
Documento Previo | Siguiente Documento | Contenido
© 1993 Urantia Foundation. Todos los derechos reservados.

El Libro De Urantia

Página 1496

DOCUMENTO 135 JUAN EL BAUTISTA JUAN el Bautista nació el 25 de marzo del año 7 a. de J. C., según la promesa que Gabriel le hizo a Elizabeth en junio del año anterior. Durante cinco meses mantuvo Elizabeth el secreto de la visitación de Gabriel; cuando ella se lo dijo a su marido, Zacarías, grande fue la turbación de éste, que sólo acabó por creer totalmente en el relato de su mujer después que tuvo un sueño singular, unas seis semanas antes del nacimiento de Juan. Con excepción de la visitación de Gabriel a Elizabeth y del sueño de Zacarías, no hubo nada extraño ni sobrenatural relacionado con el nacimiento de Juan el Bautista.
Al octavo día Juan fue circuncidado conforme a la tradición judía. Día tras día y año tras año, creció como otros niños, en la pequeña aldea conocida por entonces como la Ciudad de Judá, situada a unos seis kilómetros al oeste de Jerusalén.
El acontecimiento notable de la infancia de Juan fue la visita que, en compañía de sus padres, hizo a Jesús y a la familia de Nazaret. Esta visita tuvo lugar en el mes de junio del año 1 a. de J. C., cuando contaba poco más de seis años de edad.
Después de su regreso de Nazaret, los padres de Juan emprendieron en forma sistemática la educación del muchacho. No había en esa pequeña aldea escuelas de la sinagoga; sin embargo, como Zacarías era un sacerdote, era un hombre bastante bien instruido; Elizabeth por su parte tenía mucha más instrucción que el común de las mujeres en Judea de la época; también ella pertenecía al sacerdocio, puesto que era descendiente de las «hijas de Aarón». Como Juan era hijo único, podían dedicar mucho tiempo a su capacitación mental y espiritual. Zacarías sólo tenía que oficiar en el templo en Jerusalén por breves períodos de manera que dedicaba mucho de su tiempo a la enseñanza de su hijo.
Zacarías y Elizabeth tenían una pequeña granja donde criaban ovejas. No alcanzaban a ganarse la vida con esta tierra, pero Zacarías recibía un estipendio regular de los fondos del templo dedicados al sacerdocio.
1. JUAN SE HACE NAZAREO No había escuela en la cual Juan pudiera graduarse a los catorce años, pero sus padres habían seleccionado éste como el año apropiado para que tomara el voto formal de nazareo. En consecuencia, Zacarías y Elizabeth llevaron a su hijo a En-Gedi, junto al Mar Muerto. Esta era la sede que la hermandad nazarea tenía en el sur, y allí el joven fue debida y solemnemente iniciado por vida en esta orden. Después de las ceremonias y de hacer voto de abstención de toda bebida intoxicante, de dejarse crecer el pelo y de no tocar a los muertos, la familia se encaminó a Jerusalén, donde Juan completó frente al templo, las ofrendas requeridas de los que tomaban los votos nazareos.
Juan hizo los mismos votos vitalicios que habían sido administrados a sus ilustres predecesores: Sansón y el profeta Samuel. Un nazareo vitalicio se consideraba una personalidad santificada y sagrada. Los judíos tenían por los nazareos casi la misma veneración y respeto que les merecía el sumo sacerdote, y esto no es de extrañar, puesto que los nazareos de consagración vitalicia eran los únicos, con

Página 1497

excepción de los sumos sacerdotes, a quienes les estaba permitido penetrar en el santo de los santos en el templo.
Juan regresó de Jerusalén a la casa de su padre para cuidar de las ovejas; creció robusto y de carácter noble.
A los dieciséis años Juan, como resultado de una lectura acerca de Elías, quedó tan lleno de admiración por el profeta del Monte Carmelo que decidió adoptar su manera de vestir. Desde entonces, Juan se vistió siempre con un indumento velludo con un cinto de cuero. A los dieciséis años ya medía más de un metro ochenta de altura y casi había alcanzado su pleno desarrollo. Con su cabello largo suelto y ese modo peculiar de vestir, ciertamente resultaba un joven pintoresco. Sus padres esperaban grandes cosas de éste su único hijo, un hijo de promesa y nazareo vitalicio.
|