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El MODULO ARMÓNICO REVELADODejando por el momento la partida de los maestros galácticos al final del noveno baktún, miremos lo que ellos dejaron atrás. Su logro, su auténtica carta de visita, fue una serie de monumentos que registraban de una manera muy exacta, las correlaciones entre el modelo armónico galáctico y el calendario solar-terrestre. El ciclo en curso de 5.125 años (del año 3113 A.C. al 2012 D.C.) - es una calibración precisa del fractal galáctico de 5.125 años de diámetro. Este ciclo de 5.200 tun (o sea, 1.872.000 kin, 260 katún, 13 baktún), se comporta literalmente como una lente enfocando un rayo, a través del cual la información proveniente de fuentes galácticas, es sincronizada- por la vía del Sol con la Tierra. Por supuesto, los maestros galácticos cuando partieron, dejaron enseñanzas e instrucciones lo suficientemente claras, enseñanzas que fueron promovidas por las tradiciones proféticas de los mayas posteriores. Al estar escritas en el lenguaje del Zuvuya, estas enseñanzas que describen los ciclos katún, son de poca ayuda si no se tiene la debida preparación. En verdad, ellas han dado origen a una gran confusión entre aquellos que intentan comprender el misterio de los Mayas Clásicos. Pero de ninguna manera fue intención de los maestros mayas el ser recordados. Sin embargo, su propósito fue dejar un legado, el Tzolkin, que ayudaría a recuperar la información galáctica. La recuperación de esta información tiene una meta; ayudarle al conjunto en la alineación que conduce a la operación consciente dentro de la grandiosa comunidad de la inteligencia galáctica. Indudablemente, a nuestra visión progresiva del mundo puede parecerle ridículo o terrorífico, el concepto no sólo de que los mayas fueron más inteligentes que nosotros, sino de que ellos estuvieron aquí, con la misión de ayudarnos a que este planeta entrase en coordinación con un mayor proyecto galáctico. Una trama que huela a un plan o propósito más grande, hace tambalear a nuestros pequeños egos. Es más fácil descartarlas como las proyecciones paranoicas de filósofos de pacotilla, o como fantasías de ciencia - ficción, que admitirlas dentro del foro de un análisis intelectual adecuado. Y sin embargo, hay una vocecita persistente que continúa diciendo: “¿Por qué no?”. Después de todo, el universo es inmenso, y ¿quién puede decir que tenemos en nuestro poder los secretos de todos los misterios?. Y en la historia de la civilización tal y como la conocemos, si hay algún misterio que nos siga los pasos hasta el presente, ese es el misterio de los mayas”, como dijo el gran experto en cuestiones mayas J. Eric S. Thompson en su monumental Escritura Jeroglífica Maya: “uno se queda perplejo ante el dominio sobre números formidables, implicados en los diversos términos para las unidades superiores que han sobrevivido. Seguramente ningún otro pueblo con un nivel comparable de cultura material, ha tenido semejante concepto de números inmensos, y un vocabulario, para manejarlos”. (p. 53). La causa de la sorpresa desaparece o se intensifica cuando consideramos lo inadmisible: Los mayas y su sistema eran de origen galáctico. Dejando descansar por un momento los orígenes extraterrestres de los mayas, permítaseme también recordarle al lector, que mi intención al presentar el Factor Maya es doble. Primero, abrir nuestros ojos a la posibilidad de la misión galáctica de los mayas, y las implicaciones que tienen para nosotros en este momento de la historia; y segundo, presentar el Módulo Armónico de los Mayas o sea el Tzolkin, en términos tan simples y prácticos como sea posible. Mientras que los arqueólogos, astrónomos, historiadores de arte, y matemáticos, miran con atención y examinan cuidadosamente las piedras esculpidas, y las ciudades-templo de los Mayas Clásicos la clave para revelar todo esto, la matriz 13 x 20 del Módulo Armónico, quiere ser utilizada y está a nuestro alcance. Como lo sugerí en el capitulo anterior, el Tzolkin o Módulo Armónico por analogía tiene un fuerte parecido al I Ching. Igual que el I Ching, a primera vista el Tzolkin parece ser una reliquia arcaica en un lenguaje codificado que data de una era muy anterior. Sin embargo, aún antes de que el I Ching hubiera dejado las manos de los filólogos y arqueólogos, los filósofos y psicólogos estaban comprendiendo que en vez de ser arcaico, el I Ching es intemporal y por eso lo utilizamos en la actualidad. Y además de su renovado uso popular como oráculo, la no temporalidad como también la temporalidad del I Ching, han sido verificadas por correlaciones con el código genético (Schöriberger, 1973), y en mi La Tierra en Ascenso (1984), con correspondencias matemáticas e históricas de largo alcance. El I Ching está basado en un conjunto de permutaciones binarias que también subyace en la razón fundamental de lo que yo llamo la “pura” progresión de los números armónicos de los mayas - 2, 4, 8, 16, 32, 64. Sin embargo, tal y como nos lo presentan, el I Ching realmente está formado por las combinaciones de ocho símbolos (trigramas) de tres líneas, ya sean partidas o completas, en todas sus posibles combinaciones. Al duplicar los trigramas, las permutaciones dan 64 posibilidades simbólicas más complejas de seis líneas cada uno (hexagramas). En comparación, el Tzolkin está basado en permutaciones de los trece números y veinte símbolos o Signos Sagrados, que da una posibilidad de 260 permutaciones. Como mínimo, cada uno de los 260 cambios recíprocos es una combinación de uno de los trece números, de uno de los veinte signos, y de una de las cuatro posiciones direccionales. Finalmente, igual que el I Ching, el Tzolkin es un sistema para revelar información referente a un propósito más profundo o más grande. Mientras que el I Ching está sincronizado de manera exacta con el código genético, el Tzolkin está sincronizado con el código galáctico; como el código genético gobierna la información concerniente a la actividad de todos los niveles del ciclo de vida, . . ![]() .inclusive de todas las plantas y formas animales, el código galáctico rige la información que afecta las operaciones de los ciclos de la luz. El ciclo de luz define las clases de frecuencia resonantes de la energía radiante incluso de la electricidad, el calor, la luz, y las ondas de radio, que les dan información a las funciones auto - generadoras pertenecientes a todos los fenómenos, orgánicos e inorgánicos. Obviamente los dos códigos están interpenetrados y son complementarios. Al hablar de un código galáctico análogo o un código genético, ¿qué queremos decir realmente?. Cuando hablamos del código genético, podemos señalar las manifestaciones evidentes de su funcionamiento, sean ellas la organización de colonias de plancton en el mar, o la diferenciación de funciones en un organismo complejo como el nuestro. Pero al hablar del código galáctico, de los-ciclos de la luz y de la energía radiante - ¿de qué manera se encuentran éstas manifestadas en formas que sean evidentes, y qué procesos de información rige un código galáctico?. Sin hundirnos en tecnicismos, consideremos la naturaleza de la vida misma. Aunque conocemos la combinación molecular y química que es necesaria para la elaboración de los ácidos nucleicos que forman los ladrillos de la vida, y que pueden ser articulados como el código genético de 64 palabras, ¿dónde estarían, y qué seria todo esto sin la luz?. En una palabra, el código sólo describe la mitad de la imagen. La luz, o sea la energía radiante, proporciona la otra mitad. En realidad, si fuésemos a definir qué es lo más primario, o qué viene primero, la luz o la vida, entonces debemos decir que la luz”. Si observamos el fenómeno más simple, flores abriéndose y cerrándose en su ciclo diario, vemos que todo lo que tiene vida no sólo depende de la luz, sino que de hecho, aspira a la luz. Sabemos que la “luz”, o sea el espectro de la energía radiante, recorre la gama que va desde las ondas de radio, hasta la radiación cósmica de ultra-alta-frecuencia. En términos sencillos, la energía radiante es un rango de funciones de onda incluso la electricidad, que transmite información y también transmuta energía. El poder de llevar información, al cual designamos como-transmisión - y el de trasmutar la energía al cual designamos como -transformación- es inherente a la energía radiante, y al igual que el ADN, está regido por un código. Además, debemos recordar que el ADN posee una infraestructura vibratoria paralela a la estructura molecular. Y es esta infraestructura radiante y vibratoria - el cuerpo de luz-, la que -corresponde al espectro de energía radiante regido por el código de Tzolkin, el Módulo Armónico de los mayas. Si dirigimos la energía radiante hacia su “fuente”, regresamos a Hunab Ku el núcleo galáctico. Al código que rige el poder de auto-transmitir y auto-transformar la energía radiante, lo encontramos emanado desde Hunab Ku con comentes espirales de pulsación, y en movimiento de spin y contra - spin. Como se explicó en el Tzolkin, el módulo armónico de los mayas, el código galáctico que rige la energía radiante, es la fuente primaria que informa y vitaliza al código de vida ADN, representado por su contraparte simbólica que es el I Ching. En otras palabras, el Tzolkin es al I Ching lo que la luz es a la vida. C ![]() Como modelo del código que rige el funcionamiento del espectro completo de la energía radiante, en sus términos más simples, los componentes finitos del Tzolkin se reducen a un juego de constantes que son fáciles de recordar. Estas constantes, que son un sistema coherente de símbolos y números, tienen sólo un simple objetivo que lo abarca todo: ayudarnos en el restablecimiento de la información galáctica, y en el logro de un acondicionamiento de alineamiento galáctico. Ese es el Tzolkin en sus partes más esenciales al descubierto, esa es la constante galáctica: trece números, veinte símbolos, y cuatro posiciones direccionales rotativas que regresan siempre a sí mismas, repitiéndose y pulsando incesantemente. El Tzolkin o Módulo Armónico, se presenta como una metáfora perfecta del circuito galáctico que se genera y renueva a sí mismo. Mientras que las combinaciones de trece números y de las veinte posiciones o símbolos, producen las 260 unidades que comprenden la matriz entera; las 52 (13 x 4) posibilidades de las posiciones direccionales se reflejan en el modelo, que unifica la matriz. Si usted observa cuidadosamente este modelo, verá que él ocupa 26 unidades en el lado derecho de la séptima columna o columna mística, y 26 unidades en el lado izquierdo de esa columna, para un total de 52 unidades. En consideración a su simetría estrictamente geométrica, en La Tierra en Ascenso yo llamo a este modelo unificante que consta de 52 unidades, la “triple configuración binaria”. Mientras que admito que esta no es una representación totalmente evocadora, también me refiero a este modelo como la estructura primaria resonante que es común a todos los procesos y sistemas. Es la forma visible del código cósmico”. Por el respeto que merece por su función de entrelazar el tiempo, los trece números y los veinte símbolos, parece del todo apropiado llamar a este modelo de 52 unidades, el Telar Maya. Un telar es un instrumento para entrelazar al menos dos “hilos” diferentes. Mientras que el término Maya, se refiere aquí a los mayas que nos dejaron el Tzolkin como una guía y una herramienta, la palabra Maya también se refiere a un término de la filosofía hindú, que con frecuencia se define como el mundo de la ilusión, la realidad aparente del mundo fenoménico. Aquello que es tejido en el Telar Maya, es la matriz de posibilidades que corresponden a nuestra experiencia del mundo. Esta matriz tejida es una tela de 260 componentes o símbolos que informan a nuestros sentidos y a nuestra mente con las claves informáticas necesarias para relacionarse y trabajar con ese mundo más grande que nos rodea. Mientras que estos 260 símbolos describen al gran mundo como un compuesto cíclico de símbolos, ellos también definen nuestra capacidad interna para percibir este mundo como de la misma naturaleza del mundo que percibimos. Pero entonces, ¿qué son los hilos tejidos por este Telar Maya?. Los hilos verticales están representados por los trece números, y los hilos horizontales por los veinte símbolos. Pero, ¿qué representan ellos?. Como ya lo sugerí, los trece “números” representan modelos primarios de energía radiante, a los que pudiéramos llamar radio-pulsos. Los veinte símbolos representan el ciclo de posibles rangos de frecuencia, para la transformación o evolución que cada una de estas radio-pulsaciones pueda sufrir. La combinación de cualquiera de los trece números y las veinte posiciones direccionales, crea un símbolo o modelo de pulsación radiante que contiene una clase particular de información. Las 260 pulsaciones tejidas por el Telar Maya, dan origen a todo el campo resonante que experimentamos como realidad. Pero hablemos por un momento acerca de los símbolos. ¿Qué es un símbolo?. Un símbolo es una estructura resonante, es la reverberación de una cualidad particular de energía radiante que toma forma en nuestros sentidos. Obviamente, nuestras facultades sensitivas poseen una capacidad para recibir la forma, estos son los órganos de los sentidos que funcionan como receptores de repercusión. Igual que las diferentes clases de estaciones de radar, los sentidos reciben continuamente la invasión de formas de onda resonantes que componen nuestro universo. El propósito de la mente es “entender el sentido” de símbolos o estructuras resonantes que han sido informadas por nuestras facultades sensitivas. Nuestros diversos acondicionamientos afectan las “interpretaciones” de la mente. Platón y Jung llamaron “arquetipos”: a las estructuras resonantes, constantes formales que habitan y definen un campo de conciencia que trasciende tanto el tiempo como lo individual. De acuerdo al Factor Maya, estas constantes formales son la fibra tejida en el Telar Maya, y el Telar Maya es el instrumento que mágicamente existe por sí mismo, y que fue creado por la materia que él teje. Creado por sí mismo y creador en sí mismo, el Telar Maya teje los símbolos en el tapiz entero que experimentamos a través de nuestra mente y nuestros sentidos. No sólo como metáfora, sino en verdad, el universo es un tejido de símbolos, y es a través de símbolos como tejemos nuestro entendimiento del universo. Cuando entendemos que los símbolos son realmente estructuras resonantes, campos de forma vibratoria, y que nosotros mismos somos resonantes hasta nuestro mismo corazón, entonces podemos ver que los símbolos no son algo aéreo o de cuentos de hadas, sino que ellos son totalmente esenciales para nuestro funcionamiento como seres completos. Dormidos e inconscientes ante el poder de los símbolos, nuestros sueños se convierten en pesadillas, y vivimos como rehenes de un mundo que en realidad es el eclipse del conocimiento simbólico. Como sabemos, no vivimos sólo de pan. Aunque podemos sentir que la espiritualidad es un concepto vago, y una remota aspiración la trascendencia, es realmente nuestra propia creencia en la separación de la ciencia, la espiritualidad, y el arte, lo que nos impide tener una comprensión total de los símbolos, y del conocimiento simbólico. Como estructuras resonantes, literalmente los símbolos construyen nuestro cuerpo de luz, trabajan con él, y le suministran información. El cuerpo de luz es el banco del código galáctico electro - resonante que informa al banco del código genético. El cuerpo de luz es el material de la imaginación, es la improvisión, el verdadero entendimiento, y más. Mientras que el fundamento de nuestro cuerpo de luz corresponde a la infraestructura vibratoria del ADN, este sólo puede ser activado a través de un sabio uso de los símbolos. Este cuerpo de luz criador de símbolos, no debe ser visto como una entidad separada de lo que llamamos nuestro cuerpo físico. Al contrario, el cuerpo de luz resonante subyace y penetra todas nuestras funciones. No es solamente una poesía lo que nos manda a declarar que así como una flor no puede vivir sin la luz y el agua, nosotros no podemos vivir sin los símbolos. Si los trece números son la luz que despierta la mente y el cuerpo, entonces las veinte posiciones direccionales son el agua que sustenta a esta misma mente, y a este mismo cuerpo en el intercambio de los trece números y los veinte símbolos habita el banco del código galáctico, que informa a las estructuras resonantes, que componen el tejido de símbolos que es el tapiz de nuestra realidad. . ![]() ![]() .. ![]() Observemos más cuidadosamente el Telar Maya, porque su misma estructura que contiene el significado de los trece números y de los veinte signos, es el telar de nuestra existencia. Es importante ver el modelo del Telar Maya como la estructura unificante de la matriz de 260 unidades. Sí miramos la tabla de permutaciones de la matriz, nos parecerán puros y simples números, siendo sin embargo una serie de modelos interesantes. Al estar la estructura visual esencial contenida en la matriz de 260 unidades, el Telar de 52 unidades se nos aparece como la estructura de un cuerpo. Además de eso, podemos pensar en el modelo de 52 unidades como la estructura galáctica resonante, incluyendo y dando oportunidad para confeccionar un modelo total, la matriz de 260 unidades. En el capitulo 2º hablamos de la identidad de resonancia e información. En su capacidad de incluir y de construir, la estructura galáctica resonante cumple los mínimos requisitos para dar una definición de información. La información encierra -y por eso informa-. Lo que está encerrado en la cápsula es como una semilla resonante llena de potencialidad. El propósito de la información es el de dar la oportunidad para un nuevo crecimiento, para una nueva expansión, o para la encarnación de la semilla contenida en la información. Siendo este el caso, ¿cuál es la información encerrada en la estructura galáctica resonante de las 52 unidades?. Si examinamos el Telar Maya, vemos que este se extiende sobre todas las 20 posiciones que suministra la estructura horizontal del Módulo Armónico. En sentido vertical, la séptima columna, o sea la del medio, claramente carece de cualquiera de las unidades de estructura resonante. Al mismo tiempo, la séptima columna proporciona el eje principal que define realmente los dos lados de la estructura galáctica resonante. La séptima columna, que es invisible, es la columna mística. Sin ser reflejada, ella lo refleja todo. Además, cuando examinamos cuidadosamente las unidades de estructura individual, vemos que cada uno de los trece números está contenido al menos dos veces. También observamos que la estructura tiene 26 unidades en cada lado - fractal del total 260 -, mientras que el número 52, es un fractal del rayo de sincronización galáctico de 5.200 tun de diámetro. También vemos que el telar puede naturalmente ser reducido a sus componentes de trece juegos en cuatro unidades cada uno, comenzando en las esquinas y moviéndose hacia dentro. Así pues, el primer grupo de números es 1, 7, 13, 7; el segundo grupo es 9, 13, 5, 1; el tercer grupo es 4, 6, 10, 8; hasta que llegamos al centro donde encontramos; 6, 7, 8, 7. Cada uno de los trece grupos de a cuatro números suma 28, que es aproximadamente el número de días que tiene un mes lunar. 28 x 13 = 364, que es el número aproximado de días de un año lunar. La cifra 364 también puede ser factorizada en 7 x 52. De las 52 unidades del Telar Maya, el 7 aparece ocho veces. En verdad, donde aparece el 7 se descubre un modelo simétrico casi perfecto. Las posiciones del 1 y del 13, que aparecen dos veces cada una, también dan lugar a un modelo complementario recíproco. Finalmente, si uno cuenta los intervalos que hay entre las 52 unidades . . ![]() numeradas del Telar, se encuentra con que hay 60. Si por ejemplo, uno empieza en la esquina superior izquierda, los intervalos están entre 1 y 9, 9 y 4, 4 y 12, 12 y 7, 7 y 2, 2 y 3, etc. Anotando las diferencias entre los números que dan lugar a los intervalos, llegamos a los números de intervalo. Así pues, empezando en la esquina superior izquierda, encontramos que los números de intervalo son: 8, 5, 8, 5, 5, etc. Realmente, si observamos cuidadosamente, vemos que los números de intervalo del eje que se extiende desde la parte superior izquierda, hasta la parte inferior derecha son el 8 o el 5, que suman 13, mientras que todos los números de intervalo en el eje que se extiende desde la parte superior derecha, hasta la parte inferior izquierda son el 6 o el 7, que otra vez vuelven a sumar 13. Finalmente, los números de intervalo en el eje vertical del Telar galáctico de 52 unidades, siempre son el 1 . Si uno suma los posibles números de intervalo, es decir, 1, 5, 6, 7 y 8, el total es 27. Si uno suma todos los 60 números de intervalo, el total es 270, cuyo factor clave es 9. Así pues, mientras que el número 7 es el factor clave del Telar de 52 unidades, el 9 y el 13 son los factores claves de intervalo. Bien, usted puede decir, ¿y que hay con eso?. Todo lo que se pretende demostrar aquí es la naturaleza mágica de un modelo o sistema que recíprocamente se contiene a sí mismo. El Telar es lo análogo u holograma del principio operativo de la galaxia como un sistema total que se contiene a sí mismo. Recordando que los números representan cualidades simbólicas que describen el potencial de nuestra realidad, entonces vemos que toda cosa es interactiva, interdependiente, que todos los ciclos se alimentan de sí mismos, y que realmente nada puede describirse sin describir cada cosa, y que en verdad la totalidad está contenida en la parte. El Telar Maya y el Módulo Armónico tejido por él, comprenden un genuino teclado resonante para que lo utilicemos al ponernos a tono, o al localizar las frecuencias galácticas cuyas formaciones de ondas yacen dentro de nuestro propio ser. Vayamos entonces, al sistema de símbolos y números que constituyen el Módulo Armónico, comenzando con los trece números. Como lo vimos al considerar el Telar Maya, tenemos una estructura vertical de trece columnas. La séptima columna, que está en el centro, crea un modelo de simetría con seis columnas a cada lado. Como ya lo vimos, la séptima permanece sola; sin ser reflejada, lo refleja todo. Es importante tener esto en mente, cuando examinamos los trece números o rayos. Con la excepción del número 7, los demás números pueden ser considerados como pares complementarios que se reflejan el uno al otro. De este modo, tenemos como números de simetría especular: el 1 complementa al 13; el 2 al 12; el 3 al 11; el 4 al 10; el 5 al 9; y el 6 al 8. Las diferencias entre los pares se resumen en una progresión de números pares: El número 7 no tiene consorte, sostiene el centro, y refleja el orden total. Por esto es que nos referimos al número 7 como la totalidad que no puede ser reflejada, pero que refleja a la totalidad en toda su simetría. Si consideramos los números como “rayos de pulsación”, cada uno representando una función radio-resonante particular, que pulsa e irradia simultáneamente, entonces tenemos los siguientes títulos: . ![]() Una breve revisión a las cualidades representadas por los números, revela una progresión que describe la naturaleza formal que fundamenta la apariencia de las cosas. Si el número 1 representa el principio unificante que es inherente en todas las manifestaciones, el 13 representa la dinámica del movimiento presente en todas las cosas, y por el cual todas las cosas siempre están cambiando, y al mismo tiempo son vivificantes por la fuerza universal de Hunab Ku. Los números del 1 al 9, representan los principios no materiales de coherencia inmanentes en toda experiencia fenomenal, y que al mismo tiempo las rigen. Mientras el 10 representa el principio que permite que suceda la manifestación, y basado en la coherencia de los 9 números anteriores; el 11 representa la dinámica de disonancia que dan cuenta del azar y de la inestabilidad. Por otro lado, el 12 representa el principio de estabilidad compleja, qué responde por la fuerza organizativa y conservadora en la naturaleza. Si consideramos los números en su simetría especular, vemos un íntimo conjunto de relaciones recíprocas, el número de orden inferior manifestando el principio constituyente del número de orden superior. Así pues, mientras el 1, principio de la unidad, es equilibrado por el 13, rayo del movimiento universal; el 2, principio de la polaridad, es equilibrado por el 12, que es el principio de la estabilidad compleja. La reflexión muestra que cualquier orden de estabilidad compleja se mantiene o se destruye por un equilibrio sutil de las fuerzas polares. E ![]() El principio del centro, que está regido por el número 5, permite mover el orden regido por el 4, así como las estaciones se mueven alrededor de un centro solar común. La periodicidad cíclica del movimiento organizado alrededor de un centro común, que es el 5, es regida por el 9. Finalmente, el 6, que es el rayo del equilibrio orgánico, es llamado así porque representa una factorización del principio de . ![]() .polaridad, el 2, con el principio del ritmo, que es el 3. El producto, o sea el 6, el equilibrio orgánico, representa el principio ordenador hexagonal, que es el fundamento de las estructuras cristalinas y celulares. Este equilibrio orgánico, el 6, es complementado por el 8, que es el principio de la resonancia armónica que rige los niveles de frecuencia de las octavas, por las cuales vibran todas las estructuras orgánicas, inclusive las estructuras de los cristales. Sin un número especular que lo complemente, el 7 tiene su relación simétrica única con el 1 y el 13, que son como el alfa y la omega, del número armónico de los mayas. Al centro del modelo, el 7 representa la magia por la cual el todo se mantiene unido. De manera abreviada, estos son los significados de los números en su mutua relación complementaria. Obviamente, hay muchas más relaciones que pueden ser investigadas intuitivamente, jugando con las relaciones radiales recíprocas, que todos los números tienen entre ellos. Por el momento, baste con decir que las descripciones dan alguna idea de la progresión del ciclo estructural en el que se fundamenta la operación de la galaxia - o cualquiera de sus miembros constituyentes - como un Todo que se sostiene y organiza por sí mismo. Los números adquieren un significado más rico cuando se les combina con los veinte símbolos posicionales, que representan el enrejado horizontal en el Telar Maya. Si los trece números son rayos de pulsación, los veinte signos son las posibilidades de rangos de frecuencias, que permiten que las estructuras armónicas lleguen a existir. Mientras que en La Tierra en Ascenso comparé los veinte símbolos con los veinte aminoácidos que contiene el ADN, los diecinueve intervalos que hay entre los veinte símbolos, también podrían ser comparados con las diecinueve giros que los filamentos del ADN complementario, hacen para completar un codón, que es una de las 64 estructuras de seis partes que constituyen el código genético. En nuestro planeta, los mayas tradujeron estos veinte lugares de posición, como los veinte símbolos conocidos como los veinte Signos Sagrados. Con frecuencia se ha dicho que los signos mayas son más ideográficos que jeroglíficos. Un jeroglífico utiliza imágenes para describir palabras o sonidos: una ideografía utiliza signos, que frecuentemente son de naturaleza abstracta, para transmitir ideas, sin usar palabras o frases particulares. Como símbolos ideográficos, hay muchas maneras diferentes en los cuales estos Signos pueden ser leídos. Cargados de significado, los Signos demandan un entendimiento analógico. El pensamiento analógico flota azarosamente y salta a una conclusión, mediante una asociación semejante enlazando cosas que aparentemente son diferentes. El pensamiento analógico es también aquel que crea una forma sobre las bases de proporciones afines. Como ya lo hemos visto, el simbolismo numerológico de los mayas, se basa totalmente en los fractales armónicos, que a su vez están basados en proporciones afines. Los veinte signos sagrados, al igual que los trece números, participan del mismo fractal armónico. Cuando miramos los veinte Signos Sagrados, vemos que ellos son elegantes, cómicamente simples. Más que ideogramas ellos son íconos. Simplemente ellos son imágenes. Algunos son más abstractos que otros. Hay unos que parecen rostros. Otros manos. Lo fundamental en la simplicidad de los iconos, consiste en que ellos son tan fáciles de imprimir como cualquier juego de caracteres de un libro cómico. En verdad, los Signos piden que se les imprima, porque en esencia son disparadores de la memoria. Ya sea que ellos fuesen ordinarios, humorísticos, o enigmáticos, los Signos ya están hechos no tienen complicación. En esto radica su fluidez y su poder. Los veinte signos están asociados con direcciones específicas que más adelante amplían su significad “ o. Las direcciones van en sentido contrario a las manecillas del reloj, del Oriente al Norte, al Oeste, y al Sur. Esto es así porque este orden complementa el orden de los números 1, 2, 3,... 13, que puede decirse van en dirección de las manecillas del reloj. Hay que recordar que en el Zuvuya de los mayas, el tiempo - y cualquier otra cosa - opera simultáneamente en por lo menos dos direcciones. El significado de las direcciones es el siguiente: |