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La Rama Secular Com-Union 14 – junio 2006 1 Editorial «La Rama Secular del Instituto religioso de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar es una Asociación de fieles cuyos miembros participan del carisma y misión del Instituto, según su propia vocación». Así comienza el decreto de aprobación de los estatutos de la Rama Secular ss.cc. dado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica el 29 de junio de 1993. El decreto toca a su fin con la afirmación, »Que los miembros de la Rama Secular, animados por el mismo espíritu de los Hermanos y Hermanas del Instituto religioso de los Sagrados Corazones de Jesús y de María y de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento del Altar, puedan orientar sus vidas y cumplir su misión particular en el mundo en conformidad con estos Estatutos, buscando así la perfección de su estado». Así comenzó el reconocimiento de la Iglesia institucional a los laicos que se han asociado a nuestra Congregación ss.cc. desde su inicio, ofreciendo, a aquéllos que se sienten llamados a comprometerse de manera más profunda con nuestra vocación y misión, una estructura canónica de «pertenencia». Ahora, han pasado más de doce años desde que comenzó oficialmente esta «tercera rama» del árbol congregacional. En éste, que es el último número de Com-Union del sexenio, hemos podido reunir las experiencias vividas de algunas de nuestras hermanas y hermanos Laicos de todo el mundo comprometidos en la Rama Secular. «El hecho de ser laico ss.cc., de conocer el carisma, nos hace reflexionar mucho sobre nuestra existencia, sobre nuestra misión para el próximo y sobre nuestra responsabilidad en la construcción de un mundo más fraterno», escribe Leonardo Ríos de Brasil. Como testigos del carisma ss.cc. muchos miembros de la Rama Secular comparten con nosotros el llamado personal a su vocación. Nos hablan de las muchas maneras en las que viven el carisma en su vida cotidiana de trabajo, de oración, de familia y de participación en los múltiples apostolados ss.cc. Además, nos cuentan sus esperanzas y sus sueños para el futuro de la Rama Secular en sus sectores y en el mudo. Esperamos que sus testimonios puedan revivir en nosotros la fuerza y la vitalidad de nuestra Vocación y Misión. Siguiendo con la larga lista de testimonios personales, un par de coordinadores de la Rama Secular y de líderes locales fueron invitados a narrar la historia del desarrollo de la Rama Secular en su sector o comunidad. Y Aileen Kupihea, coordinadora del sector Hawai comparte su experiencia de Picpus 2005. Con nuestros hermanos y hermanas de la Rama Secular, podemos dar gracias por este don de Dios, nuestro Carisma ss.cc., que nos ha sido confiado y del cual todos somos responsables. Que podamos comprender mejor y complementarnos para vivir y anunciar al mundo de hoy las insondables riquezas del Amor de Dios. Al dedicar este número a nuestra Rama Secular, damos voz a algunos miembros de las otras dos ramas de la Congregación. En sus cartas abiertas, Jeanne Cadiou ss.cc. y Enrique Losada ss.cc. dan algunas perspectivas generales del desarrollo de la Rama Secular cuyo inicio coincidió con sus manadatos como Superiores Generales. Fernando Geraldo da Silva ss.cc. y Lolín Traver ss.cc. comparten su experiencia enriquecedora como miembros del Equipo de Laicos ss.cc. en Brazil y Vicente Hernández ss.cc. escribe como un hermano que “acompaña” allá a la Rama Secular. Para cerrar, Alphonse Fraboulet ss.cc. comparte las reflexiones de la Comisión Conjunta de la Rama Secular de los dos Gobiernos Generales y, nosotros, ofrecemos un resumen pequeño de la vida de San Francisco de Regis, patrón de la Rama Secular. Sin olvidar que en este 2006 celebramos el 200 aniversario de la llegada de la estatua de Nuestra Señora de la Paz a Picpus, agregamos una pequeña sección dedicada a su imagen. La primera, es una reflexión personal sobre la imagen de Nuestra Señora de la Paz escrita por el Obispo Larry Silva, Obispo de Honolulu. Él fue nombrado recientemente obispo de la diócesis en julio de 2005. El territorio de la diócesis fue la primera misión de la Congregación y fue puesto bajo la protección de Nuestra Señora de la Paz. En un segundo artículo, la hermana Marie Chantal Chesnel ss.cc. nos informa sobre la renovación de la imagen y del lugar donde está puesta en la Capilla de Picpus. Finalmente, el equipo del Centro de Comunicaciones desea expresar su profunda gratitud a los laicos asociados, a los amigos, a las Hermanas y a los Hermanos que generosamente han respondido a nuestras peticiones en los últimos cuatro años – ocho números de Com-Union. Sin su disponibilidad para escribir, editar y traducir como parte de nuestro equipo ampliado, estos números no habrían sido publicados. Esperamos que hayamos cumplido con la meta de nuestros dos Gobiernos Generales de publicar una revista conjunta en las tres lenguas oficiales de la Congregación, promoviendo la reflexión y el intercambio de experiencias dentro de la Congregación y que sea también útil fuera de la misma. Centro de Comunicaciones de los Hermanos y Hermanas Roma, Mayo de 2006 [2] Carta de Jeanne Cadiou Muy queridos Hermanos, Hermanas y Laicos ss.cc.: Los Secretarios Generales me han escrito una carta a fines de enero pidiéndome, para este número de ComUnion, el último a aparecer antes del Capítulo General, compartir mi experiencia sobre lo que he vivido, conocido, escuchado de la parte de la Rama Secular durante mis doce años de servicio “romano”. Me he permitido alargar un poco los horizontes, pienso que no les moleste. En primer lugar me vienen al espíritu estas frases de Juan Pablo II contenidas en el mensaje que dirigió al Congreso Internacional de la Vida Consagrada en noviembre 2004. El nos decía: «A lo largo de los siglos el amor a los hermanos, en especial a los más indefensos, a los jóvenes y a los niños, a los que han perdido el sentido de la vida y se sienten rechazados por todos, ha impulsado a los consagrados y a las consagradas a la entrega sin reservas. Seguid entregándoos por el mundo, siempre conscientes de que la única medida del amor es amar sin medida. Con este amor de predilección a los más pequeños contagiad a todos aquellos con los que os encontréis, en particular a los laicos, que piden compartir vuestro carisma y vuestra misión». Si he intentado hacer eso a lo largo de los años, es porque he percibido con ocasión de mis visitas que existen muchos laicos, amigos y amigas de la Congregación de los Sagrados Corazones en el mundo. Estos «ciudadanos del mundo» mantienen variados tipos de contacto con nuestra familia religiosa. Existen los y las que mantienen relaciones de amistad, de vecindad; existen aquéllos y aquéllas que colaboran en proyectos como los profesores y los empleados de «nuestras» escuelas o los agentes pastorales con quienes trabajamos; hay también aquéllos que tienen parte en nuestro carisma, que oran con nosotras, quienes profundizan la espiritualidad ss.cc. y aquéllos que se comprometen en la misión según su propia vocación. He encontrado muchos grupos de laicos y me ha impresionado descubrir una extrema variedad de situaciones económicas o sociales, una gran diversidad de cultura y de mentalidades, de preocupaciones o simplemente de ritmos de vida. En estos grupos he saludado antiguas alumnas, profesores de universidad, agricultores, enfermeras, empleados de oficinas, madres y padres de familia, blancos, negros, jóvenes y menos jóvenes, jubilados y estudiantes. He estado siempre convencida que la relación Hermanos-Hermanas-Laicos, como el carisma «Sagrados Corazones» no es sólo para la familia, sino que él es un «don para la Iglesia». Es por eso aquí o allá, me ha gustado recordar a los miembros de la Rama Secular que, si ellos reconocen y que se lo reconoce en ellos el carisma ss.cc. su compromiso no es sólo para ellos sino para Dios y para su proyecto de amor para la humanidad. En los encuentros Hermanos-Hermanas-Laicos, me he dado cuenta de que avanzamos a tanteos pero juntos, hacia una comunión de ideas y de acciones pastorales. Poco a poco se camina en el compartir del carisma y de la oración basados en una valorización recíproca y una superación de prejuicios los unos frente a los otros. Estoy convencida de que varias de nuestras comunidades religiosas, gracias a los laicos, se han abierto más a los problemas del mundo en vez de gastar su tiempo y sus energías en asuntos internos. Y sobre todo, la gran contribución del laicado ss.cc. a la vida religiosa ss.cc. es la traducción del carisma con un lenguaje nuevo, una forma diferente que la enriquece y le abre nuevos horizontes. En todas partes he sido testigo que Hermanos, Hermanas y Laicos tienen la alegría de encontrarse para fraternizar y para orar, para conocerse mejor y para llegar a compartir la vida, las alegrías y los fracasos y para ayudarse mutuamente a partir de una misma vocación-misión. El deseo de encuentros entre laicos, religiosos y religiosas y la búsqueda de compartir una misma responsabilidad frente a la misión y a los desafíos lanzados por el mundo, es una experiencia fecunda que creo, nos ayuda a fortificar nuestra identidad carismática y favorece la renovación de la vida religiosa. En este «intercambio de dones» la familia ss.cc. se modela con un nuevo rostro, tan bello y sin duda más expresivo y completo. Me gustaría aquí invitar todos aquéllos y aquéllas que quieren alimentar relaciones con la Congregación, en el respeto de los estados de vida y de las vidas de familia, a inventar la acción, y el servicio, a intensificar su vida de oración y hacer conocer la ternura de los Corazones de Jesús y de María. Jeanne Cadiou ss.cc. Superiora General [3] Carta de Enrique Losada Queridos Hermanos y Hermanas, Los editores de ComUnion, al solicitarme esta vez la carta, me han pedido que trate de responder en ella a una serie de preguntas, por ello me voy a ceñir a ese cuestionario. En primer lugar se me pide que evalúe la Rama Secular. No se me han dado unos criterios para hacer esa evaluación, por tanto mi forma de hacerlo va a ser muy libre. Tal vez el aspecto que más me llama la atención a la hora de valorar la Rama Secular es la capacidad que tiene nuestro Carisma congregacional de iluminar e inspirar compromisos laicales o, hablando con más propiedad, compromisos seglares, en tantas y tan diversas partes del Mundo. La historia de la Congregación refleja que «desde sus orígenes la Congregación ha tenido una rama secular…»,2 por tanto deberíamos estar acostumbrados a reconocer la capacidad que el Carisma ss.cc. tiene de suscitar vocaciones propias dentro de la Iglesia. Vocaciones a la profesión religiosa, vocaciones dentro de la vida seglar, vocaciones femeninas, vocaciones masculinas… La Rama Secular en nuestro tiempo hereda una tradición, pero, a la vez, encarna en esta época una manera de vivir las consecuencias del Bautismo desde una lectura particular del Evangelio, que es fruto del don que Dios ha dado a la Iglesia a través de Pierre Coudrin y de Henriette Aymer de la Chevalerie. Forma particular que se concreta en contemplar, vivir y anunciar al mundo el Amor de Dios encarnado en Jesús, al que María ha sido asociada en forma singular. Se me pregunta sobre cómo veo el desarrollo de la Rama Secular en los últimos doce años, es decir en este tiempo en que el se me ha llamado a ejercer el servicio de la autoridad general. Ciertamente mi elección se produjo apenas un año después de que fueran aprobados por la Santa Sede los Estatutos de la Rama Secular. En la carta de presentación de aquéllos, los Superiores Generales del momento reconocían que uno de los motivos que había guiado su elaboración era el de ofrecer «una estructura de pertenencia» a tantos laicos que, estando en contacto con la Congregación en muy distintos lugares, «deseaban compartir la riqueza e inspiración de nuestro carisma en profunda comunión con nosotros».3 Estoy convencido que una de las características más acusadas de este tiempo en que me ha tocado ejercer el liderazgo en la comunidad congregacional ha sido sin duda alguna el crecimiento y desarrollo de la Rama Secular, a la vez que el interés despertado por ella entre Hermanos y Hermanas de la Congregación. Ciertamente he de reconocer que tanto un aspecto como el otro tienen valoraciones diversas entre los Hermanos y que no todos coinciden en el tipo de aproximación al fenómeno. Sin embargo nadie podrá negar que tanto uno como otro estén ahí. En este sentido, si tengo que responder a la pregunta sobre los éxitos de la Rama Secular, yo diría que ese desarrollo es en sí mismo su mayor éxito. Es decir que esa «estructura de pertenencia» de la que se hablaba en la presentación haya suscitado un movimiento seglar significativo en torno a la Congregación es seguramente su mayor éxito. Si respondo a la pregunta sobre las dificultades, yo diría que también están en la misma estructura. El hecho de que la Rama Secular tenga un marco jurídico regulado por el Derecho Canónico en términos de «órdenes terceras» tiene consecuencias que no siempre se comprenden suficientemente y que tal vez produzcan unas ciertas incomodidades entre sus propios miembros o también entre los Hermanos y Hermanas religiosos. Por otra parte pensar que la única posible vinculación seglar con la Congregación sea la Rama Secular será un extremo que deberemos evitar siempre para así encontrar el verdadero lugar de esta rama dentro de la Congregación y en la relación con la Misión congregacional. De ahí que uno de los desafíos más importantes que yo veo en el futuro de la Rama Secular es buscar y encontrar los caminos más adecuados para vivir desde el Carisma congregacional la condición de laicos seglares con todas sus consecuencias, siendo verdaderamente útiles a la Iglesia y al mundo. Estoy convencido que en esa búsqueda la Rama Secular va a encontrar siempre el apoyo fraterno de los religiosos miembros de la Congregación. Permitidme, lectores de ComUnion, que desde estas líneas me dirija ahora especialmente a los miembros de la Rama Secular y a todas aquellas mujeres y hombres que se están preparando para formar parte de ella. Mi experiencia de cincuenta años de relación con la Congregación, de los cuales casi ya cuarenta como miembro profeso religioso, me lleva a deciros que el Carisma congregacional es un verdadero regalo que Dios ha hecho a su Iglesia. No creo que la única forma de vivir inspirándose en él sea la profesión religiosa. Estoy convencido de que ese don tiene capacidad de movilizar energías humanas de forma muy profunda para el bien de la Iglesia y de la sociedad. Vosotros, Hermanos y Hermanas Seglares, que os sentís llamados a vivir desde esa inspiración, vivid con alegría y entusiasmo ese compromiso y sabed que vais a encontrar siempre en la Congregación estímulo y ayuda. No siempre es fácil la comprensión y la valoración mutua entre vocaciones diversas, sin embargo la dificultad no nos debe arredrar ni a unos ni a otros. ¡Ánimo y adelante! Que el Señor nos bendiga a todos. Enrique Losada ss.cc. Superior General [4] Testimonios Brian Apo – Honolulu, (HI), EE.UU. Mi nombre es Brian Apo, pertenezco a la Rama Secular en Honolulu, Hawai. Durante un buen tiempo mi familia ha sido testigo de la benevolencia del Carisma de los Sagrados Corazones en Hawai. Ambas, los Sagrados Corazones y la Tercera Orden de San Francisco de Siracusa, han jugado roles importantes en nuestra historia familiar. Mis abuelos maternos eran descendientes de pacientes leprosos que vivían en Kalaupapa, Isla de Molokai, a finales del siglo XIX. Mi relación con la Rama Secular vino después de ser miembro de los Asociados (de los Sagrados Corazones). Por haber crecido en la Isla de Maui, tuve contacto con el carisma a través de varios Padres de los Sagrados Corazones que trabajaban en el área. Como voluntario en el Centro Médico San Francisco en Honolulu, he podido compartir el amor de Jesús y de María, escuchando, animando y apoyando a personas que sufren física o espiritualmente. Como tributo, y con mucho respeto a los miembros de la Congregación de los Sagrados Corazones, me gustaría compartir un extracto tomado de nuestra genealogía familiar. “Desde 1866, los que sufrían a causa del mal de Hansen eran apartados en Kalaupapa por disposición legal. La madre de Annie Poia, Keohokalole, fue apartada junto con su “kokua” (cuidador), David Poaimoku. Annie Keoho, la abuela de mi madre, fue una de los muchos(as) hijos(as) nacidos de esta pareja, que fueron llevados de Kalaupapa a Honolulu donde fueron criados en un orfanato para niños(as) que no tenían lepra, dirigido por las Hermanas Franciscanas. Allí se educó Annie Keoho. Las Hermanas la prepararon como enfermera asistente, y luego fue a trabajar al Hospital Maluhia (lugar tranquilo); allí conoció a Ichisabur Nagata, conocido como Masaji Enomoto. Ellos contrajeron matrimonio, y levantaron su familia en Maui. Annie tenía un respeto profundo por el P. Damián, el sacerdote que dio cuidado físico y espiritual a los leprosos de Kalaupapa, entre ellos su madre. Así que ella les enseñó a sus hijos acerca del amor de Damián hacia Dios, y de su servicio hacia sus semejantes. Los hijos desarrollaron un gran afecto hacia el P. Damián. Posteriormente, todos ellos, junto con muchos otros, contribuyeron con fondos para erigir una estatua del P. Damián en el patio de la Iglesia del Santo Rosario en Paia, Maui. Esa estatua permanece aún hoy, como un tributo a un hombre de Dios.” |