otro modo, vamos oyendo lo que decimos y de esta manera nos vamos dando cuenta de si es eso lo que pensamos o no, y de acuerdo con lo que digan los demás, tenemos ocasión de ampliar, rectificar, explicar y desenvolver nuestras ideas. Este no es el caso cuando hablamos en público, porque como no hay interrupción de los destinatarios de la comunicación, necesitamos expresarnos con toda claridad. Se trata de un tipo de comunicación que no nos permite, por su misma naturaleza, ir en tanteos y divagaciones a la búsqueda de nuestro pensamiento. Se trata, en otras palabras, de decir algo que ya haya tomado forma previamente en nosotros. Tenemos que ir perfilando la idea, hasta llegar a una formulación de nuestros pensamientos que nos deje satisfechos. Sólo entonces habrá llegado la ocasión de hablar, porque estamos ya en posesión de una idea concreta, que podemos y queremos comunicar. Unicamente cuando estamos seguros de que hemos dado forma a la idea, podremos en el curso de la exposición, recobrar el hilo si por alguna circunstancia lo hemos perdido, y esto ocurre sencillamente porque sabemos lo que queremos decir. Adecuación del tonoAun cuando tengamos ya la idea concreta, perfectamente elaborada, hay no solo que comunicarla y procurar que sea entendida de la mejor manera por el receptor o destinatario, de momo que éste la acepte y consecuentemente la traduzca en acción. Todo esto se logra cuando se encuentra el tono adecuado. Esto es así por el emisor – en el caso del discurso, el orador- se comunica con sus oyentes no solamente por medio de sus palabras, sino también mediante un elemento sonoro no verbal, que es el tono. En el acontecer diario repetimos muchas veces,” no me gustó el tono con que contestó mi pregunta” o “ no me satisface nada el tono de esa carta” y es porque a través de eso que llamamos tono- la peculiar manera de decir las cosas- descubrimos el sentimiento íntimo del emisor, de lo que hemos de concluir que el tono no es más que un regulador entre el sentimiento y la expresión, entre lo que sentimos y decimos. Por consiguiente es fundamental para lograr una buena comunicación, encontrar el tono adecuado, es decir, no actuar sobre las palabras midiéndolas y pesándolas, sino ir al fondo del problema actuando sobre la imaginación y colocándonos en el lugar del receptor o destinatario de la comunicación o mensaje. Hablar de modo que el receptor entienda a medida que oyeSupongamos que el emisor- pongamos el caso de un conferenciante o disertante – tenga el dominio de lo que quiere exactamente decir ( idea concreta), y esté hablando con el tono adecuado, es decir, ajustando debidamente el sentimiento y la expresión. ¿ Significa esto que ya están vencidas todas las dificultades que pueda ofrecer el proceso de la comunicación? Evidentemente, no. El oyente o receptor – el destinatario del mensaje- debe estar en condiciones de seguirlo, de manera que pueda ir entendiendo y asimilando a medida que la palabra brota de las palabras del emisor. Esto quiere decir, que el emisor no puede perder nunca el contacto con el oyente, porque se corre el riesgo de que cese la atención y de que el mensaje no llegue, o llegue de manera imperfecta, al receptor. (IMAGEN) La fórmula más simple para evitar que el receptor se “pierda” es que el emisor mientras hable, vaya colocando las ideas unas después de otras. Esto, en apariencia tan sencillo, no es seguido siempre por muchos oradores o conferenciantes, que gustan de adentrarse en grandes paréntesis, con el resultado de que el oyente se fatiga por esfuerzo extraordinario que tiene que realizar para ir captando o asimilando lo que se le dice, y finalmente deja de percibir con la claridad necesaria y aveces hasta sin ninguna, el mensaje que se le emite. En una palabra, la sencillez en el estilo- sobre lo que también volveremos- es fundamental si aspiramos a establecer una buena comunicación. Es necesario pues, usar periodos completos y simples para que los conceptos sean captados directamente, sin que la mente del oyente esté obligada a seguir tortuosos giros de las palabras. El orden en el correr de las ideas ha de ser tal, que el oyente no se vea precisado a coordinarlas en su cerebro. Usar la palabra exacta Es posible finalmente que estemos en posición de la idea concreta, que estemos usando el tono más adecuado para “llegar” en realidad al oyente, y que el mismo esté siguiendo paso a paso, entendiendo y asimilando, cuanto se le transmite. Aun así, puede ocurrir que en un momento determinado no encontremos la palabra exacta para la expresión de la idea. Hay una clave para hallar la palabra exacta, que no ha de ser necesariamente la palabra precisa: sentir, vivir, ver y comprender aquello que estamos hablando. Si para no perder contacto con el auditorio hemos de encontrar el tono, para no perder contacto con el léxico, para que las palabras no nos abandonen o no nos traicionen, lo importante es no perder de vista la idea o la realidad de que estamos hablando. Alguien sentenció acertadamente: pensar en lo que decimos es el camino más corto para decir efectivamente lo que pensamos. Ejercicios 1. ¿Qué propósitos se persiguen cuando se intenta una comunicación a través de la palabra?
ESTILÍSTICA ORAL El estilo. Concepto y definición Se han ofrecido numerosas definiciones del estilo. Para unos –Albalat- “estilo es la manera propia que cada uno tiene para expresar su pensamiento por medio de la escritura o de la palabra”. Para otros “es la manera que cada uno tiene de crear expresiones para comunicar su pensamiento”. No faltan quienes lo hayan sintetizado, como Chesterfield, que “el estilo es el ropaje del pensamiento” o como Flaubert, para quien “el estilo es la vida, la sangre misma del pensamiento”. El propio Abalat resume todos los criterios que se han expuesto, del siguiente modo: “el estilo es el esfuerzo por medio del cual la inteligencia y la imaginación encuentran los matices, las relaciones de las expresiones y de las imágenes, en las ideas y en las palabras o en las relaciones entre unas y otras”. Cualidades del estilo oral Las cualidades primordiales del estilo oral- válidas también para el escrito son las siguientes: 1) claridad; 2) concisión; 3) coherencia; 4) sencillez y 5) naturalidad. La observancia de estas cualidades es esencial porque para que el mensaje sea seguido y aprobado por los destinatarios de la comunicación, tiene que ser inmediatamente comprendido, toda vez que al oyente no le es permitido hacer lo que un lector que no ha entendido de primera intención, es decir, volver sobre el mismo texto cuantas veces lo estime necesario. Claridad En términos generales claridad significa expresión al alcance de un hombre de cultura media, pero quiere decir además, pensamiento diáfano, conceptos bien digeridos, exposición limpia, es decir, con sintaxis correcta y vocabulario o léxico al alcance de la mayoría. Dicho de otro modo: un estilo es claro cuando el pensamiento del que emite el mensaje penetra sin esfuerzo en la mente del receptor. Cuando se habla sobre un tema que nos es familiar, existe la tendencia a creer que las palabras de que nos servimos son comprendidas por todos. Si bien esto es cierto cuando nos dirigimos a un auditorio especializado, disertando sobre un tema de su propia especialidad, esta realidad no es aplicable a otros muchos casos, porque los vocablos técnicos y científicos poseen un sentido preciso y limitado. En este caso, si fuere necesario utilizar con el máximo rigor un vocabulario adecuado a la receptividad del oyente (cibernética, globalización, genoma humano), debe comenzarse por explicar o definir dichos conceptos, si el nivel de cultura general del auditorio lo exige. (IMAGEN) Han de evitarse las cacofonías, confusiones y anfibologías, empleando la menor cantidad de veces posibles las frases complejas, porque se corre el riesgo de que el oyente se vea arrastrado a la necesidad de unir el comienzo con el fin, distrayéndose en definitiva la atención como resultado de este esfuerzo. Es recomendable también, desde el punto de vista oral, no desplazar inconsiderablemente una pausa lógica, porque ello induce a error. Debe tenerse en cuenta además que una mayor intensidad de la voz, siempre que ello se produzca dentro de límites razonables, sirve a la claridad. Concisión La concisión resulta de utilizar sólo palabras indispensables, justas y significativas para expresar lo que quiere decir. No debe entenderse sin embargo que estilo conciso sea sinónimo de estilo lacónico y ultracondensado, sino que la concisión es enemiga de la verborrea, de la redundancia, del titubeo expresivo, porque todo esto obstruye los canales de la comunicación y el mensaje no llega adecuadamente- en ocasiones ni siquiera llega- al receptor o destinatario. Ni tampoco significa la concisión, como afirma Vivaldi, “que sea preciso cortar las alas a la fantasía ni a la imaginación, renunciando al color o la magia de las palabras concluye: “No; cuando la fantasía pide vuelo hay que dejarla elevarse, pero no se confunda el vuelo majestuoso y sereno del águila con el revoloteo del murciélago”. No hay que expresar sino lo que tiene un valor real de comunicación, eliminándose todo lo que sea banal y vulgar, todo lo que pueda desagradar a un público por poco exigente que éste sea. Es absurdo abusar de la atención de un auditorio durante una hora, cuando el tema puede desarrollarse y agotarse en treinta minutos. Para lograr la concisión a que aludimos, se deben observar las siguientes reglas.
Coherencia Cuando se habla para un público, cuando se comunica oralmente, el orden en el correr de las ideas ha de ser tal, que el oyente no se vea precisado a coordinarlas en su cerebro. Las relaciones entre las ideas expuestas deben ser lógicas, y las contradicciones, evitadas. Si se anuncian paralelismos o antítesis, es necesario que seguidamente se presenten verdaderos paralelismos y verdaderas antítesis. Cuando el emisor, orador o conferencista esté expresando puntos de vista personales en sustentación de una tesis, debe prevenir a quienes le escuchan, si va a exponer seguidamente el punto de vista de otra persona, porque de lo contrario inducirá a error y perturbará a su auditorio. Otra regla que guarda estrecha relación con la coherencia, es la de ajustar el vocabulario al nivel que se presume en los oyentes, porque de lo contrario estaríamos desatendiendo también el requisito de la claridad en la exposición, al que nos hemos referido precedentemente. Sencillez La sencillez es otra condición o cualidad necesaria del buen estilo en la comunicación oral, que se refiere tanto a la composición de lo que hablamos, como a las palabras que empleamos. Sencillez es para Vivaldi, huir de lo enrevesado, de lo artificioso, de lo complicado, de lo “barroco”, en suma. Ser sencillo no es sin embargo tan fácil como pudiera creerse, porque cuando nos situamos frente a un público que está pendiente de nuestras palabras, un sentimiento innato de vanidad o impulso hasta natural de egolatría, nos lleva a tratar de distinguirnos de los demás. Naturalidad Un orador será natural cuando se sirve de su propio vocabulario, de su habitual modo expresivo. Hablar naturalmente es procurar que las palabras y las frases sean las propias, esto es, las que el tema exige, huyendo siempre de la afectación y del rebuscamiento. La naturalidad sin embargo, no exime de la elegancia, antes bien, la requiere para no caer en la pleveyez. El orador podrá alcanzar las más altas cimas de la belleza, si sabe y puede conjugar lo natural con lo preciso, procurando siempre aunar la sencillez y la exactitud. Ejercicios 1. ¿Cómo definiría usted el estilo?
Exponga en cada uno de estos casos si se han expresado conceptos claros u oscuros y razone brevemente sus conclusiones.
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