La construcción de la memoria nacional a través de los manuales escolares de ciencias sociales de octavo grado en colombia entre 1984-1996: representaciones sobre el siglo XIX




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títuloLa construcción de la memoria nacional a través de los manuales escolares de ciencias sociales de octavo grado en colombia entre 1984-1996: representaciones sobre el siglo XIX
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Grupo de Investigaciones Históricas sobre Educación e Identidad Nacional encabezado por Luís Alfonso Alarcón Meneses y Alfonso Conde Calderón, quienes desarrollan investigaciones sobre la construcción de ciudadanía y nación a través de manuales escolares en el Caribe colombiano durante el siglo XIX, formando parte del proyecto MANES. Si bien el grupo ha desarrollado toda una línea de investigación, nosotros sólo hemos podido acceder a un pequeño grupo de textos difundidos en eventos académicos, de allí que los comentarios que realicemos sobre estos trabajos no pueden más que ser asumidos como tentativos, puesto que el no conocer una parte considerable de lo producido por el grupo nos limita en los comentarios emitidos.
En un primer texto Alarcón Meneses sostiene que el siglo XIX estuvo marcado por el discurso político de la nación y la ciudadanía que se difundió por diversos medios y eventos (prensa, fiestas patrióticas, etc.) entre los que se destacan los manuales escolares, que a pesar de su limitada producción y circulación sirvieron para la construcción del imaginario nacional y ciudadano. De esta manera, el autor se proponía explorar el valor, importancia pedagógica y uso dado a los conceptos de nación y ciudadanía por parte del sistema educativo a nivel nacional y regional. El concepto abstracto de texto escolar pasa por el tamiz de las denominaciones históricas empleadas en el siglo XIX para tales artefactos, de allí que se hable de manuales de urbanidad y buenas costumbres y de catecismos republicanos, entendidos como instrumentos clave en la promoción de un nuevo imaginario nacional y de una pedagogía cívica, que hacían posible el sueño modernizador a partir del poder de la palabra edificante que tenía como fin disciplinar el comportamiento en los espacios urbanos en una nueva versión de los catecismos utilizados para el adoctrinamiento religioso, en pos de asegurar la difusión del ideario liberal modernizador.
Llevar adelante el proceso modernizador de corte liberal supuso la difusión del ideario mediante dos mecanismos: Por un lado, los catecismos republicanos que con el sistema de preguntas y respuestas apuntaba a un aprendizaje memorístico de algunos elementos de la nación, desde los cuales se podía generar el patriotismo, entendido este desde una dimensión religiosa. Por el otro, los nuevos ciudadanos requerían de instrucciones para adquirir una civilidad, de allí el papel de los manuales de urbanidad y buenas costumbres en el moldeamiento de un sujeto urbano acorde al proyecto civilizador que ubicaba al sujeto como portador de derechos y libertades otorgados por la República. Tanto los catecismos como los manuales de urbanidad tendrían como referentes las categorías de la nación y la patria con el fin de proveer elementos para la creación de un nuevo ciudadano, que tendría como síntesis formativa los manuales del ciudadano, razón de ser de la escuela misma. Así pues, para Alarcón la ciudadanía sería modelada desde dos ópticas complementarias: una más ligada a la civilización de las costumbres y el disciplinamiento de los comportamientos de carácter conservador y otra más liberal que buscaba formar al ciudadano en libertades como el atributo más importante de la República. Cada estrategia se expresó en los manuales de urbanidad y en los catecismos constitucionales respectivamente.
Dentro de los comentarios a realizar sobre este texto, podemos decir que a nivel de fuentes hay una importante masa documental de manuales que cubren todo el siglo XIX, labor facilitada por la fase de acopio de documentación primaria que entraña el proyecto general del que esta ponencia hace parte. Una de las mayores fortalezas es la ventana que abre el autor al señalar cómo la nación se halla íntimamente ligada a otras problemáticas como el de la ciudadanía, lo que es una expresión de los alcances de la educación más allá de la mera relación enseñanza-aprendizaje. En el mismo sentido, el abordaje realizado por Alarcón deja en claro que este tipo de problemas han de estudiarse cruzando los contenidos de los manuales con los discursos sobre la educación, el sistema educativo imperante, los imaginarios de nación, Estado y ciudadanía y los proyectos de construcción de nación, en este caso del periodo del liberalismo radical. Conceptualmente, el trabajo pone de presente la posibilidad de construir las categorías de acuerdo a la información empírica que se va trabajando, no obstante, esta tarea se enmarca en una concepción más amplia del significado de la escritura y el proyecto de modernización y civilización, mostrando otra manera de asociar el dato empírico y la definición abstracta.
En el pasado Congreso Colombiano de Historia realizado en Bucaramanga, Alarcón amplió sus trabajos abocando el problema no ya de las pedagogías cívicas de los otros textos, sino el de la pedagogía territorial ligada a la ciudadana, con el fin de legitimar la adscripción geográfica de los educandos. En esta tarea los manuales escolares cumplieron un papel central al elaborar algunas representaciones sociales sobre el territorio, especialmente los textos de Geografía e Historia durante todo el siglo XIX. En palabras de Alarcón: “Partimos de la idea de que la tematización o la presencia del discurso territorial (geográfico) en los manuales escolares fue la respuesta a la necesidad de socializar a los futuros ciudadanos con las representaciones sociales sobre la nación, En tal sentido, se convirtieron en el vehículo ideal para intentar validar la imagen del territorio nacional llevándola a los espacios escolares, lugar desde donde se pretendía formar al ciudadano, quién debía reconocer el territorio; es decir, el lugar o espacio geográfico ocupado por la nación.”
Sintéticamente, con el análisis de los textos de Geografía del siglo XIX el autor pretendía sostener cómo en los contenidos de los manuales se expresaba la preocupación de los políticos por inventar el territorio paso previo a la creación de la conciencia territorial. Tal preocupación hacía parte de otras propias de la época, como eran las de alcanzar la prosperidad nacional, construir la identidad nacional y asegurar la soberanía en el proceso de creación de la nación y la ciudadanía. Esa es la razón para que se promovieran tanto las expediciones de los viajeros, como la enseñanza de la Geografía, una de cuyas preocupaciones era el problema de los límites y la definición de unas imágenes oficiales y estandarizadas del territorio. Como vemos, las preocupaciones de este grupo de investigación van copando diferentes ámbitos de la relación educación-construcción de la nación en el marco del proyecto radical en el Caribe, cubriendo todas las asignaturas de las Ciencias Sociales, que sirvieron como vehículos para los proyectos políticos de la época, a partir del análisis de diferentes conceptos tales como Nación, Ciudadanía, Territorio, Pueblo y República, entre otros.
El otro grupo de investigación con sede en la Universidad Pedagógica de Bogotá, denominado “Educación y Cultura Política”, encabezado por Martha Cecilia Herrera y aglutina a un número importante de investigadores e investigadoras que proveen al grupo de un amplio espectro investigativo. Dentro de los intereses académicos de este grupo podemos mencionar temáticas como la memoria escolar y la relación de las TIC en la creación de este tipo de memoria, la cultura escolar durante el siglo XX, las culturas juveniles, las políticas educativas en el marco del neoliberalismo y desde luego el problema de la construcción de identidad nacional a través de los textos escolares, todo relacionado desde luego con el proceso de configuración de la cultura política en Colombia. Como es obvio nuestro interés se centra en los trabajos sobre manuales escolares de Ciencias Sociales y la creación de la Nación, cuyos resultados fueron apareciendo paulatinamente antes de la publicación del libro que condensaba los avances.
De esta forma, la investigación en general tenía como objeto la estructura interna de los textos, los imaginarios en torno a la nación y la identidad que estos proponían y los rasgos del proyecto hegemónico de sociedad que se develan en el análisis de los mismos. Según el prologuista del texto y de acuerdo a la bibliografía y planteamientos principales, puede decirse que la obra hace parte de lo que se puede llamar la historia cultural, en la medida en que abordan la historia de la educación como historia de la cultura. Es pues una aproximación crítica a la construcción de los saberes escolares como un tipo de saber social, que no se queda en la mera enunciación de los contenidos, sino que los analiza e interpreta y los pone en relación a la construcción de la cultura política del país, a partir de categorías como la identidad nacional o la idea de lo popular.
Dentro de los objetivos que le trazaron a la investigación, los autores contemplan: “…reconstruir las estrategias y los fines asignados a estas disciplina [las ciencias sociales] en la creación, difusión y promoción de imaginarios tendientes al fortalecimiento del proyecto de Estado nación, elaborado por las elites nacionales desde el mismo siglo XIX… [así como] comprender la forma como se han constituido las diferentes disciplinas escolares en el contexto colombiano.” Sin embargo, el objetivo que guió todos los trabajos y que daba cuenta del enfoque investigativo rezaba así: “Analizar la incidencia de la relación Estado, nación y hegemonía, en los procesos de formación de la identidad nacional colombiana durante la primera mitad del siglo XIX, mostrando su relación con la construcción de culturas políticas y su incidencia en los procesos de socialización y educación, sometiendo a estudio, de manera particular, los textos escolares de ciencias sociales para los niveles de primaria y secundaria.” Estos propósitos, se desglosaron en otros más concretos que se refieren la mirar el tratamiento a conceptos como nación, Estado, religión católica, raza, región entre otros.
Los contenidos de los textos, es decir, la información primaria a ser analizada fue organizada a partir de cuatro grupos de categorías definidas por los autores, a saber: 1. Componente pedagógico, que hacía referencia a los fines sociales asignados a las ciencias sociales, las propuestas pedagógicas que orientaron la elaboración y utilización de los textos así como la metodología seguida por cada asignatura. 2. La Patria y la Nación, que alude a las imágenes promovidas sobre conceptos como país, patria, nación, región, además del tratamiento a los símbolos patrios, la lengua, las fiestas y tradiciones. 3. El Orden Social, consistente en rastrear los modelos de jerarquización, los grupos sociales, las relaciones entre pueblo y elite, las diferencias étnicas y culturales y 4. La Política, entendiendo por ella lo relacionado con las instituciones políticas nacionales, las relaciones entre religión, política y Estado, las articulaciones entre lo público y lo privado, junto con las referencias que hubiera a la ciudadanía y el papel de los partidos políticos en la conducción del Estado. Estas categorías y subcategorías permitían a los autores ordenar y estructurar la información, y que como vemos intentan recoger una gran cantidad de dimensiones en relación a la cultura política.
El texto presenta una estructura de tres capítulos. En el primero de ellos presentan las consideraciones generales sobre los referentes teóricos empleados, especialmente algunos apuntes sobre el concepto de identidad, nación e identidad nacional. El segundo está dedicado a las estrategias y políticas educativas de la primera mitad del siglo XX y su incidencia en los planes de estudios de las diferentes asignaturas de Ciencias Sociales, además de la breve descripción de los intentos de regulación de la producción de textos así como algunos elementos sobre los autores de los textos entendidos como intelectuales, lo que se complementaba con alusiones al contexto sociocultural y las características pedagógicas de los textos. El tercer y último capítulo, se centra en los aspectos relacionados con el imaginario sobre la nación, la patria, los elementos que conforman según los textos la identidad nacional y en general todos aquellos atributos del ser colombiano, producto del análisis de los contenidos de los textos.
Las fuentes empleadas en la investigación fueron ubicadas en bibliotecas públicas de la capital del país, llegando a un total de 125 textos de las materias de Historia, Geografía e Instrucción Cívica. De este primer grupo de documentos, Herrera y compañía seleccionaron finalmente 70 textos, distribuidos así: Historia 25, Cívica 22 y Geografía 23. Los criterios empleados para tal selección fueron que los textos hubiesen sido empleados o que hubiesen tenido alguna incidencia en el contexto educativo, a partir del número de ediciones, comentarios editoriales, la importancia del autor en el escenario educativo o la estructura temática. Asimismo, las fuentes utilizadas también incluyeron memorias de ministros de educación, la legislación educativa, ubicadas en el Archivo Pedagógico de la UPN. Cabe anotar que de los textos escogidos finalmente, la gran mayoría no figuran como textos oficiales en la documentación educativa, de lo que coligen que había cierto margen de selección de los materiales de estudio.
Entrando en materia, el primer capítulo muestra cómo los autores optaron por un concepto de identidad ajeno a todo esencialismo y/o naturalismo, y sí por el contrario entienden que la identidad no se puede pensar sin la cultura. Es decir, los autores conciben que las identidades son producidas en matrices culturales, que construyen y son construidas en y por imaginarios colectivos, con implicaciones en la socialización política, que para el caso colombiano se ha caracterizado por la mezcla e hibridación permanente. Junto al concepto de identidad, los investigadores también tomaron en cuenta el problema de la nación desde las obras de Anderson, especialmente establecen la relación invención de la nación-memoria nacional, entendida como la necesidad de redefinición del pasado desde el presente con miras a legitimar un nuevo orden político, tal y como lo plantea Norbert Lechner. Estas definiciones les permiten apuntar que la idea de identidad nacional en la que se subsumen otros referentes identitarios como la clase, la etnia o el género, y que se despliega a través de los símbolos patrios, la memoria nacional o las alusiones al territorio, entre otros. Aunque sin hacer parte de este primer capítulo, los autores expusieron y desarrollaron de manera clara la categoría de texto escolar, en estrecha relación con la noción de cultura escolar, inspiradas en los trabajos de Escolano Benito y de Michael Apple, entendiendo por este un objeto cultural desde el que se pueden rastrear tanto el imaginario de una época como las tensiones de las que está conformado, al tiempo que legitimador de una mirada parcial del mundo, sin desconocer su dimensión pedagógica.
El segundo capítulo como dijimos líneas arriba, trató el contexto educativo a partir de la idea de entramado político-pedagógico, desarrollado en temáticas como las políticas educativas entre 1900-1950, la perspectiva pedagógica de los textos, así como algunas alusiones a los autores de los textos y a los intentos de regulación por parte del gobierno nacional. En líneas generales, los autores concluían que las ciencias sociales apuntaban en el periodo de estudio hacia la formación de ciudadanías virtuosas a través de la interiorización de ciertos modelos de orden social. En otras palabras, a cada una de las asignaturas se les adjudicó un fin, así la Historia fue entendida como base de la nacionalidad (como proyecto de futuro desde el pasado), a la Cívica, se le encargó formar buenos ciudadanos cristianos y a la Geografía con base en el conocimiento del territorio, se le impuso como un soporte para generar el amor a la patria. Como el capítulo involucró distintas temáticas, en cuanto a la producción de los textos concluyeron que estos fueron escenario de tensiones, generadas por los controles por parte de la Iglesia así como por las dificultades materiales para la producción misma, en la que predominó el sector privado ubicado en Bogotá, muestra de la centralización del proyecto educativo.
En cuanto a los autores de los textos, la primera mitad del siglo XX produjo intelectuales vinculados a áreas del conocimiento como el derecho, la novelística, la pedagogía, el periodismo, entre otras, siendo mayoría quienes eran cercanos a la vida política, ya fuera como parlamentarios, ministros o directores de instituciones del Estado. De allí que más allá de su formación profesional los autores de textos los escribieron sin importar si había o no ligazón directa con las asignaturas sobre las que escribían. En el ámbito pedagógico, los autores resaltan que estos más allá de lo propiamente educativo, por allí se vehiculaban concepciones del ser humano al tiempo que se socializaba políticamente. Ahora, en términos pedagógicos, se destaca la influencia del pensamiento de Pestalozzi sobre la orientación didáctica de los textos, los cuales procuraban la formación de los educandos en tres dimensiones: la inteligencia, la voluntad y el adiestramiento técnico. De esta manera, las políticas educativas, la producción de textos, independientemente de las tensiones entre autores, editoriales, Estado, y en general todo el entramado político-educativo, especialmente el ligado a las Ciencias Sociales, promovía el imaginario de las elites sobre la nación, cuyas características generales consistieron en la exclusión de la diversidad cultural, la pluralidad política, la sustitución de lo nacional por lo estatal y el establecimiento de una cultura política alejada de la democracia.
El tercer y último capítulo, los autores sostienen que tras el análisis de los textos se puede observar que la intención de las elites era promover una idea de unidad nacional con base en rasgos como el territorio, la ley, la religión católica y la iconografía patriótica y religiosa. Estos eran pues los contenidos de nociones como nación y patria que circularon en los textos de Ciencias Sociales durante la primera mitad del siglo XX. En este sentido, algunas de las constantes halladas en la investigación era la naturalización de las instituciones sociales, así como el cruce entre los campos político y religioso, tal y como lo muestra el uso del lenguaje al referirse a la simbología patria o al papel de la Iglesia Católica como fundadora de la nacionalidad. En cuanto a la estructura social promovida es claro que la pirámide tiene en el pináculo al blanco católico y europeo, seguido por el mestizo, y más abajo están los negros e indígenas, que se veía reforzada por la preponderancia del género masculino sobre el femenino, el adulto sobre el joven o geográficamente, las región andina como epicentro del desarrollo y la civilización, en oposición a las costas, el suroccidente, y en menor medida Antioquia, Santander y Valle del Cauca. De esta jerarquía social se deriva entonces la imagen del ciudadano, inspirado en los modelos europeos, lo que exigía la limpieza de lo que de negro e indígena hubiera en cuya tarea la escuela y la iglesia jugarían un papel protagónico. El resultado sería un ciudadano virtuoso, que respetaba las leyes y normas morales (inspiradas en la religión).
Retomando las palabras de Jairo Gutiérrez esta obra es quizá la más importante que se haya escrito sobre la formación de la identidad nacional desde la educación, pensada desde una perspectiva crítica que arroja importantes sugerencias para ahondar este campo de investigación. Sin embargo, en la lectura que nosotros hicimos surgieron algunas inquietudes que procedemos a enunciar:
1. Los autores usan frecuentemente el concepto de imaginario, adicionándole el adjetivo de nacional a pesar de que nunca es desarrollado. 2. El periodo que cubre medio siglo en ningún momento es justificado, ni por criterios historiográficos, educativos, de fuentes, ya sea de disponibilidad de las mismas o la información contenida en estas. 3. De las tres asignaturas trabajadas, hay un claro énfasis en los contenidos de la Instrucción Cívica, dejando de lado las especificidades de los textos de Historia o de Geografía en cuanto a darles un tratamiento a profundidad, lo que no significa que no se hayan trabajado. Creemos que tal acento se debe a las preocupaciones por la cultura política promovida en los textos. 4. Sí bien compartimos el enfoque teórico construido y dado a los conceptos, consideramos que los mismos estuvieron poco trabajados, toda vez que son problemas teóricos que han producido ríos de tinta, aunque cabe la posibilidad de que el texto sólo contemplara los resultados de un proceso más amplio de discusión teórica. 5. Para el periodo tan amplio –cronológicamente hablando- de trabajo, los autores presentan un imaginario homogéneo entre los cincuenta años que cubre la investigación, de lo cual emergen dudas sobre la posibilidad de encontrar matices en el discurso y con ello subperiodos que permitan una mejor comprensión del proceso de creación de la identidad nacional. 6. Y por último, consideramos que no se le dio lugar suficiente al contexto socio-histórico en la explicación de lo hallado en los textos, dentro de lo que cabe a su vez, el estado de las Ciencias Sociales en el país en esa primera mitad de siglo, elementos que en nuestro criterio fueron poco o nulamente incluidos.
Con estos breves comentarios culminamos este balance sobre la producción de textos escolares, que desde luego deja de lado varios trabajos, algunos de ellos recientes que en su momento revisaremos. Sin embargo, antes de cerrar queremos decir que tras la revisión de esta bibliografía podemos decir que nuestra investigación se halla más justificada, puesto que como tratamos de mostrar, los trabajos sobre la segunda mitad del siglo XX, especialmente sobre las dos últimas décadas no existen, por lo menos en lo que respecta al problema de la nación. En el mismo sentido, el balance nos convence de la necesidad y pertinencia de incorporar en nuestro trabajo elementos como el contexto sociohistórico en que emergieron los manuales, los marcos educativos y disciplinares que entran a explicar los contenidos de los textos, así como la viabilidad del análisis de los contenidos, siempre en relación con los factores mencionados. Ello nos salva de incurrir en la fatalidad de que la única posibilidad para estudiar los textos es la transposición didáctica, muy meritorio de por sí, pero no la vía exclusiva para trabajar con este tipo de fuentes como son los manuales escolares.
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