A dentro de un campo de condiciones situacionales y de responsabilidad ante sí mismo y ante otras personas; la apreciación de fines y formas de la a




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DICCIONARIO
DEL NUEVO HUMANISMO


Acción

(del lat. actionem). En el campo de las relaciones humanas, toda manifestación de intención o expresión de interés capaz de influir en una situación dada. Por ejemplo, a. social (huelga, protesta pública, declaración por los medios informativos), a. política (participación en elecciones, manifestación política, negociaciones, intervención en el parlamento), a. diplomática, a. militar, etc.

Algunas posturas diametrales no anulan la enorme gama de posibilidades que se pueden presentar frente a la a. en general. Los anarquistas absolutizan el papel de la a. directa. Los budistas, al contrario, se inclinan a sobreestimar la actitud pasiva.

En la vida personal, se observa un conjunto de acciones más o menos codificadas a las que se denomina “conducta” o “comportamiento”. La psicología humanista (*) descubre en la imagen (*) la dirección de la conciencia hacia el mundo, y entiende a ésta como actividad intencional, de ninguna manera como pasividad, simple reflejo, o deformación de la percepción.

El N. H. postula: 1. el reconocimiento de la libertad de a. dentro de un campo de condiciones situacionales y de responsabilidad ante sí mismo y ante otras personas; 2. la apreciación de fines y formas de la a. de acuerdo a su correspondencia con los valores del humanismo.

De conformidad con los postulados anteriores, se suele hablar de coherencia o incoherencia en la a.

Actitud antihumanista

No se trata de una posición doctrinaria sino de un comportamiento que es, prácticamente, la imagen invertida de la actitud humanista (*). Tampoco se refiere a situaciones particulares ni a la comisión puntual de actos reprobables desde el punto de vista de la ética humanista. En definitiva: la a. a. es un modo personal de emplazamiento en el mundo, un modo de relación “objetivante” caracterizado por la negación de la intención y la libertad de otros seres humanos.

ACTITUD HUMANISTA

La a. h. ya estaba presente antes del acuñamiento de palabras como “humanismo”, “humanista” y otras cuantas del género. En lo referente a la actitud mencionada, es posición común de los humanistas de las distintas culturas: 1. la ubicación del ser humano como valor y preocupación central; 2. la afirmación de la igualdad de todos los seres humanos; 3. el reconocimiento de la diversidad personal y cultural; 4. la tendencia al desarrollo del conocimiento por encima de lo aceptado o impuesto como verdad absoluta; 5. la afirmación de la libertad de ideas y creencias y 6. el repudio a la violencia.

La a. h., fuera de todo planteamiento teórico, puede ser comprendida como una “sensibilidad”, como un emplazamiento frente al mundo humano en el que se reconoce la intención y la libertad en otros, y en el que se asumen compromisos de lucha no violenta contra la discriminación y la violencia. (*momento humanista).

ADAPTACIÓN

(de adaptar y éste del lat. adaptare). Propiedad de los seres vivos que les permite subsistir cuando varían las condiciones del medio. Acuerdo de una estructura con su medio. Sin entrar en la discusión sobre los significados de “estructura” (*) y “medio” (*) y sólo a modo de mención diremos que: 1. Llámase a. creciente al desarrollo de una estructura en interacción con su medio. 2. En la a. estable una estructura puede permanecer más o menos invariable, pero tiende a desestructurarse por modificación del medio. 3. En la a. decreciente, la estructura tiende al aislamiento de su medio y, correlativamente, aumenta la diferenciación de sus factores internos. 4. En el caso de la inadaptación, pueden observarse dos variantes: a) la situación de a. decreciente por aislamiento o por descomposición del medio y b) la situación de superación de un medio que resulta insuficiente para mantener relaciones de interacción. Toda a. creciente lleva a la modificación progresiva de la estructura y su medio y, en ese sentido, comporta la superación de lo viejo por lo nuevo (*). Por último, en un sistema cerrado, se produce la desarticulación de estructura y medio.

En términos generales, el N. H. propicia conductas personales y sociales de a. creciente, al tiempo que cuestiona el conformismo o la inadaptación.

ADMINISTRACIÓN

(de administrar y éste del lat. administrare. También del lat. gestio: acción de administrar). Gestión, dirección. Actividad profesional tendiente a establecer los objetivos y medios de su realización, a precisar la organización de sistemas, a elaborar la estrategia del desarrollo y a ejecutar la gestión del personal.

Se distinguen: la a. directa, de mando, y la indirecta, por medio de estímulos y castigos. Además, se observan tres estilos: democrático, con la participación del colectivo; autoritario, con el mando unipersonal; y liberal, que admite compromisos y atenúa la rigidez en la ejecución de las decisiones. Estos métodos se aplican con diferentes combinaciones en diferentes sistemas. Los métodos de gestión de las Fuerzas Armadas, de las empresas, de los centros docentes, de las organizaciones sociales, son distintos por la naturaleza de cada una de estas instituciones. En diferentes situaciones y épocas, los métodos de dirección tampoco pueden ser iguales.

Ningún estado puede funcionar sin el aparato administrativo. Cualquier grupo o institución necesita de la gestión, la elaboración de los objetivos y medios, la movilización de sus efectivos para cumplirlos, la manifestación de la voluntad colectiva, etc. Sin la dirección el sistema pierde orientación. Los cuadros administrativos deben ser formados con procedimientos democráticos, pero su capacitación exige la especialización, la enseñanza en centros docentes correspondientes y la comprensión y práctica de actividades sociales.

AGRESIÓN

(de agredir y éste del lat. aggredi: acometer. El uso del adjetivo “agresivo” para referirse a dinámico, activo y emprendedor, es un anglicismo). Acción y efecto de agredir, acto contrario al derecho de otro. Ataque armado de una nación contra otra en violación del derecho internacional.

La a. no sólo se expresa en forma de acción física, sino también en palabras, gestos o actitudes (a. moral). La a. es la toma de iniciativa en toda acción de violencia (*).

ALIENACIÓN

(de alienar y éste del lat. alienare: enajenar). Tergiversación del equilibrio de los factores de la actividad individual y social a favor de la cosificación de los valores y en desmedro de otros intangibles psicológicos que hacen al desarrollo del ser humano.

La palabra “alienación” tomada de Hegel en su Fenomenología del Espíritu, puede también ser traducida como desposesión, alejamiento o enajenamiento. La a. aparece en este autor encarnando a una “conciencia infeliz”, a una “conciencia de sí como naturaleza dividida”. Este filósofo considera que la conciencia puede experimentarse como separada de la realidad a la cual pertenece lo que da un registro de “desgarramiento” de la conciencia consigo misma. La popularización de esta idea creció al tomarla Feurbach en su aspecto “natural-social”, influyendo en la interpretación que de ella hizo Marx en los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844.

Con el desarrollo del Estado y la complicación de la organización de la vida social el individuo es cada vez más aplastado por el socium, ante todo por la autoridad y el poder ajenos sacrificando su propia libertad e interés. Pero a medida que evoluciona la sociedad civil, se amplía la capa de los ciudadanos que participan de diferentes formas en los asuntos sociales y estatales, en la toma de decisiones y en la gestión social, hasta llegar a la propiedad del trabajador (*), de las fuentes y medios de producción. Los marcos inicialmente estrechos de la Democracia se amplían abarcando a la mayoría de la población adulta aún cuando esa Democracia tenga, hasta hoy, carácter más o menos formal. Los extranjeros y los apátridas, inicialmente privados de los derechos civiles, cobran ciertos derechos establecidos nacional e internacionalmente. Por otra parte, el desarrollo de la técnica subordina cada vez más al ser humano a la acción de la máquina, cambiando su ritmo de vida y constriñendo muchas de sus funciones orgánicas. El progreso en la esfera científico-técnica asegura a las personas el dominio de las fuerzas naturales cada vez con mayor amplitud, lo que les da inusitada movilidad en el espacio acelerando el “tempo” social, realizando comunicaciones más variadas, abriendo la salida al cosmos, permitiéndoles crear medios artificiales de habitación que correspondan a sus necesidades. Sin embargo, todos esos logros han generado nuevos peligros, colocando bajo amenaza la existencia de la vida en la Tierra. El desarrollo de la cultura y sobre todo de la corriente informativa en general, atestigua el progreso intelectual, pero a la vez muestra el crecimiento del control subjetivo sobre la existencia individual, subordinándola a impulsos y pensamientos ajenos. En la esfera de la cultura y del arte el ser humano pasa hacia la creación de un mundo nuevo con propiedades no existentes en la naturaleza. Ha crecido grandemente la diversidad, pero junto con la ampliación de los marcos humanos de la cultura se revela una tendencia peligrosa hacia la uniformidad, lo que puede llevar al atascamiento de la civilización como sistema cerrado.

La creciente división del trabajo, la ampliación del mercado, el aumento de la tecnología y las comunicaciones se corresponde con la desestructuración general de las antiguas formas institucionales y modos de relación social, evidenciándose cambios también en el comportamiento colectivo y personal que desequilibran la adaptación creciente (*) a las nuevas situaciones. Por una parte, la inercia social de instituciones y formas de relación obsoletas no brindan apoyo para transitar el momento de cambio que se está evidenciando; por otro, las exigencias de progreso no muestran una dirección clara del desarrollo. Esta situación se experimenta como una de las tantas alienaciones que están golpeando a las puertas de la civilización. Estas perturbaciones se expresan en agresividad creciente, neurosis, suicidio, etc. Ocurre la fetichización de los mecanismos sociales y tecnológicos en detrimento de las relaciones interpersonales propiamente humanas y en perjuicio de la perfección espiritual y moral de los seres humanos. El poder, la cultura, la vida espiritual, se concentran en manos de élites estrechas, como resultado de lo cual los individuos quedan en situación dependiente debido a su separación de los bienes y valores vitales. La personalidad se convierte en objeto de manipulación y explotación, el aislamiento y soledad crecen y cada persona se siente más innecesaria, abandonada y sin fuerzas. Todo esto abre posibilidades a la manipulación de la conciencia y conducta de los pueblos.

El N. H. ve en la a. no tanto un problema económico cuanto existencial, vital y moral, por ello plantea como objetivo la disminución del nivel de enajenación como estado peligroso que deforma a la personalidad. La crisis de la civilización contemporánea es engendrada en gran parte por la hipertrofia de alteración y violencia, por un lado, y la búsqueda de los caminos de su superación, por el otro. La humanidad aspira a asegurar el progreso en los nuevos caminos sin la ampliación de la a. El futuro no será privado de elementos de enajenación, pero el ser humano puede actuar de un modo consciente en una dirección determinada sobre el socium y sobre sí mismo, para armonizar factores externos e internos de su vida. En este sentido, el N. H. representa un gran movimiento contra el peligro de la a. creciente.

ALTRUÍSMO

(del fr. altruisme). Esmero y complacencia en el bien ajeno, aun a costa del propio, y por motivos puramente humanos. Se trata del servicio al bienestar de los otros, de la disposición al sacrificio de los intereses personales en aras del beneficio de los demás.

Esta palabra fue introducida en el lenguaje científico y filosófico por Comte, utilizándola para constituir la doctrina moral del Positivismo. En la experiencia del a. Comte vio, además, un criterio de experiencia capaz de oponerse al egoísmo cotidiano y también al egoísmo como factor de progreso, defendido por el Liberalismo. El a., así como la solidaridad (*) y la reciprocidad (*), son propios de la ética humanista, porque estas actitudes contribuyen al progreso del género humano, a la solución favorable y justa de los conflictos interpersonales y sociales.

AMOR

(del lat. amorem). Afecto que mueve a buscar un bien verdadero o imaginario y desear su posesión. La palabra a. tiene sentidos muy diversos, pero representa una inclinación hacia alguien o algo. Se considera como una especie de a. el esmero con que se trabaja una obra deleitándose con ella. Por otro lado, así se designa a la pasión de los sexos y a la relación con la persona amada.

En cuanto al a. propio se le concede un sentido positivo cuando es interpretado como afán de mejorar la propia actuación y un sentido negativo como inmoderada estimación de sí mismo.

Los humanistas consideran al a. como una fuerza psicológica fundamental que asegura la ayuda mutua y la solidaridad (*) entre los seres humanos por encima de las fronteras establecidas entre los grupos sociales y los estados.

ANARQUISMO

Corriente político-social cuyo principio fundamental es la negación del Estado al que se considera como órgano de violencia. En general, el a. niega también la propiedad privada y la religión a las que señala como factores atentatorios contra la libertad absoluta del ser humano.

Desde el punto de vista teórico, el a. es ecléctico y admite desde las propuestas más violentistas, hasta el anarco-individualismo de Stirner, el anarco-comunismo de Kropotkin y el anarco-sindicalismo, fuertemente influido por éste.

El anarco-sindicalismo niega entidad a la lucha política y al papel dirigente del partido en el movimiento obrero, atribuyendo al sindicato anarquista el máximo signo revolucionario.

En Bakunin se sostiene que de la anarquía nacerá espontáneamente el nuevo orden, tesis que confronta con la de Proudhon que concibe a la nueva sociedad como una organización de intercambio de servicios y mutualismo, en la que no falta la cooperativa ni el principio de autogestión (*).

Algunos especialistas han visto en Nietzsche un a. axiológico y en Tolstoi y Gandhi expresiones prácticas del a. ético, socialista y no violento.

ANTIHUMANISMO

Toda posición práctica y/o teórica que tiende a sostener un esquema de poder basado en los antivalores de discriminación (*) y violencia (*).

ANTIHUMANISMO FILOSÓFICO

Los pensadores existencialistas, basados en la descripción que hicieron los estudiosos del siglo XIX, aceptaron que el humanismo era una filosofía, con lo cual dieron pie a sus oponentes a cimentar el a. f. Particularmente de las filas del estructuralismo y del marxismo conservador salieron estos detractores. Desde luego, ya Nietzsche había sentado algunas premisas que fueron usadas posteriormente por Levi-Strauss y Foucault. La crítica de Heidegger al humanismo también se inscribe en el a. f.

Dentro del marxismo, Althusser propició la teoría de los “dos Marx”: el joven todavía “ideólogo” y el maduro verdaderamente “científico”. Las consecuencias que el filósofo francés derivó de esta dicotomía, son las siguientes: “Todo pensamiento que reconduzca a Marx para instaurar, en un modo o en otro, una antropología o un humanismo filosófico, no sería ‘teóricamente’ más que polvo. Pero prácticamente, levantaría un monumento de ideología premarxista que pesaría gravemente sobre la historia real y que podría arrastrarla a un callejón sin salida... Una (eventual) política marxista de la ideología humanista, o sea, una actitud política de frente al humanismo (política que puede ser el rechazo o la crítica, el uso o el sostén, el desarrollo o la renovación de las formas actuales de la ideología humanista en el campo ‘ético-político’), no es posible sino con la condición absoluta de ser fundada sobre la filosofía marxista, cuya premisa es el antihumanismo teórico”.

Habitualmente el a. f. formula su crítica al Humanismo apoyándose en un cientificismo rígido. El N. H. acepta numerosas críticas que se lanzan contra el Humanismo tradicional, pero propicia la revisión no solamente de la idea de “ser humano” (*), propia del siglo XIX, sino también la idea de “Ciencia” (*), correspondiente a esa época.
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