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1. INTRODUCCIÓN A lo largo de la historia de la humanidad, la forma predominante para el tratamiento de las enfermedades ha sido utilizando los conocimientos propios sobre las técnicas y remedios existentes, los cuales fueron transmitidos verbalmente a las generaciones sucesivas. Con el surgir de la medicina, la autonomía y capacidad de decisión del paciente queda relegada a las prescripciones, indicaciones y prohibiciones ordenadas por el médico, situación que persiste en la actualidad. Bajo este modelo de atención, consumir un medicamento por iniciativa propia para aliviar una dolencia constituye un comportamiento erróneo y peligroso para la salud. Sin embargo en la actualidad, en la mayoría de hogares muchas enfermedades son manejadas, al menos inicialmente, con técnicas o medicamentos al alcance de la familia según sus conocimientos. Mientras tanto, el carácter lucrativo de la producción y de comercialización de medicamentos ha ocasionado fenómenos importantes como la producción excesiva de medicamentos innecesarios, ineficaces o con potencial tóxico, la prescripción irracional, la automedicación, lo cual afecta las actividades de enseñanza e información sobre el consumo racional de medicamentos, razón por la cual las políticas de salud a nivel global, han propiciado la incorporación del manejo de medicamentos en los sistemas de salud de los países, como medida tendiente a fomentar el uso adecuado de estos, enfocadas primordialmente a racionalizar y estimular el uso apropiado. El presente trabajo describe los hallazgos sobre el uso de medicamentos de los habitantes del Barrio Simón Bolívar en la ciudad de Montería, y da cuenta de las actividades educativas a nivel grupal y familiar realizadas con el fin de contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes mediante cambios de estilos de vida relacionados con el uso racional de los medicamentos. 2. JUSTIFICACIÓN Existe a nivel global un fenómeno relacionado con el uso irracional de los medicamentos, el cual se constituye en un problema de salud pública que ocupa a las autoridades sanitarias en el contexto mundial. Se ha detectado que existe la tendencia a exagerar en el uso de medicamentos, que no hay control en materia de automedicación y faltan acciones educativas a la comunidad con relación al uso adecuado de medicamentos, destacando como principales problemas la falta de información sobre el uso apropiado de los medicamentos, la concepción errada del medicamento como un producto de consumo cualquiera y la práctica de la automedicación. En Colombia, la Política Farmacéutica Nacional, orienta la atención farmacéutica hacia un enfoque integral, menos centrada en el medicamento como producto y más enfocada a la prestación de un servicio con calidad, eficiencia y efectividad. La experiencia del trabajo comunitario desde el perfil del Regente de Farmacia, ofrece a las autoridades sanitarias un valioso aporte en el control de un problema de salud pública al sensibilizar a la comunidad objeto sobre el uso irracional de los medicamentos. A su vez, la comunidad se beneficia al contribuir al mejoramiento de la calidad de vida mediante la aplicación de los conocimientos ofrecidos sobre prevención de la automedicación irresponsable, orientación sobre la automedicación responsable, prevención de accidentes en el hogar relacionados con los medicamentos y uso adecuado de los medicamentos en general. Al Programa de Regencia de Farmacia le genera un enriquecedor aporte en cuanto a experiencias en proyección social del programa y a los estudiantes nos permite adquirir la habilidad en el manejo de la comunidad en materia de educación relacionada con nuestra formación enriqueciendo nuestro perfil como futuros Tecnólogos en Regencia de Farmacia. 3. OBJETIVO GENERAL Fomentar el uso racional de los medicamentos en los habitantes del Barrio Simón Bolívar mediante la identificación de los factores de riesgos pertinentes y actividades educativas durante el desarrollo de la asignatura salud comunitaria con el fin de contribuir a la adquisición de hábitos de vida saludables relacionados con el consumo de medicamentos. 3.1. OBJETIVOS ESPECÍFICOS
4. MARCO TEÓRICO 4.1. MARCO HISTÓRICO A lo largo de la historia de la Humanidad, el propio tratamiento de los signos y síntomas de enfermedad que las personas padecen, ha sido la forma más utilizada para el mantenimiento de la salud. El ámbito familiar y/o tribal ha sido la fuente de conocimiento de las técnicas o remedios existentes en cada entorno cultural, traspasando verbalmente dichos conocimientos a las sucesivas generaciones. Desde que existe constancia escrita, siempre ha existido un «experto» que acumulaba las habilidades y técnicas de sanar, al que se recurría cuando el propio autocuidado no era suficiente para restablecer la salud. Habitualmente el médico ordenaba en tono imperativo lo que el paciente debía hacer: medicamentos, prohibiciones, etc.; deseaba controlar en todo momento las decisiones que afectaban a la salud y a la enfermedad de sus pacientes. Este es un modelo de relación médico-paciente en el que la capacidad de autonomía y de decisión del propio enfermo es anulada, bajo la excusa de una supuesta incapacidad para opinar o tomar las decisiones que afecten a su propia salud y enfermedad. Lamentablemente, esta actitud persiste todavía en muchos médicos. Con este planteamiento, tomar un medicamento por propia iniciativa para buscar el alivio de una enfermedad o de un síntoma, es calificado de erróneo y peligroso para la salud del individuo. Mientras tanto, en la inmensa mayoría de los hogares, una gran parte de las enfermedades que aparecen en la vida de las personas, son manejadas, al menos inicialmente, con alguna de las técnicas o medicamentos que la propia familia conoce o tiene a su alcance para aliviar dichos problemas. 4.2. MARCO SOCIAL En Colombia existe poca investigación sobre consumo de medicamentos y automedicación, sin embargo, se ha podido establecer que en general, existe poca accesibilidad a los medicamentos esenciales, los costos de adquisición son altos y los conocimientos sobre prescripción racional y uso apropiado por parte de los prescriptores y de los consumidores es muy bajo, además de la creencia generalizada de la población de que toda enfermedad debe curarse con medicamentos y que el mayor bienestar está relacionado con un mayor consumo de medicamentos. Está muy arraigado el uso de medicinas alternativas y la automedicación, y generalmente cuando el paciente consulta al médico, ya ha consultado a los vecinos, amigos o herbolarios, sin considerar el peligro de utilizar cualquier sustancia, sin información, desconociendo su eficacia real, las concentraciones requeridas, el tiempo de uso y las potenciales reacciones adversas y efectos secundarios. Con respecto a la entrega de medicamentos por los dispensadores, se detectó incumplimiento de normas sobre venta de medicamentos, falta de idoneidad del personal responsable, predominio del interés lucrativo sobre los aspectos éticos, así como falta de claridad sobre parámetros de substitución. Por otra parte, la publicidad ha colocado en el mercado la mayor cantidad posible de sus productos, haciendo ver a los medicamentos como la panacea que resuelve cualquier problema de salud en una forma simplista, sin informar los riesgos inherentes a su uso. Esta situación motivó la regulación mediante normatividad pertinente, entre ellas la formulación de la Política Farmacéutica Nacional como parte de una estrategia global cuyo criterio orientador es el uso racional de los medicamentos y concibe una atención farmacéutica integral menos centrada en el producto y más enfocada a la prestación de un servicio con calidad. También se han fijado disposiciones que establecen la prescripción de medicamentos por personal autorizado, por escrito, con previa evaluación del paciente e informando a éste de las condiciones de prescripción, almacenamiento y medición de dosis. Para el desarrollo social y económico del país es fundamental desarrollar programas tendientes a prevenir a la población de los peligros de la automedicación y auto prescripción; en los que se enfatice sobre el papel social del medicamento como instrumento que sólo ayuda a mantener o recuperar la salud cuando ésta se ve afectada, y no como un producto que se deba consumir permanentemente o frente a toda situación adversa que se presente; haciéndoles comprender que los medicamentos únicamente se deben utilizar cuando sean recetados por el médico, quien es el único que está en capacidad de determinar cuál es el medicamento correcto y la cantidad correcta para una persona en particular. 4.3. MARCO LEGAL La legislación relacionada en Colombia, actúa en concordancia con las tendencias sanitarias globales en materia de reglamentación sobre todo lo pertinente a los medicamentos desde su producción o importación, transporte, almacenamiento y distribución, incluyendo la necesidad de fomentar hábitos de vida saludables relacionados con el uso de estos productos. Entre las normas más relevantes, en orden cronológico podemos mencionar:
4.4. MARCO CONCEPTUAL El consumo de medicamentos por parte de la población es el resultado de complejas interacciones sicológicas, sociales y culturales que se interrelacionan formando una “cultura del medicamento” lo que conlleva principalmente a la medicalización de la salud. Los medicamentos surgieron desde la antigüedad como respuesta a las enfermedades, adquiriendo funciones terapéuticas, sociales, políticas, culturales y económicas, se han convertido en parte integral de los servicios de atención en salud, constituyéndose en insumos necesarios para esta, pero también son productos constituidos por uno o más principios activos y otras sustancias químicas, que los convierten en sustancias potencialmente tóxicas y que ligan a su utilización, la posible aparición de reacciones adversas, probabilidad que aumenta cuando se utilizan sin la evaluación de las condiciones fisiopatologías del paciente y farmacoterapéuticas del medicamento, características que generalmente acompañan la automedicación y la autoprescripción. 4.4.1. Automedicación La automedicación y autoprescripción son entendidas como la práctica sanitaria en la que el individuo, por su propia iniciativa o por sugerencias de personas diferentes al prescriptor, toma decisiones sobre los problemas que afectan su salud y la farmacoterapia necesaria para superarlos, la primera hace referencia al consumo de medicamentos de venta libre y la segunda al consumo de medicamentos que requieran fórmula médica. Ambas prácticas implican riesgos por los posibles problemas o eventos relacionados con los medicamentos, que van desde leves hasta graves, según el medicamento y el usuario, puesto que los medicamentos consumidos pueden ser tóxicos en casos de sobredosis, produciendo emergencias accidentales, iatrogénicas o intencionales. Las personas asumen estas conductas porque, según la cultura, los medicamentos son un elemento muy familiar para ser utilizados por iniciativa propia o por sugerencia de familiares o amigos, sin justificación real, para solucionar signos, síntomas, cambios fisiológicos o situaciones de la vida cotidiana. La comunidad no tiene en cuenta al usar fármacos que no existe sustancia química inocua. El uso correcto de los medicamentos, cuando la situación clínica realmente lo amerite, busca que ello sea con el menor riesgo posible. El comportamiento de la automedicación y autoprescripción están profundamente influenciados por las condiciones socioculturales del usuario y la publicidad farmacéutica. Los principales factores que influyen en estas son: la desprotección en servicios de salud de gran parte de la población; que la atención en salud depende en gran medida de la farmacoterapia tradicional, sin considerar la promoción del desarrollo humano integral y del bienestar mediante otras alternativas; la concentración de médicos en las grandes ciudades, la falta de elementos técnico-científicos actualizados que les permitan a los usuarios no ceder a las presiones sociales y a las de la industria farmacéutica. Durante mucho tiempo, se ha considerado estas conductas como formas de uso irracional de los medicamentos al constituir una terapéutica no controlada, que no permite un seguimiento del tratamiento de los pacientes, y que puede conllevar numerosos riesgos o inconvenientes, tales como:
Sin embargo, desde hace algunos años, se atribuyen a la automedicación ciertos aspectos positivos ya que, como parte de los "autocuidados sanitarios", constituye una forma de responsabilidad individual sobre la propia salud, por la que el paciente elige libremente un tratamiento a partir de sus propios conocimientos. Esto podría representar ciertas ventajas:
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