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La Jornada, jueves 12 de noviembre de 2009, Desde la azotea, unas 20 personas filmaron a los electricistas Mitin mañanero frente a un fortificado edificio de LFC ![]() Fabiola Martínez y Patricia Muñoz Periódico La Jornada Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 5 La respuesta de las organizaciones sindicales y sociales a la convocatoria del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) hizo posible que el paro cívico nacional fuera calificado de “todo un éxito en todo el territorio nacional”. Los trabajadores despedidos por el decreto presidencial del 11 de octubre advirtieron: “Seguimos en pie de lucha”. La jornada de protesta en contra del decreto de extinción de Luz y Fuerza del Centro (LFC) pudo unir a diversos gremios y organizaciones del campo y la ciudad. Paralizó dependencias, empresas privadas, universidades y arterias de la capital del país. Ahí se vio “¡la fuerza del SME!”, se dijo. “¡Aquí está lo mejor del país!”, resumió el escritor Paco Ignacio Taibo II, en el arranque de la movilización de esta jornada, que sus organizadores llamaron de “resistencia civil y pacífica”, justo frente a las oficinas centrales del organismo cerrado unilateralmente por el gobierno federal hace un mes. El edificio de LFC es ahora un bloque cercado por altas vallas metálicas, por cuyos resquicios se alcanzan a ver largas hileras de policías federales. A las siete de la mañana los trabajadores, acompañados por organizaciones sociales y legisladores, iniciaban su mitin. A esa hora en los noticieros de medios electrónicos era difundida la postura del gobierno que restaba importancia a la movilización; en los hechos, el nerviosismo oficial se ponía en evidencia con un sobrecargado dispositivo de seguridad y vigilancia. Al menos una veintena de personas apostadas en la azotea de la sede de Luz y Fuerza registraban puntualmente con cámaras de video y fotográficas cada paso de los manifestantes; uno de ellos, con playera color vino, traía el rostro cubierto con bufanda negra, al tiempo que dos helicópteros de la Policía Federal sobrevolaban las instalaciones de la paraestatal, ubicada en el cruce de Circuito Interior y Marina Nacional. Ante ello, los dirigentes del SME alertaron a sus compañeros que no cayeran en provocaciones, porque “había infiltrados”. En ese momento se detonaron algunos cohetones. El sindicato se deslindó de esto último. Hasta ahí llegaron los reportes de que estaban entrando a la capital los contingentes de las divisiones foráneas y de que hubo incidentes en dos puntos carreteros, “donde los trabajadores se replegaron y no respondieron a las agresiones”. También informaron que en diversos estados había marchas y por ejemplo, en Oaxaca, todas las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad tenían presencia de organizaciones sociales en apoyo al SME; de manera simultánea empezó el brigadeo informativo y fueron “cerradas” varias dependencias. Así, los mítines serían la estrategia constante durante todo el día. El grupo de legisladores de PRD y PT que apoya al Sindicato Mexicano de Electricistas, entre los que se encuentran Víctor Castro, Rubén Velázquez, Karen Quiroga y Porfirio Muñoz Ledo –quien ya bautizó al secretario del Trabajo, Javier Lozano, como “insano mental”–, acudió puntual a la cita. El mensaje de los diputados y senadores presentes fue que los electricistas sean pacientes y perseverantes, porque no sólo se trata de ganar su lucha, sino de ser ejemplo de dignidad entre todos. Al término del mitin, la mayoría avanzó hacia el edificio central de Teléfonos de México, en Sullivan, donde ya los esperaban los telefonistas en paro bajo la modalidad de “falta colectiva”. Como en el primer punto de la protesta, a bordo de una camioneta que funcionó como improvisado templete, Martín Esparza, líder del SME, agradeció la solidaridad recibida y lamentó que una organización como ese sindicato haya sido reprimida “por el propio Estado”. El llamado constante fue en el sentido de defender no sólo a los electricistas, sino oponerse al intento del gobierno por aniquilar los derechos laborales. El líder de los telefonistas, Francisco Hernández Juárez, también diputado federal y presidente de la Unión Nacional de Trabajadores, criticó que el gobierno federal haya desdeñado el camino legal, incluso para modificar el contrato colectivo o con la propia desaparición de LFC y, en cambio, “prefirió la agresión”. El gobierno, advirtió, está dejando un mensaje claro: o se alinean o los voy a someter a todos. Por ello, “si dejamos pasar esto el gobierno saldrá envalentonado y nadie estará a salvo en este país”. Añadió: “El secretario del desempleo –en referencia a Javier Lozano Alarcón– ha tomado la postura de la confrontación y la amenaza”, dijo el dirigente, e hizo un llamado a los trabajadores a ensanchar el movimiento de apoyo al SME. Ayer, el sindicato de trabajadores de la UNAM envió tres camiones con despensas en apoyo a la causa de los electricistas. Eran las 10:30 de la mañana y Esparza Flores puntualizaba otra vez el itinerario del paro cívico nacional, porque “esta jornada va para largo”. La Jornada, jueves 12 de noviembre de 2009, Sindicalistas ofrecen liquidar con 3 pesos al presidente del desempleo La temida ocupación de Luz y Fuerza devino mitin pacífico Jaime Avilés Periódico La Jornada Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 7 “¡Foto, foto!”, pedían los trabajadores electricistas, y al paso de cada vehículo una artista plástica ponía delante de los conductores el esqueleto de una televisión y los reporteros gráficos acribillaban la imagen con los múltiples clics de sus cámaras, bajo el clamor general de “¡muera Televisa!”. Automóviles, microbuses y patrullas pasaban así por esta “aduana” en el puente de Marina Nacional que se eleva sobre el Circuito Interior. Abajo, como lo hacían desde las ocho de la mañana, miles de afiliados al Sindicato Mexicano de Electricistas seguían coreando con el puño en alto: “¡esmé, esmé, esmé!” En esos momentos hablaba en el templete Karen Quiroga, diputada local perredista por Iztapalapa, que en nombre de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal condenaba la fulgurante decisión de la Suprema Corte que, en menos de 24 horas, rechazó la petición de controversia constitucional formulada por los legisladores capitalinos contra el decreto extinguidor de la empresa distribuidora de energía eléctrica en el corazón del país. Gaseados en la México-Cuernavaca Eran casi las 10 de la mañana, el sol brillaba con fuerza, pero cada ráfaga de viento helaba la piel. Antes de Karen había tomado la palabra Martín Esparza, dirigente del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), para denunciar el ataque a bombazos de gas lacrimógeno de la Policía Federal contra quienes bloqueaban la carretera México-Cuernavaca. Y después de una muy larga pausa, debida a un apagón en las calles donde se efectuaba el mitin, Gerardo Fernández Noroña y Porfirio Muñoz Ledo, diputados federales del PT, habían reiterado la solidaridad del movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador con la lucha de los electricistas. Desde el puente se apreciaba cómo, en los patios traseros de Luz y Fuerza, los soldados azules de la Policía Federal viven en blancos y elegantes campamentos, que algo tienen de carpas de plástico para banquetes de boda en un jardín. La mayoría de los uniformados permanecía oculta del sol y de los mirones que atestaban el puente. Pero en las azoteas del edificio resplandecían los bucles de los alambres de púas, que le conferían al edificio aspecto de cárcel o campo de concentración. A un kilómetro de allí, hacia Insurgentes, ante la torre de Teléfonos de México, estaba reunida otra muchedumbre de sindicalistas, aquellos que desde abril de 1976 dirige Francisco Hernández Juárez, quien hoy por hoy usa un extraño tinte capilar que le hace despedir destellos azules en las cejas. Los telefonistas acababan de iniciar una “falta colectiva” de 24 horas, para unirse al primer ensayo de paro cívico nacional, no sólo contra el decreto extinguidor de Calderón sino, como dijo Martín Esparza, contra la brutal agresión a la economía popular que significa el paquete fiscal recién aprobado por PRI y PAN en el Congreso. Para decepción de algunas reporteras que llevaban su “kit antimotines” –limones, trapos y Coca-Cola para menguar el efecto de gases lacrimógenos–, la anunciada “recuperación” de las instalaciones de Luz y Fuerza se redujo a un pacífico mitin, que cerró durante media hora el tráfico del Circuito Interior en ambos sentidos, y permitió la repetición de las nuevas consignas de esta lucha, cada vez más rabiosas y agresivas, como las cartulinas que maldicen en todos los tonos a Calderón, le exigen que renuncie y pase a cobrar una liquidación de “tres pesos” por su desempeño como “presidente del desempleo”. Cuando el mitin terminó, los electricistas se dirigieron a la torre de los telefonistas y celebraron una segunda tanda de discursos. Luego continuaron hacia su sindicato, en Antonio Caso e Insurgentes, pero al llegar por Sullivan a la explanada del Monumento a la Madre, Martín Esparza propuso una escala y, acompañado por los miembros del comité central del SME, y de un grupo como de 500 afiliados, se sentó a platicar con todos y a replantear las acciones previstas para el resto de la mañana. Entre todos, por ejemplo, concluyeron que no era conveniente llevar a cabo la marcha del Ángel a Los Pinos, porque antes de la casona contigua al bosque y zoológico de Chapultepec había “como 5 mil granaderos” y no se descartaba la irrupción de provocadores deseosos de desatar la violencia. Pero como no se trataba de matar el tiempo hasta la hora de la marcha hacia el Zócalo, los dirigentes sugirieron que distintos grupos de sindicalistas se distribuyeran por Reforma, “para hacer ruido”. Y así fue. De Sullivan se trasladaron –gritando “¡esmé, esmé!” todo el tiempo– a la avenida evocadora de los Campos Elíseos, y se detuvieron ante el flamante edificio de la Procuraduría General de la República, mientras los granaderos del Gobierno del Distrito Federal –en ausencia de Marcelo Ebrard, que ayer viajó a Boston, y bajo la torpe batuta del secretario de Gobierno, José Angel Ávila– corrían a resguardar la entrada con sus toletes, escudos y cascos, en lo que otro destacamento gorilesco se desplegaba ante la Bolsa de Valores. Luego, se encaminaron a la embajada de Estados Unidos, donde la presencia policiaca era mínima. Alguien gritó: “¡Ya vamos llegando y Obama está temblando!”, pero nadie lo secundó. Media hora después, ante la sede de la Comisión Federal de Electricidad, la etapa matutina del primer ensayo de paro cívico llegó a su fin, mientras el sol continuaba asando a quienes sin embargo temblaban de frío en cuanto soplaba el aire. La Jornada, jueves 12 de noviembre de 2009, En mítines y marchas trabajadores despedidos llaman a la población a informarse mejor Los electricistas conquistan la calle ![]() Blanche Petrich Periódico La Jornada Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 9 Empezaron el día con la convicción de que, por esta ocasión, les tocaba conquistar las calles. A los jubilados del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) les tocó acudir a las escalinatas de la Comisión Federal de Electricidad, a espaldas de la Torre Mayor, para hacer conciencia entre los oficinistas que entraban apresurados a las ocho de la mañana. A los trabajadores de la gerencia de construcciones de Azcapotzalco les tocó brigadear en Naucalpan y Atizapán. Hubo decenas de cuadrillas que desde las siete de la mañana llegaron a sus centros de trabajo para colocar las banderas rojinegras, mismas que fueron retiradas por la Policía Federal en cuanto los electricistas dieron la media vuelta. El sector femenil del SME pasó la mañana marchando de la colonia Santa Julia a la Tabacalera para llegar a la glorieta de Insurgentes y regresar a Reforma llamando a la población: “No pagues la luz, baja el switch”. Entre el ajetreo urbano y la indiferencia de la mayoría transcurrió la jornada del paro cívico nacional de los electricistas, que intentaron demostrar la fuerza ante el discurso oficial, que no ceja en su agresividad, y probar la solidez de sus alianzas con otros sectores del sindicalismo y del movimiento popular. Rechazo de unos, apoyo de otros Entre mitin y marcha, moviéndose de un lado a otro, las brigadas y contingentes repartían volantes en mercados y entradas del Metro, paraderos de autobuses y cruceros. Al mismo tiempo iban tomando la temperatura del ánimo social. Sobre San Cosme, un conductor les gritó: “¡Parásitos!” No dio la cara. Los electricistas del sector Azcapotzalco, que se encaminaban hacia el portón de la Escuela Nacional de Maestros, donde se reunían los contingentes de docentes y politécnicos, escucharon la ofensa: “Así ha sido todo el día, unos nos rechazan, otros nos escuchan. No son muchos los que insultan, pero simplemente la indiferencia con la que nos reciben el volante dice mucho. Y se siente gacho”. Otro intervino: “Pero están los que nos animan y nos apoyan. Nos hemos encontrado con el descontento de muchos”. Se detuvieron a echar un taco en un puesto callejero mientras se congregaba el resto de su contingente, que haría el recorrido hasta el Zócalo. “La población está dividida. Pero ese es el chiste del brigadeo. Hay que exhortar a las personas a que se informen mejor y equilibrar lo que se dice en los medios.” Como si fuera un diálogo concertado, en el pequeño televisor portátil del taquero empezó el noticiario de Tv Azteca. Con tono de alarma se dio cuenta de “la agresión” sufrida por sus reporteros mientras cubrían el mitin de la dirigencia del SME frente a la sede de Luz y Fuerza, en Marina Nacional, y el “ataque” a su unidad móvil por parte de la turba descontrolada. Imágenes aéreas y escenas confusas apoyan la “información” de la televisora. Radio y televisión golpearon al SME a lo largo de todo el día. “Mientras estábamos en el mitin de Atizapán, en la radio dijeron que habíamos ido por despensas. Puras pinches mentiras”, se exasperan los trabajadores. Desde los primeros minutos de la jornada, para la dirigencia del SME fue patente su preocupación por contener las protestas contra los informadores. En cada uno de los mítines los oradores subrayaron la distinción entre los trabajadores y los propietarios de los medios de comunicación. Pero nunca faltan los provocadores y hubo reporteros que iban, precisamente, a la caza de esos momentos de exaltación. También en los quioscos había impresos que con sus encabezados se sumaban al pleito. “SME sale hoy a defender sus privilegios”, decìa la principal de un matutino. Un vespertino cabeceaba: “Electrocuta el SME al DF”. Más allá de la danza de cifras, que siempre serán exageradas por los protagonistas y minimizadas por las autoridades y los locutores que anticipan su fracaso, dos voces con experiencia de décadas en estas lides de la lucha social dialogan en plena plancha del Zócalo. Habla Iván García Solís, un histórico del movimiento magisterial: “Aquí se está dando una alianza obrero-universitaria. Lo nuevo es que en este caso, a diferencia de los despidos contra los líderes de la disidencia de ferrocarrileros o maestros en el pasado, ahora estamos por primera vez frente a un despido masivo: 44 mil trabajadores de un plumazo”. Mario Saucedo, líder de una corriente perredista, compara este paro cívico con su antecedente, el de 1983 del Frente Nacional de Defensa al Salario y Contra la Carestía. “Éste tiene un contenido mucho más clasista, porque es la respuesta a un golpe contra el sindicalismo y el empleo. A diferencia del paro de hace 26 años, éste tiene una perspectiva de crecimiento mucho mayor”. Tres horas después de la entrada del primer contingente al Zócalo, arribó el último, el cabús de la movilización, seguido por los policías y los barrenderos que cerraron la marcha y no precisamente con broche de oro. Los empleados de los comercios del Centro Histórico volvieron a subir las cortinas metálicas. Para la ciudad y el paro cívico llega la hora de hacer el balance de la jornada. |
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